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Actualidad Étnica y el Tejido de Comunicación de la Acin: Padre Antonio, ¿Por qué usted escoge América Latina y en lugar de Europa?, ¿Por qué Tocaima y el Norte del Cauca y no Roma o París?

Padre Antonio Bonanomi: Quiero dar un saludo muy cariñoso a todos los amigos y compañeros del norte del Cauca y de otras partes del país.

Yo pasé la primera parte de mi vida como sacerdote en Europa. Por 19 años casi 20 yo trabajé en Europa. Siempre prácticamente en la formación en los seminarios. Estando en Europa, tuve la oportunidad también de seguir, de capacitarme, de formarme. Ya después de ser nombrado sacerdote y después de prestar servicio en otros países para encuentros, retiros, conferencias y así, tuve la oportunidad desde Europa de mirar y conocer el mundo, para mí una experiencia preciosa.

Finalmente en el año 1978, tuve la oportunidad con otros cuatro compañeros de ir pensando en un proyecto misionero nuevo, que no fuera solamente una propaganda religiosa, que no fuera solamente un hecho religioso. Sino que fuera de verdad un servicio a las comunidades para el crecimiento de la vida. Y de común acuerdo escogimos a Colombia, porque un compañero ya conocía.

Cuando llegamos fuimos a Tocaima y por 5 años trabajamos en ese espacio los cinco. Fue para mí una experiencia muy emocionante, saltar desde Roma, desde la universidad a un mundo campesino, que hablaba otra legua, que tenía otra cultura y otra mentalidad.

Al comienzo fue muy difícil para mí, porque realmente yo no entendía mucho. Esto quizá, me dio la oportunidad de sentirme como un pequeño alumno frente a la comunidad, no llegué como maestro, yo estaba acostumbrado a ser maestro. Pero cuando llegué tuve que ponerme de alumno y esto me ayudó muchísimo, porque fue la comunidad que me educó, me ayudó a crecer.

La comunidad me orientó en el camino y así que desde esta etapa del discipulado, de la etapa de ser alumno pude pasar después a la etapa de ser hermano, de conversar y dialogar, de poder también trasmitir mis experiencias anteriores en ese nuevo espacio. Así que la experiencia de Tocaima fue providencial, me ayudó hartísimo porque me indicó el camino.

Allí con los cuatro compañeros conformamos el proyecto PRICOR (Promoción Integral de Comunidades Rurales), que gracias a Dios vive todavía a pesar de tantas dificultades. Y ese proyecto tiene algo muy parecido a los proyectos que al mismo tiempo nacían en el norte.

Primero el Proyecto Nasa y después los otros 6 proyectos que ahora cubren todo el territorio Nasa del norte del Cauca. Así entre PRICOR y entre este proyecto hay como una gran sintonía, porque tenían el mismo objetivo -la comunidad nueva-, el mismo método, el mismo espíritu y de hecho se creó una relación muy estrecha entre el espacio de Tocaima, el de los municipios vecinos y los del norte de Cauca.

Después pasé 5 años en Bogotá como responsable del seminario teológico de mi comunidad, y de allí conocimos más de cerca el proceso del norte, conocimos al Padre Álvaro Ulcué. Cuando asesinaron al padre Álvaro tomamos la decisión de ir a continuar su camino, de tomar en nuestras manos el camino que él había trazado y no dejar que muriera el fogoncito que él había prendido en el Norte de Cauca.

Fue así que después de tres años pude ir allá y retomar la herencia del padre Álvaro en conjunto con la comunidad y seguir trabajando. Allá me quedé hasta que sentí que podía ser útil. Cuando ya me di cuenta que las fuerzas no eran las mismas, que no podía responder a todos los desafíos que me ponía la realidad del norte, yo tomé la decisión de asumir otra responsabilidad, por eso ahora estoy como responsable del Centro de Misión y Cultura, un centro de investigación, de reflexión, de educación. Y así he vivido estos 50 años.

AE-TCA: Como usted lo ha dicho, desde muy joven optó por el camino de Jesús y ya son 50 años desde su ordenación sacerdotal. ¿Por qué Jesús de Nazareth y no Marx o Sócrates?

