Por: Luis Javier Caicedo
A pesar de los 100 kilómetros que las separan, resulta increíble la semejanza que existe entre las ciudades de Riosucio, municipio de Caldas, y Medellín, la capital de Antioquia. Un repaso a la historia antigua permite apreciar que ambas ciudades comparten el mismo origen temporal y simbólico.
En primer lugar, los españoles llegaron casi al mismo tiempo tanto a la Vega de Supía, donde se ubica Riosucio (Juan Vadillo, 1538), como al Valle de Aburrá, locación de Medellín (Jorge Robledo, 1541).
Pasadas seis décadas, la Real Audiencia de Santafé de Bogotá ordena sendas visitas a las provincias de Antioquia y de Anserma. En la primera, el oidor Francisco Herrera Campuzano funda en 1616 ocho pueblos de indios, con sus respectivos resguardos, entre ellos el pueblo de indios de San Lorenzo de Aburrá (donde hoy es el barrio El Poblado). La Provincia de Anserma es visitada en 1627 por el oidor Lesmes de Espinosa y Saravia, quien funda siete pueblos de indios, entre ellos el de San Lorenzo y el de La Montaña en la Vega de Supía.
En los resguardos indígenas comienza el culto a la Virgen de la Candelaria: En San Lorenzo de Aburrá ya se documenta antes de 1630, y en la Vega de Supía el territorio de los indios de La Montaña adopta el nombre de Resguardo Indígena de Nuestra Señora de la Candelaria de la Montaña, en el mismo siglo XVII, sin que se precise el año.
Con la creación de los pueblos de blancos, mulatos y mestizos el culto a la Virgen de las Candelas sale de los pueblos de indios y se radica en las nuevas poblaciones: En el Valle de Aburrá dicho culto se traslada en la década de 1640 para cerca de la quebrada de Aná (hoy quebrada Santa Elena), donde en 1675 se funda la villa de la Candelaria de Medellín, erigiéndose la iglesia de La Candelaria en su plaza principal. En la Vega de Supía se funda en 1819 el poblado de Riosucio, por la unión del pueblo de indios de La Montaña con el pueblo mulato del Real de Minas de San Sebastián de Quiebralomo, y en la nueva población se levantan las iglesias de La Candelaria y de San Sebastián, con sus respectivos parques.
Para completar el cuadro, las nuevas poblaciones de Medellín y Riosucio desplazan en importancia a sus ciudades matrices: Medellín ocupa el lugar de Santafé de Antioquia y Riosucio de alguna manera el de la ciudad de Anserma. En 1626 Medellín consigue erigirse en capital de la provincia de Antioquia. En 1905 Riosucio compite con Manizales para ser la capital del nuevo Departamento de Caldas, escogiéndose la segunda.
Tantas similitudes como las señaladas componen la justificación necesaria para que las ciudades de Medellín y Riosucio transformen sus relaciones de mera vecindad en sinergias que potencien el tejido de lazos comunes, pese a la larga historia de desencuentros entre antioqueños y caucanos en el territorio riosuceño.
FUNDACIÓN DEL PUEBLO DE INDIOS DE SAN LORENZO DE ABURRÁ, SU INFLUENCIA EN LOS ORÍGENES DE MEDELLÍN Y EL INICIO DEL CULTO A LA VIRGEN DE LA CANDELARIA EN ESTA CIUDAD
Desde finales del siglo XVI la Real Audiencia de Santafé de Bogotá envió a sus oidores a recorrer el naciente país del Nuevo Reyno de Granada en las llamadas “Visitas a la tierra”, las cuales tenían por objeto garantizar la subsistencia de los diezmados indios, investigar a los encomenderos, organizar los tributos y mejorar las poblaciones. En 1614 el oidor Francisco Herrera Campuzano fue comisionado para realizar la primera visita a la provincia de Antioquia. Luego de recorrer el nordeste del actual departamento llegó a Santafé de Antioquia, donde en julio de 1615 ordenó la construcción de ocho pueblos de indios, cada uno con sus respectivas tierras de resguardo, uno de ellos en el Valle de Aburrá, al que le dio el nombre de San Lorenzo de Aburrá[1].
