Los Waunan, se sienten un solo grupo, a pesar de habitar 4 zonas diferentes: Medio y Bajo San Juan; Bajo Atrato (río Chintadó); Panamá y costa Pacífica y, por último, la llamada “Serranía Waunan” en el municipio chocoano del Bajo Baudó.
Cuando se llega a una comunidad indígena del Chocó, lo primero que se tiene ante los ojos son las viviendas. Tradicionalmente, las viviendas o tambos se construyen sobre cuatro pilotes principales que suelen ser de guayacán, a una altura promedio de dos metros sobre el suelo para evitar problemas de humedad y el ingreso de animales a la vivienda. Los techos son cónicos, construidos con hojas de palma de diversos tipos y con dos técnicas fundamentalmente: “hoja raspada” y “hoja entera”. En la vivienda tradicional no existen divisiones internas ni paredes, aunque hay una distribución del espacio en términos de su funcionalidad. Sus pisos son de corteza de palma.
La vivienda en transición es la que actualmente más se ve en las comunidades. El techo cónico es reemplazado por otro de tipo rectangular hecho en palma y posteriormente cambiada ésta por láminas de zinc o asbesto. El piso empieza a hacerse de madera aserrada y se comienzan a apreciar medias paredes en la parte exterior de la vivienda.
Las mujeres indígenas usan el cabello largo hasta la mitad de la espalda, llevan el torso descubierto y adornado con pesados collares de chaquiras de distintos colores (cuentas de porcelana traídas desde Panamá o compradas en Quibdó), con preferencia tonalidades fuertes. Cubren sus caderas y genitales con una tela en colores vistosos de 70 centímetros de ancho por 2.5 metros de largo que envuelven en su cintura a modo de falda. Esta tela (paruma) es preferida por las mujeres embera estampada, mientras las waunan la prefieren de un solo color.
Los hombres visten generalmente con una tela de un metro de largo por 20 centímetros de ancho llamada guayuco o pampanilla (antiá, en lengua embera), la cual sostienen a la cintura con un cordel. Con ella cubren sus genitales. Es común, también, ver a los indígenas usar pantalonetas y camisetas, sobre todo cuando bajan a los pueblos de los negros.
Para adornarse, utilizan collares tejidos en nylon y chaquiras, llamados okama, y otros con cuentas de plata, manufacturados por joyeros indígenas. La plata la consiguen de monedas antiguas que han pasado de generación en generación, También utilizan las monedas de 20 y 50 centavos para hacer las cuentas de los collares. La forma de estas cuentas es muy variada: gotas de agua, cocodrilos y otras de tipo geométrico. Así mismo, los hombres utilizan aretes, anillos y narigueras, aunque es difícil hoy en día ver un joven usándolas.
Un elemento de suma importancia en la indumentaria indígena es la jagua (kipara en lengua embera). Es una fruta silvestre (Genipa americana) la cual después de rallada y escurrida produce un zumo transparente que al secarse sobre la piel se vuelve negro. Con pinceles vegetales, dibujan en su cuerpo figuras con infinidad de significados. Hay motivos diferentes según la persona que la use (si es chamán, mujer, adolescente, etc.), la situación en que se utilice o la motivación que se tenga.
Los chamanes (Benkún para los waunan) juegan un papel muy importante en el mantenimiento de la identidad de estos grupos indígenas. Son quienes controlan los espíritus. Pueden ser hombres o mujeres. Todos los adultos han aprendido en el transcurso de sus vidas el uso de ciertas plantas medicinales y/o mágicas, pero para convertirse en chamán se necesita más que el manejo mecánico de fórmulas y objetos. Esta habilidad se adquiere con el aprendizaje, el cual está abierto para cualquier persona que pague para ello. En el proceso de aprendizaje del chamán intervienen muchos maestros. Cada uno de ellos enseña a su aprendiz, además de los aspectos secretos de las plantas medicinales, a llamar y controlar ciertos espíritus. Mientras mayor sea la cantidad de maestros que un chamán vaya teniendo, mayor la cantidad de espíritus que puede controlar y, por lo tanto, mayor su poder y reputación.
Los indígenas Waunan al igual que el resto de indígenas del Chocó logran abastecerse de los elementos necesarios para su subsistencia a partir de cuatro actividades económicas fundamentalmente: La caza, la pesca, la agricultura y un incipiente intercambio comercial con negros y blancos. Todas ellas conforman un sistema, adquiriendo cada una un peso específico diferente según la región en que se encuentren ubicadas las comunidades.
Hay zonas donde la explotación forestal por parte de compañías madereras, que han ejercido labores extremadamente depredadoras, afecta de manera absoluta el ecosistema propio de la Selva Superhúmeda Tropical propio de la cuenca del Pacífico. Estas actividades han implicado para las comunidades indígenas una situación de adecuación a una realidad distinta a la que sus mecanismos culturales han respondido durante milenios.
El indígena ha encontrado en la selva todo lo necesario para su supervivencia. Si tenemos en cuenta las necesidades de consumo de nutrientes en términos de proteínas, carbohidratos, lípidos y vitaminas, encontramos que estas necesidades eran fundamentalmente cubiertas por los recursos disponibles a partir de las prácticas de cacería, recolección, pesca y agricultura, que caracterizaron hasta hace pocos años su economía. Hoy en día, como ya se dijo, estas actividades deben ser complementadas con algún tipo de intercambio comercial, ante la disminución de la disponibilidad de alimentos el medio ambiente selvático circundante.
Lo mismo ocurre en lo que al cubrimiento de otras necesidades culturales se refiere. Es el caso de la medicina tradicional. Gran cantidad de plantas necesarias para el tratamiento de enfermedades empiezan a desaparecer. En un taller realizado en el bajo San Juan con asistencia de varios chamanes, se lograron ubicar cerca de 1.150 especies diferentes de plantas utilizadas para el tratamiento médico. Lo preocupante es que el 30 por ciento de ellas son en la actualidad de muy difícil consecución. De igual manera, los materiales necesarios para la elaboración de canastos (cestería), para la construcción de las viviendas tradicionales, y las maderas para la elaboración de canoas, entre otros, se hacen cada vez más escasos y en algunas zonas incluso se han extinguido.
Ante la presión colonizadora ejercida sobre el territorio indígena por gentes negras, mineros del interior del país, grandes empresas madereras y el mismo Estado a través de sus macroproyectos para la cuenca del Pacífico, los indígenas chocoanos han optado por constituir su organización, la cual cuenta ya con más de 10 años de existencia. La Orewa (Organización Regional embera - waunan del Chocó) tiene como puntos fundamentales de su plataforma de lucha la “Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía”. Para lograr esto, desde su surgimiento la Orewa ha impulsado la organización de las comunidades del departamento bajo la forma de cabildos, reconocida por el Estado, y se ha valido de la legislación indígena existente para hacer valer sus derechos como minoría étnica.
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Fuente: JORGE TAMAYO. Las gentes del Chocó. En: COLOMBIA PACIFICO TOMO II - Pablo Leyva (ed.). Biblioteca Virtual Banco de la República.
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