En carta al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el Premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, le dice que no se deje dominar por la ambición del poder para imponer sus intereses políticos, económicos y militares, convirtiendo y transformando a los EE.UU. en un Estado terrorista.
Esquivel asegura que los pueblos del mundo no se dejarán engañar por las campañas de desinformación y mentiras, que algunos medios de comunicación “utilizan como acción psicológica”, mostrando a los soldados norteamericanos y británicos en actos caritativos, regalando caramelos a los niños iraquíes, “después de masacrar a sus familias y bombardear a la población”.
El Premio Nóbel de la Paz le dice al presidente Bush que “el Dios de la vida te pedirá cuenta de tus crímenes. Eres responsable de crímenes de lesa humanidad y serás juzgado por tantas muertes y dolor contra el pueblo de Irak y otros pueblos”.
En una despedida categórica el pacifista argentino sostiene que “no puedo darte mi saludo de paz y bien, porque no crees en la paz y no practicas el bien. Sí puedo decirte que te arrepientas de tus crímenes y repares el mal que haces”.
Actualidad Étnica presenta el texto completo de la misiva, en pro de contribuir a las miles de voces que siguen clamando para que cese la invasión angloamericana.
Buenos Aires, 9 de abril de 2003
Sr. Presidente de los EE.UU.
George W Bush
No sé si leerás esta carta, no porque no te llegue, sino porque eres incapaz de leerla, porque tu corazón está endurecido por el odio y los miedos, no tienes capacidad ni coraje para abrir tu mente y espíritu a la compasión. A pesar de todo, no puedo dejar de enviártela, porque si tú no la lees, estoy seguro que la leerán muchos hombres y mujeres, los que te piden que detengas la masacre contra el pueblo iraquí.
Cuando decidiste la invasión a Irak, a pesar de la oposición de los pueblos del mundo, no escuchaste su clamor de “No a la Guerra, si a la Paz”; cerraste tus oídos y tu corazón cuándo las Naciones Unidas, las iglesias, las organizaciones humanitarias y de derechos humanos, reclamaban que debía imperar el Estado de Derecho y el respeto de los pueblos. Tú no estabas dispuesto a oírlo.
Te expresaba en otra carta, que no desafíes a Dios, que no construyas la torre de Babel de la in-misericordia y el odio, que no te dejes dominar por la ambición del poder para imponer tus intereses políticos, económicos y militares. Te decía que reflexiones, porque lo que siembras, recoges. Lamentablemente no sabes honrar la vida, haz dañado profundamente a toda la humanidad y a tu propio pueblo.
Ganarás batallas con tu ejército imperial y el de tus aliados; podrás demostrar el poderío de las armas y la alta tecnología de muerte; pero nada de eso te da la razón La mayor de tus derrotas es que perdiste el respeto de los pueblos del mundo, y ganado el rechazo en la conciencia de la humanidad, por todos los crímenes cometidos. En ésta fuga hacia adelante te acompañan tus aliados de la muerte: Tony Blair, José María Aznar y Australia.
Ocultas los verdaderos motivos de la invasión a Irak y buscas justificar las masacres para apoderarte de los recursos del petróleo iraquí, y dominar el Medio Oriente para imponer tus planes de hegemonía mundial y la dictadura globalizada. Has transformando a los EE.UU. en un Estado terrorista. ¿Necesitaste masacrar al pueblo de Irak, matar niños y mujeres para sacar a un dictador que fue tu aliado?.
Es necesario hacer memoria, no para quedarse en el pasado; nos debe iluminar el presente. La larga historia de invasiones lo confirma, Vietnam, Camboya, Yugoslavia, Nicaragua, El Salvador, Santo Domingo, Haití, Cuba, y las dictaduras militares que los EE.UU. impusieron; la actual militarización y bases militares en toda América Latina, y en otras partes del mundo. Podrás dominar militarmente, pero nunca podrás convencer.
Los pueblos no se dejan engañar por las campañas de desinformación y mentiras, que los medios de comunicación cómplices utilizan como acción sicológica, mostrando a los soldados norteamericanos y británicos en actos caritativos, regalando caramelos a los niños iraquíes, después de masacrar a sus familias y bombardear a la población ¿Cómo tratarás de justificar tus crímenes, que llamas “daños colaterales”?.¿Cómo explicarás al mundo que buscas destruir las Naciones Unidas y desconoces el derecho internacional, para aplicar tus políticas de dominación, sin importarte el costo humano y la destrucción de otros países, aplicando el terrorismo de Estado?.
¿Cómo justificar lo injustificable? ¿Puedes dormir sin que tu conciencia te castigue? Tu ejército bombardea con miles de misiles, ciudades y población civil; arroja “bombas racimo”, de color amarillo y paquetes de comida de color amarillo, contra el pueblo; métodos aberrantes empleados en Vietnam, Camboya y en la guerra del Golfo Pérsico. Bombas y comida son tus “medicinas de la muerte”. Tus generales dicen que ellos no cuentan cadáveres; cuentan las bombas que los producen.
La perversión no tiene límites; pero dices orar a Dios y te crees un predestinado para la humanidad. Lo mismo pensaba Hitler al desatar su locura y querer dominar el mundo. El Dios de la Vida te pedirá cuenta de tus crímenes. Eres responsable de crímenes de lesa humanidad y serás juzgado por tantas muertes y dolor contra el pueblo de Irak y otros pueblos.
El mundo ve con horror que repartes lo que no te pertenece, que las aves de rapiña que te rodean, están al acecho para lanzarse sobre los despojos y la sangre del pueblo iraquí, para hacer negocios con el petróleo. Hablan de la “reconstrucción de Irak”, colonizado y sometido a los intereses de los EE.UU., y piensan cuanto ganarán.
Hablas de Dios. Y reniegas de Dios. Hablas de libertad y destruyes la libertad. Hablas de democracia y dignidad, y no vacilas en sacrificarlas en el altar del dios Molok, tu dios de destrucción y muerte. Hablas de los derechos humanos, violándolos sistemáticamente.
Las Naciones Unidas son un estorbo para tus intereses. O se someten a tu voluntad, o la destruyes. Pretendes constituir un tribunal para juzgar a tu ex aliado, Saddan Hussein, porque ya no te sirve; pero desconoces la Corte Penal Internacional para juzgar los crímenes de lesa humanidad. Quieres lograr la impunidad de los crímenes de tus soldados y la de ti mismo. No desafíes a Dios y a los Pueblos del mundo. Los imperios caen, por más poderosos que sean.
Pudiste sembrar la Paz y la Solidaridad y no lo hiciste. Pudiste generar programas para la vida y desarrollo de los pueblos y no lo hiciste. Elegiste el peor de los caminos. ¿Quiénes serán tus próximas víctimas?
No puedo darte mi saludo de Paz y Bien, porque no crees en la Paz y no practicas el Bien. Sí puedo decirte que te arrepientas de tus crímenes y repares el Mal que haces.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nóbel de Paz
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