El objetivo era reducir o congregar a los indios que hasta entonces vivían dispersos en las haciendas de los españoles en un pueblo donde vivieran civilizadamente como españoles, pudieran ser adoctrinados en la religión cristiana y quedaran a salvo de los abusos de los encomenderos, quedando anexos a reales de minas o a haciendas ganaderas. En el caso de San Lorenzo, su fundación tuvo la finalidad táctica adicional de trasladar allí a unos indios del norte de Antioquia para evitar que se escaparan hacia las tierras vecinas de Urabá y Alto Sinú, donde los pueblos Urabaes y Guazuces se mantenían en guerra contra los españoles. De esta manera en el pueblo y resguardo de San Lorenzo de Aburrá fueron concentrados los indios Aburraes (naturales de la tierra); los indios Yamecies (trasladados de Zaragoza), y los indios Peques, Ebéjicos y Noriscos (trasladados del eje Dabeiba-Peque-Ituango).
En la ciudad de Santa Fe de Antioquia, a ocho días del mes de julio de mil y seiscientos y quince años, el señor licenciado don Francisco de Herrera Campuzano, del consejo del Rey Nuestro Señor, oidor de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada y visitador general de esta Gobernación de Antioquia […] Dijo que mandaba y mando que se hagan tres poblaciones de todos los indios de [la jurisdicción de] esta ciudad: que la una se haga en el sitio que llaman del Pie de la Cuesta, y la otra en el hato Viejo que llaman de doña María de Quesada […] y que la tercera se haga en el Valle de Aburrá […]
Y en el sitio del Valle de Aburrá [se pueblen] el repartimiento de Norisco, encomendado en el capitán Alonso de Rodas el mozo, que son seis indios útiles y catorce personas.
El repartimiento de Aburrá y Yamecíes de que se dice encomendero el capitán Alonso de Rodas el viejo, que son todos veinte y cinco indios útiles, seis reservados, uno ausente y setenta y siete personas de mujeres e hijos.
El repartimiento de Peque y Ebéjicos de la dicha encomienda del dicho Alonso de Rodas el viejo, que son cincuenta y cinco indios útiles, quince reservados, un cacique y doscientas personas de mujeres e hijos.
Todos los cuales dichos indios y sus familias en la manera susodicha se pueblen en los dichos sitios y los dichos indios Peques y Ebéjicos se pueblen como dicho es en el dicho sitio de Aburrá, por cuanto esto conviene que se aparten más de esta ciudad [de Antioquia] y sitios antiguos suyos de Peques y Ebéjicos, donde, como se entiende, no estaban con la seguridad que convenía respecto de estar lejos de esta ciudad y ellos tan vecinos de los indios Guaçuçes y Urabáes de guerra, con quienes se comunicaban, por lo cual los tiene enviados Su Merced [el visitador Herrera] día ha, al dicho sitio de Aburrá. Y en cuanto a los Yamecíes de que se dice encomendero el capitán Juan de León del Castillo, se reserva proveer lo que convenga[2].
Al año siguiente el oidor Campuzano se dirigió al valle de Aburrá, donde el 2 de marzo de 1616 les hizo entrega material del resguardo a los indios del pueblo de San Lorenzo de Aburrá. El pueblo se fundó con 500 indios y su capilla estuvo ubicada donde hoy queda el barrio El Poblado de Medellín. El resguardo comprendió un territorio que iba, a lo largo, desde el cerro Nutibara (cerca al actual aeropuerto) hasta el Alto de Minas, y a lo ancho, de cerro a cerro. Es decir, todo el sur del valle de Aburrá.
[El visitador] dijo que señalaba y señaló a los dichos indios de la dicha población de San Lorenzo de Aburrá y para sus sucesores por términos y resguardos, para sus rozas, labranzas y sementeras, ejidos propios, pastos y baldíos, y para sus bestias y ganados y crianza de ellos, desde la quebrada que llaman de Agua Sal, que está de la otra banda del dicho río de Aburrá, hasta donde entra y se junta con él, y el dicho río de Aburrá arriba hasta el mogote y cerrillo redondo que está en medio de dicho valle, y del dicho cerrillo a dar al sitio de la casa de Antón, y de allí al sitio que llaman de los asientos viejos de los indios de Aburrá, que llaman el Guayabal, y de allí cortando al bermejal, y de allí todo el camino adelante que va al Ancón de los Yamecies hasta llegar a la quebrada que llaman de La Sal, que baja del dicho Ancón, y toda la dicha quebrada desde el dicho camino hasta donde se junta con el dicho río de Aburrá, y de allí el dicho río arriba hasta llegar a la cumbre y nacimiento de él, de allí en volviendo por las cabezas del dicho valle y lomas y cumbres altas hasta caer otra vez al primer lindero de la dicha quebrada de Agua Sal, hasta donde se junta con el dicho río de Aburrá, aguas vertientes a él y a la población debajo de los linderos dichos.