PAB: En esto influye primero mucho la familia. Yo nací gracias a Dios en un familia profundamente cristiana y que vivía el evangelio de Jesús y le gustaba. Y así que desde niño yo aprendí a conocer a Jesús y me gustó mucho. Especialmente me gustó el rostro de Jesús liberador, de un Jesús que quería otro mundo, de un Jesús que quería cambiar este mundo de injusticias, de violencia, de divisiones para construir otro mundo, que él llamó el reino de Dios.

Yo he entendido a Jesús entre los pobres. Cuando estaba en Tocaima caminando por la cordillera, yo me encontré con tanta gente muy pobre y humilde, la gran parte no tenía ni 5 de primaria. Pero sentado con ellos, hablando con ellos yo aprendí que en el corazón de ellos estaba el mismo espíritu de Jesús, porque ellos también querían otro mundo, no estaban contentos con este mundo, no lo querían, querían un mundo donde pudieran vivir mejor, donde pudieran sentirse más hermanos, donde pudieran tener mejores oportunidades de vida.

Y después esto lo he vivido profundamente en el norte de Cauca. Uno caminando con las comunidades en el norte, y no sólo con las de Toribío sino de Corinto, Jambaló, Miranda...uno siente entre los pobres el mismo espíritu de Jesús.

Cuando en el 2004, al finalizar la gran marcha que se hizo de Santander de Quilichao a Cali, salió ese documento que expresaba públicamente el compromiso de querer construir con los demás movimientos y organizaciones otro mundo posible y necesario; yo me sentí muy alegre, porque quizá sin pensarlo los que escribieron este documento que expresaba el sentir de la comunidad, estaban expresando el mismo mensaje de Jesús.

Porque Jesús vino para eso, para construir un mundo donde todos podamos vivir con dignidad, la dignidad de los hijos de Dios, donde todos podamos vivir como hermanos, hermanos que comparten, que trabajan y luchan juntos. Donde todos podamos vivir como cuidanderos de la Madre Tierra, porque él no la dio a unos pocos sino que nos la dio a todos.

Cuidanderos que respetan la Madre Tierra y no se adueñan de la Madre Tierra. A mi parecer, hay una profunda sintonía entre lo que en estos años el norte del Cauca ha venido construyendo y el mensaje de Jesús. Así que yo me sentí muy contento de vivir en el norte, porque yo sentía que ese sueño que acompañó mi niñez y mi juventud se hacía realidad.

AE-TCA: ¿Usted ha sentido en ocasiones que la institución a la que sirve no siempre representa el sueño por el que Jesús vivió y murió?

PAB: Yo nunca me he sentido mal en la iglesia. Yo sé que hay una cantidad de errores y debilidades, pero yo también soy débil, he cometido mis errores. Y uno tiene que ser misericordioso hacia los demás, porque pide para uno mismo la misericordia de Dios y de los demás.

Y no me he sentido mal también porque yo he vivido casi siempre con la comunidad, primero con los jóvenes de los seminarios y después con las comunidades, y uno viviendo con la comunidad cómo que siente que la iglesia es esa pequeña comunidad. Porque la iglesia no es la estructura, no es la institución, la iglesia es la comunidad.

Cuando de verdad el padre Álvaro en el año 1980 con la comunidad reunida, con los 144 reunidos en San Francisco creó el Proyecto Nasa y propuso que naciera una nueva comunidad, él expresaba profundamente este sentido de iglesia, que no está tanto en una institución. Cuántos son personas concretas hechas de riquezas y de pobrezas, hechas de valores y debilidades, esa comunidad pequeña esa es la iglesia.

Personalmente yo no me sentí mal porque, repito, yo pienso que la iglesia no es la institución, aunque existe. La iglesia son las comunidades, son los hombres y las mujeres, los niños y los mayores, son los que comparten el sueño de Jesús y en sus debilidades tratan de realizarlo.

AE-TCA: El cristianismo en suma profunda es un proyecto de humanidad, de otra humanidad. Actualmente este proyecto en sí sólo no salva al planeta, los pueblos indígenas viven y traen una propuesta que podríamos llamar ecológica o de relacionalidad integral. ¿Le parece que es necesario que estos proyectos se complementen mutuamente?

PAB: Tienes toda la razón. Te digo algo, para mí Jesús no pertenece al Cristianismo, es decir, el Cristianamos no es dueño de Jesús, porque Jesús está en todas las religiones. Cuando estudio y trato de profundizar en la cosmovisión Nasa, trato de ver el espíritu profundo de esta cosmovisión, yo encuentro allí el rastro de Jesús.