Todas las cuales dichas tierras, montes y cañaverales y sabanas [inclusas] en los dichos términos señalaba y señaló, adjudicaba y adjudicó a los dichos indios de la dicha población de San Lorenzo de Aburrá para sus tierras y resguardos, que todas ellas las gocen y posean, labren y cultiven y traigan sus bestias y ganado, y hacen de ellos como suyas propias […] y que ninguna persona ocupe las dichas tierras ni parte alguna de ellas, so pena de $ 300.oo pesos oro de veinte quilates para la Cámara de su Majestad, en que desde luego les da por condenados lo contrario haciendo, y que se les demolerá a sus costas lo que dentro de dichas resguardos se edificare y los que se sembrare sea para los dichos indios las dichas tierras a las cuales dejen libremente. Y da por ninguno [¿nulo?] y de ningún valor cualesquier título que tuvieren cualesquier persona para que no usen de ellos en cuanto a lo que queda in uso [sic] y comprendidos dichos resguardos[3].
Treinta años después de fundado el pueblo de San Lorenzo, a una legua escasa río abajo de él, cerca de la quebrada de Aná (hoy quebrada de Santa Elena), y por fuera de las tierras del resguardo ya que en éste no podían instalarse individuos distintos a los indios, empezó a surgir un caserío espontáneo alrededor de una capilla particular.
Sobresalían por su ubicación las fincas de Aná, en tierras que habían pertenecido al gobernador Rodas, y pasado por herencia a su hijo y yerno, el también gobernador Alarcón; más adelante las remató un minero de Remedios, el capitán Fernando de Caicedo, quien vendió el hato y parte de las tierras al cura de allá, el citado doctor Miguel de Heredia, en la enorme suma de once mil pesos de oro. Éste levantó una ermita en su finca; pero una vez fallecido, sus herederos toleraron el asentamiento de una ranchería a la vera de la quebrada de Aná, en tanto que otros vecinos se establecieron en las cercanías de tal ermita, como dueños de solar o como simples invasores. La capilla, un poco mejorada, ya servía para oficiar en 1649, cuando las tierras del hato eran objeto de disputas entre los nuevos propietarios de Aná -unos mulatos Acevedo Reyes-, los vendedores y los invasores del mismo. Para mostrar el aliento y dinamismo de Aná, uno de los demandantes declaró que ‘se ba haciendo una gran población donde hay plasa, y solares y casas’. Esa ranchería informal y espontánea fue la originaria del sitio de Aná, y germen de la futura villa” [4].
Por razones que aún se desconocen (tal vez los indios se devolvieron para sus antiguos territorios) San Lorenzo de Aburrá se despobló rápidamente y en 1639 sólo quedaban 12 indios útiles y sus familias (60 personas en total). Esta circunstancia dio lugar a que ese año el gobernador de Antioquia desgajara una gran porción del resguardo a favor de Fernando Toro Zapata, descubridor de la minas de oro de Guarne y Santa Rosa de Osos y que en 1664 se desgajara otro tanto a favor de Antonio de Atehortúa[5].
Sobre la base del caserío espontáneo del sitio de Aná se fundó el 2 de noviembre de 1675 la villa de Nuestra Señora Candelaria de Medellín. Para ese momento quedaban algunos indios en el pueblo de San Lorenzo, unos pocos estaban instalados en la villa y un asentamiento indígena importante se había formado en La Culata de Iguaná (hoy San Cristóbal)[6].
Al siguiente año de la fundación se organizó la traza urbana de Medellín, ordenando el naciente Cabildo el desalojo de los indios, mulatos y mestizos que vivían en el marco de la plaza principal, su reubicación en los arrabales del villorrio y la reasignación de los lotes de la plaza entre las personas ilustres:
Todas las casas que estuvieran atravesadas por donde hubiere de pasar calle o hubiere de ser plaza principal o de alguna iglesia se derribe o la parte que así estorbase, siendo en cosa notable contra el lustre y ornato de tal calle o plaza, sin que pierda el dueño la acción al sitio en el mismo paraje, retirándose lo necesario y que los indios, mulatos y mestizos que viven inmediatos a la plaza principal se retiren a los arrabales, donde se les dé solares y los que tuvieren ocupados en lo inmediato a la dicha plaza se repartan a las personas españoles y de más lustre[7].
Transcurridos diez años de fundada la villa, los indios que quedaban en el paraje de El Poblado fueron trasladados para el actual municipio de La Estrella, al sur del Valle de Aburrá, procediendo el Cabildo (o Concejo) de Medellín a disponer de las tierras que quedaban del resguardo, con lo que en 1685 se extinguió el pueblo de San Lorenzo de Aburrá[8].
Pese a su breve existencia de sesenta y nueve años (1616-1685), desde su fundación el pueblo de indios de San Lorenzo fue el escenario de una incipiente vida urbana de los aburreños, que entonces giraba en torno a la celebración de los rituales religiosos. En este sentido, desde antes de 1630 surgieron en el pueblo de indios de San Lorenzo, las fiestas de la Virgen de la Candelaria, celebradas el 2 de febrero[9]. Monseñor Piedrahita escribe que en aquel año fueron publicados los estatutos de la Cofradía de Nuestra Señora Candelaria, y agrega:
Claro que dicen las Constituciones que esta Cofradía quedaba fundada en el Poblado de San Lorenzo de Aburrá y al leer sus prescripciones se nota que las fiestas de La Candelaria se celebraban en el Templo de San Lorenzo, que aún no existía la Iglesia dedicada a la Virgen. También se dice en las Constituciones que antes de ese año de 1630 se celebraba ya la fiesta[10].
La misma racionalidad que identificaba religión con vida civil hizo que componentes esenciales del pueblo de indios de San Lorenzo se trasladaran para el centro de Medellín. Primero se mudó el culto a la Virgen de las Candelas para el sitio de Aná:
El padre [Juan] Gómez de Ureña fue nombrado también como vicario cooperador o coadjutor de la parroquia de Santafé de Antioquia, para que pudiera también atender, además de los indígenas, a los españoles y criollos, para lo cual construyó capilla en el Alto de las Sepulturas, en honor a Nuestra Señora de la Candelaria[11].
Esta primera capilla se trasladó luego a la plaza principal de la villa (hoy Parque de Berrío). El nombre de Nuestra Señora de la Candelaria se le puso a la villa desde 1670: Villa de la Candelaria de Aná, que la regente de España cambió por Villa de la Candelaria de Medellín, y en cuyo escudo figura la imagen de esta advocación[12]. En el Alto de las Sepulturas se construyó en 1828 el cementerio de San Lorenzo[13].
Detrás del culto de la virgen se trasladó para la villa la capilla doctrinera de San Lorenzo (la de El Poblado), debido a que el abandono terminó por derrumbarla:
El 20 de diciembre de 1720 el alférez Francisco de Aguirre solicitó al Cabildo tierra en los ejidos de la Villa para edificar el templo a San Lorenzo que se había caído en El Poblado. Dice que los indios se habían acabado y no había quedado quien cuidase la Iglesia por distar legua y media de esta Villa; la milagrosa imagen del Santo fue traída a La Candelaria pero allí no tiene altar ni hay donde hacerle capilla[14].
El Cabildo concedió los dos solares solicitados donde se construyó el nuevo templo de San Lorenzo, que quedó ubicado al frente sur de donde hoy se levanta el templo de San José, en el centro de la ciudad (calle Ayacucho con Avenida Oriental), pero que en ese tiempo quedaba por fuera del marco urbano, ya que eran ejidos o terrenos comunales[15].
Finalmente se trasladó el nombre de San Lorenzo como nomenclador urbano. Caído el templo del antiguo poblado y reconstruido en el sitio de Aná, los alrededores de la nueva capilla de San Lorenzo comenzaron a poblarse, hasta conformar un amplio sector urbano que tomó el nombre del santo. “Debido a que hacía veinticinco años se venía apreciando un crecimiento de la Villa en gentes y en edificios”, en 1800 el Cabildo de Medellín organizó la villa en dos grandes barrios: San Benito y San Lorenzo[16].
A mediados del siglo XIX esta capilla de San Lorenzo fue demolida, junto con la iglesia de San Francisquito que quedaba en la plaza principal, fundiéndose ambos lugares de culto en el templo de San José, el cual se construyó entre 1846 y 1851 y fue destinado a la devoción de San José, San Francisco y San Lorenzo.
Desde entonces, todos los alrededores de lo que hoy es la Parroquia de San José se denominaron barrio San Lorenzo. Quizá por esto el sitio donde estuvo el primitivo pueblo de los indios de San Lorenzo de Aburrá se quedó con el nombre de El Poblado a secas, mientras el de San Lorenzo pasó a señalar el nuevo templo y el nuevo barrio de Medellín[17].