Jesús no es de unos pocos, Jesús es de todos. Por ejemplo, cuando participaba en los rituales con nuestros The Walas, yo no me sentía fuera de lugar, no sentía que estaba en otra religión, yo sentía que Jesús estaba allí. La noche, el silencio, el agua y la coca, todo esto es un signo maravilloso de esta presencia de Jesús entre nosotros.

Para mi quizá aquí han habido muchas equivocaciones, hemos reducido a Jesús al Cristianismo o a unas prácticas o a unas fórmulas, mientras que Jesús es este espíritu de Dios que está presente en el corazón de todas las culturas y religiones, y es ese espíritu que hace que permanezca este sueño del reino de Dios en el corazón de todos los hombres, especialmente, de los hombres más pobres, más humildes, más sencillos.

De los hombres que de verdad no han perdido la esperanza, que no se han dejado llenar el corazón de consumismo, de comercio, de mercancía sino que tienen el corazón limpio, el corazón de los pobres que de verdad esperan en el espíritu de Dios. Es toda una reflexión que tocaría hacer.

Cuando te digo que me he sentido bien en el norte, quiero decir que he sentido que el norte más allá de tantas contradicciones, conflictos y tensiones que hay a veces hasta religiosas, en el norte hay ese espíritu de Dios, este espíritu de Jesús que camina profundamente en el corazón de la gente.

AE-TCA: ¿Son dos proyectos, dos propuestas que deben trabajarse juntas y mancomunadamente?

PAB: Yo siempre lo he dicho, lo he repetido cuando estaba caminando con la comunidad, todo lo que nos une viene de mi Dios, todo lo que nos divide viene de Diablo. Porque cuando hablamos del diablo o del espíritu del mal, es el espíritu de la división, es el espíritu que nos pone uno contra el otro, porque uno se creé más que el otro a nivel religioso, étnico o político. Mientras reconocemos que todos somos hermanos y que lo que nos une es más grande que lo que nos divide, esto nos hace fuertes.

Siempre he pensado, lo he dicho y lo repito cuando tengo la oportunidad, que hay unos valores que permiten realmente realizarnos como personas. El primer valor es la humildad, no sentirnos soberbios, prepotentes y no sentirnos dueños. Y esto lo dice la Biblia y lo dice también la cosmovisión indígena "nadie es dueño de nada ni de nadie", el hombre verdadero es humilde, agradecido por todo lo que ha recibido, porque sabe que todo lo que es, todo lo que tiene es un don.

Esto lo he pensado mucho, si algo bueno he podido hacer por la comunidad, es porque la comunidad me educó. Yo recuerdo cuando llegué a Toribío, era un día sábado y se realizaba la asamblea del cabildo. Yo fui a saludar al gobernador y a la gente que se encontraba reunida.

Me acerqué y le dije a la gente "mire yo llego aquí como un niño, si ustedes me educan bien, yo quizá haré algo bueno por la comunidad, si ustedes me educan mal yo haré daño a la comunidad". Yo recuerdo con emoción y agradecimiento, que después de mis palabras se acercaron Cristóbal Secue y Guillermo Tenorio y me dijeron: "tranquilo nosotros te ayudamos, te educamos".

De verdad fue la comunidad la que me educó y me enseñó. Yo no soy dueño de nada y de nadie, por eso he escrito mucho a lo largo de estos años, y en ninguna parte he puesto mi nombre, como si fuera yo el autor de lo que estaba escribiendo, porque lo que estaba escribiendo era lo que había aprendido de la comunidad y entonces, era como un regalo que la comunidad me había hecho a mí y que yo debía trasmitir, no como dueño sino agradeciendo el regalo que había recibido, este es el primer valor, el valor de la humildad.

Creo que si el norte se queda humilde, si los líderes del norte se quedan humildes y no se ponen soberbios podrán hacer un buen servicio a la comunidad. Pero si se convierten en personas soberbias, prepotentes, dominantes en lugar de hacer un servicio hacen un daño.

El segundo gran valor es el de la unidad, este es fundamental. Yo respeto todas las expresiones religiosas, pero lo que me duele es que hasta la religión se convierte en algo que hasta nos divide. Quizá en estos meses vemos que en nombre de la religión unos quieren dividirse y conformar otra organización y este es un error grande.