En la iglesia de San José se conserva el cuadro con la imagen de San Lorenzo, el más antiguo que posee Medellín, pintura perteneciente a la escuela santafereña y que lleva la inscripción: “Pintao en el Reyno año de 1617” y que fue obsequiado a los indios por el oidor Herrera Campuzano[18].
Los hechos contenidos en el presente relato destacan la importancia que tuvo para el poblamiento del valle del Aburrá y en particular para la configuración del ethos o identidad de la ciudad de Medellín, en sus elementos sociales, territoriales, religiosos, urbanísticos y lexicales, la fundación del pueblo de indios de San Lorenzo de Aburrá el 2 de marzo de 1616, cuyo IV Centenario se cumple dentro de dos años.
Riosucio, 21 de junio de 2014
BIBLIOGRAFIA
Jaramillo, Roberto Luis. “De pueblo de aburráes a Villa de Medellín”, en: Jorge Orlando Melo, editor. Historia de Medellín. Tomo I. Suramericana de Seguros, 1996.
Montoya Guzmán, Juan David y José Manuel González Jaramillo, transcriptores. Visita a la provincia de Antioquia por Francisco de Herrera Campuzano, 1614-1616. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2010, 458 págs. Colección Bicentenario de Antioquia.
Piedrahita Echeverri, Javier.
- Documentos y estudios para la historia de Medellín. Concejo Municipal, 1975 aprox.
- Monografía histórica de la Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria. Medellín, s. e., 2000, Año del Gran Jubileo de la Redención.
- El templo y la parroquia de San José, 1720-1991. Concejo de Medellín, 1993.
- Del poblado de San Lorenzo a la Parroquia de San José del Poblado, 1876-1976. Medellín, Secretaría Departamental de Educación y Cultura, 1976.
Rodríguez, Pablo. Cabildo y vida urbana en el Medellín colonial, 1675-1730. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1992.
Vargas, Patricia. “Los emberas y los cunas en frontera con el imperio español. Una propuesta para el trabajo complementario de la historia oral y de la historia documental”, en: Boletín del Museo del Oro, Nº 29 de 1990 (http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/bolmuseo/1990/ocdi29/ocdi04g.htm).
[1]Los otros pueblos de indios fueron Corcora, Santiago de Arate, San Sebastián de Ormana, San Francisco de Tacu, San Antonio de Buriticá, Nuestra Señora de Sopetrán y San Juan del Pie de la Cuesta. Los cuatro primeros, con el de San Lorenzo de Aburrá, desaparecieron. Los tres últimos se convirtieron en los actuales municipios de Buriticá, Sopetrán y San Jerónimo.
[2]Montoya Guzmán, Juan David y José Manuel González Jaramillo, transcriptores. Visita a la provincia de Antioquia por Francisco de Herrera Campuzano, 1614-1616. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2010. Colección Bicentenario de Antioquia, pág. 332.Es de anotar que el valle surcado por el río Aburrá fue explorado por los españoles en 1541 y las primeras mercedes de tierras se adjudicaron desde 1574 a Gaspar de Rodas, el gobernador español de la provincia de Antioquia.
[3]Auto del 2 de marzo de 1616 de Francisco Herrera Campuzano, transcrito por Javier Piedrahita Echeverri, presbítero. Documentos y estudios para la historia de Medellín. Concejo Municipal de Medellín, ca. 1975, pág. 121.
[4]Roberto Luis Jaramillo. “De pueblo de aburráes a Villa de Medellín”, en: Jorge Orlando Melo, editor. Historia de Medellín. Tomo I. Suramericana de Seguros, 1996, págs. 111-112. Hasta 1966 se consideraba que el pueblo de San Lorenzo de Aburrá era el germen de la fundación de Medellín. Investigaciones posteriores aclararon que dicho origen era el sitio de Aná, pues éste y el de San Lorenzo fueron procesos poblacionales sustancialmente diferentes.
[5]Javier Piedrahita Echeverri, monseñor. Monografía histórica de la Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria. Medellín, s. e., 2000, Año del Gran Jubileo de la Redención, págs. 36 y 37.
[6]Matrícula o censo del 19 de octubre de 1675, en: Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, págs. 240-247.
[7]Acuerdo de 1676 del Cabildo de Medellín, citado por Pablo Rodríguez. Cabildo y vida urbana en el Medellín colonial, 1675-1730. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1992, pág. 43.