La religión no debe dividirnos, la religión tiene que unirnos, unirnos de verdad respetándonos, valorándonos en la diferencia. Por eso la unidad es fundamental. Todas las propuestas y proyectos tienen que buscar esta unidad y no la división de la comunidad.

El tercer valor es la claridad, a veces tenemos la consciencia como confundida, nos dejamos o nos confunden y entones nos vendemos o nos dejamos comprar, mientras la claridad y una consciencia crítica que de verdad sabe distinguir el bien y el mal, sabe distinguir lo que hace daño o lo que sirve a la comunidad, es fundamental para el desarrollo de cualquier proceso, pero especialmente el proceso indígena que se mueve en condiciones tan difíciles y que por eso exige una mayor claridad.

Quiero terminar esta reflexión con el documento del segundo congreso del norte que he leído con detenimiento y quiero felicitar a los que lo elaboraron a nombre de la comunidad, por la claridad. Aunque siempre hay vacíos que toca llenar, esto es normal.

Pero es fundamental también saber de dónde venimos, dónde estamos, hacia dónde vamos, cuáles son los peligros y qué podemos responder frente a estos peligros. Así que, con estos tres valores: humildad, unidad y claridad, es posible fortalecer el proceso que se ha venido construyendo a lo largo de estos años.

AE-TCA: Son más de 50 años de servicio a la comunidad y al prójimo. ¿Después de 50 años de militancia política qué siente que le ha dejado la dimensión religiosa?

PAB: Recuerdo el día que me despedí definitivamente de la comunidad, allí en Bodega Alta delante de los cabildos, Yo dije que "quien me había llevado al Cauca y quién me había acompañado era Jesús". Pienso que más allá de pequeñas cosas, de construcciones, de educación lo que se logró hacer más allá de todo, es llevar el deseo de continuar el camino de Jesús y de hacerlo visible amando, sirviendo, compartiendo, sin orgullo, sin prepotencia, sin dominación, sin protagonismo y esto para mí es fundamental.

Yo no puedo entender mi vida sin tener en cuenta esto, que he tratado de encontrar a Jesús en todas partes, encontrarlo en África, en Tocaima, en el norte de Cauca. Yo lo he buscado a él, yo agradezco a la comunidad que me lo hizo conocer. Yo sinceramente miro hacia atrás y puedo decir que cuando era joven tenía un conocimiento de Jesús muy pequeñito, ahora gracias a Dios y a las comunidades que me han ayudado, me han educado y me han acompañado, puede decir que lo conozco un poquito mejor y esto para mí es lo más bonito.

Pero quiero repetir esto, no es un Jesús que quiere imponerse y dominar, es un Jesús que quiere servir, él mismo lo ha dicho: "yo no he venido para que me sirvan sino a servir y dar la vida para todos", y esto debería ser un programa no solamente religioso, sino un programa político y social.

Te lo decía antes, es fundamental que nuestros líderes sean servidores de nuestras comunidades y no mandamás, caciques o gente que quiere imponerse, y esto es un deber de todos en la comunidad.

Lo que más hace daño a las comunidades es la soberbia, es la prepotencia, y lo vemos en todo los niveles. Hoy lo vemos en el gobierno y es lo que en verdad detesto y que me parece lo peor de lo que estamos viviendo a nivel político, es la prepotencia, prepotencia de unos y otros, una prepotencia que ocupa los territorios, que compra o vende los recursos naturales, una prepotencia que convierte todo en mercancía y negocio, que se convierte en violencia, muerte y en asesinatos en todos los rincones del país.

Yo pienso, que vivir el espíritu de Jesús es lo esencial para todos y no solamente para nosotros que somos sacerdotes - claro que deberíamos vivirlo mejor que otros - pero es de todos. El espíritu de Jesús es de servicio y es fundamental para mí.

Lastimosamente hemos separado lo religioso de lo político, mientras lo verdaderamente religioso es un espíritu que orienta y anima todas las dimensiones de la vida: la educación, la salud, la economía, todo. Porque todo tiene que ser vivido con un cierto espíritu y este espíritu es el que tiene que animar y orientar el camino de la comunidad, especialmente en estos momentos tan difíciles que estamos viviendo.

AE-TCA: Aunque se encuentra lejos de Toribío y del norte del Cauca, sus palabras tienen mucho eco y serán recibidas con mucha alegría, porque hoy las comunidades atraviesan muchas situaciones difíciles, que causan miedo, división y desesperanza

PAB: Yo quiero decirle a la comunidad que la amo muchísimo. Yo me sueño todas las noches caminando, hablando, encontrándome con la gente y me siento muy feliz cuando logro ver a la gente que de pronto viene a Bogotá o cuando tengo la oportunidad de ir por un tiempo corto.

Yo digo, no se cansen, no se desanimen, no se dejen dividir, no se olviden nunca que la fuerza de los pobres es su unidad y la unidad es lo que más le gusta a mi Dios. Dios es como un papá o mamá, a los padres les duele cuando los hijos se ponen bravos, cuando se pelean, cuando tiene problemas y se alegran cuando ven a sus hijos unidos, que unidos buscan el bien de la familia, así es mi Dios.

A Él le duele toda división, toda violencia, toda muerte, toda injusticia y le alegra la unidad. Sinceramente quisiera decir una palabra a la comunidad referente a la Minga y es que me alegró ver que en el segundo congreso en Tacueyó se renovó el compromiso de la minga.

La minga es el camino, es el camino para los pobres, lo pobres podrán cambiar este mundo solamente si hacen minga. Los pueblos indígenas lo han mostrado, si algo se ha logrado en el norte y si algo se ha podido realizar es porque las comunidades estuvieron unidas.

Yo recuerdo con mucha nostalgia las asambleas en Corinto, Miranda, Jambaló, Canoas, Caloto, bueno en todas las asambleas que tuve la suerte de participar. A mi me alegraba ver a la gente reunida, porque sentía que desde esa unidad salía el futuro de la comunidad y esto es lo que deseo de verdad.

A mí me duele cuando oigo que hay divisiones y contradicciones aunque sean normales, porque es normal que a veces por la debilidad nuestra como humanos haya situaciones difíciles, pero me duele, como me duele cuando escucho que mataron, que asesinaron que hicieron daño a la comunidad o la vida de las personas.

Pero tenemos que seguir y yo creo que el norte tiene un gran futuro. Es un nombre bonito y el norte no es solamente un lugar geográfico, es también un lugar espiritual, porque el norte del Cauca, tiene que ser el norte no solamente de los pueblos indígenas, sino el norte de todos los que esperan, sueñan y trabajan para que nazca otro mundo.

Yo lo sueño, lo deseo y mucho le pido a mi Dios que de verdad anime los corazones de todos para que desde el más pequeño al más grande, cada uno aporte desde sus posibilidades y capacidades para que este sueño se haga realidad.

Por eso le repito a todos, no se casen y no se desanimen porque a pesar de todas las dificultades Dios está con nosotros, el espíritu de Dios que animó el camino de los antepasados, de los mayores, el camino de la Gaitana, de Juan Tama, de Quintín Lame, de Anatolio Quirá, de Cristóbal Secue, el camino del padre Álvaro, ese Dios, es el Dios da la vida y anima.

Ese Dios tiene que animar el camino de todos, para que cada uno se sienta protagonista en la construcción de este mundo nuevo. Nosotros lo llamamos el otro mundo posible y necesario, Jesús lo llamaba el reino de Dios, pero eso es lo mismo. Ese mundo donde reina la prepotencia, la violencia, injusticia, la contaminación y la apropiación indebida de los bienes de la tierra no debe ser, sino el mundo donde reine la justicia, el respeto de la naturaleza y la valoración de todo lo bueno.

A este propósito, me entusiasmó mucho leer en el texto que encontré de la Declaración Final de II Minga de Pensamiento de Tacueyó, el pedazo donde decía que "El mandato a los responsables del plan de vida en todos los niveles es que todas las acciones se deben guiar por principios propios de respeto de la Madre Tierra, consolidación de la autonomía, fortalecimiento de la identidad cultural, integralidad, reciprocidad, interculturalidad, solidaridad entre comuneros y comunidades, participación, el respeto, consulta a las comunidades, mas no a políticas externas. No queremos ser mandaderos del Estado, ni de las empresas, ni de las iglesias, ni de la insurgencia".

Esto me pareció tan bonito, porque es claro que no queremos ser mandaderos, no queremos vender nuestra consciencia, nuestra acción y nuestra vida. Queremos ser humildemente, pero con mucha responsabilidad protagonistas y dejarnos guiar por los valores que he enunciado, que me parecen tan nasas y tan cristianos al mismo tiempo.

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