[8]“El Cabildo determinó que los indios tenían que vivir en San Lorenzo, los españoles en la planta de la Villa o sus haciendas y los mestizos y mulatos en el barrio de los Guanteros. Hay muchas determinaciones del cabildo sobre El Poblado de San Lorenzo y sobre los indígenas. Estos fueron nuevamente poblados en 1685 por el gobernador Francisco Carrillo de Albornoz en La Estrella y las tierras de El Poblado quedaron entonces a disposición del Cabildo” (Javier Piedrahita Echeverri, Del poblado de San Lorenzo a la Parroquia de San José del Poblado, 1876-1976. Medellín, Secretaría Departamental de Educación y Cultura, 1976, pág. 32).
[9]El culto a la Virgen de las Candelas tiene origen en las Islas Canarias. Hoy las fiestas del 2 de febrero se celebran en varias partes de Colombia, entre ellas Riosucio (Caldas). Sucedió que diez años después de la visita de Herrera Campuzano a Antioquia se produjo la visita de Lesmes de Espinosa y Saravia a la provincia de Anserma, donde en marzo de 1627 este oidor creó los Resguardos Indígenas de San Lorenzo y de Nuestra Señora Candelaria de la Montaña, por encima de la Vega de Supía. En Riosucio se considera que “profundos sentires indios fueron suplantados por el fuego grande de la Virgen de la Candelaria […] En la devoción de La Candelaria encontraría el indio mitayo [indio de la mita minera] la última esperanza de conservar aunque fuera el fantasma de sus antiguas devociones. Miles no volvieron a salir de los socavones debido a los trabajos forzados a los que fueron sometidos. Otros tantos sucumbieron al clima y los malos tratos en las arenas auríferas de hondonadas y cañadas malsanas. En socavones y cavernas ardían fuegos sagrados, santuarios subterráneos donde realizaban ritos a sus deidades. La Virgen de la Candelaria sería el puente para mantener la memoria con esos remotos vínculos” (Héctor Jaime Montoya Hoyos. Virgen de la Candelaria de la Montaña, Riosucio, Caldas. Manizales, Ed. Manigraf, 2011, págs. 10 y 22). Otros riosuceños asocian la Virgen de la Candelaria con la chicha, y por esta vía con la Madre Tierra.
[10]Javier Piedrahita Echeverri, Monografía…, pág. 34.
[11]Javier Piedrahita Echeverri, El templo y la parroquia de San José, 1720-1991. Concejo de Medellín, 1993, pág. 6. Que el sitio de Aná se localizó en el Alto de las Sepulturas lo afirma también Roberto Luis Jaramillo, aunque especifica que quien construyó la capilla fue el padre Miguel de Heredia.
[12]La actual Basílica Menor de La Candelaria fue construida entre 1660 y 1676, pero como quedó mal hecha fue vuelta a hacer en 1779 (Javier Piedrahita Echeverri, El templo y la parroquia…, págs. 548 y 550).
[13]Uno de los cambios que produjo la Independencia fue ordenar que los muertos no se enterraran en los templos sino que se construyeran cementerios en las afueras de las poblaciones. Así surgió el Cementerio Central de Bogotá en 1826 y dos años después el de San Lorenzo en Medellín. Los pudientes de la ciudad levantaron el Cementerio de San Pedro en 1842 (http://www.cementeriosanpedro.org.co).
[14]Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, pág. 711.
[15]Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, pág. 711.
[16]Al barrio San Lorenzo se le asignaron los siguientes linderos: “Desde la orilla de la quebrada de Aná que corre a las márgenes de esta Villa siguiendo la calle del resbalón en derechura hasta los asientos de la iglesia demolida de San Roque siguiendo esta vuelta a salir a la calle de la carrera que es la real del barrio de Guanteros, inclusive todo éste y el camellón hasta deslinde con el Partidario de la Quebrada arriba (Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, pág. 713).
[17]Javier Piedrahita Echeverri, Del Poblado…, pág. 33. Entre tanto, el antiguo terreno de San Lorenzo tomó el nombre de Aguacatal. El 7 de diciembre de 1781 se creó la pedanería de Aguacatal, que con la Independencia pasó a ser alcaldía parroquial y en 1855 inspección de Medellín. Sobre las ruinas de la primitiva iglesia doctrinera de San Lorenzo se levantó en 1845 la actual iglesia de San José “en el paraje de El Poblado”, por traslado que se hizo de la iglesia de San Blas que quedaba a la orilla del río (ídem, pág. 41).
[18]Javier Piedrahita Echeverri, El templo y la parroquia de San José…, pág. 7.
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