"La matriz de la diferencia de los grupos étnicos con la sociedad dominante es la manera cotidiana de llevar la vida": Nina S. de Friedemann
La etnia Embera se encuentra fundamentalmente en los departamentos de Chocó, Valle, Cauca, Nariño, Risaralda, Córdoba, y en menor proporción en los departamentos de Putumayo, Caquetá, Meta, Santander y Antioquia. Según un estudio poscensal del DANE en 1997, 71.412 personas hacen parte del grupo Embera. Se caracterizan por patrones socioculturales tales como: viviendas circulares y cónicas; poblamiento disperso a la orilla de los ríos; una economía basada en la caza, la pesca y la recolección; una organización social propia y flexible (Londoño, 1990:15); una lengua específica y prácticas culturales ancestrales relacionadas con aspectos tan importantes como la vida, la enfermedad y la muerte.
La conquista y colonización de los indígenas Embera se inicia desde el siglo XVI, a través de métodos violentos que se encuentran con la fuerte resistencia de este pueblo aborigen. Luego de su fracaso militar, los españoles optan por el uso de la persuasión y de la seducción: mediante ofrendas, regalos y promesas de apoyo para enfrentar a tribus enemigas, pretenden conjurar las continuas rebeliones.
A partir del siglo XVII se produce una continua influencia cultural externa sobre los Embera que ha incidido fuertemente en la transformación de sus costumbres, formas de organización social y política, de sus sistemas de producción y de creencias. De allí que, como lo afirman algunos antropólogos, se desvirtúe la idea de una cultura indígena Chocó primigenia y se hable más bien de procesos de mayor o menor aculturación, sincretismos y readaptaciones (Pardo, 1996).
La gente de por allá, Chamíes
La Comunidad de Cristianía está localizada en una hermosa región de la cordillera occidental al suroeste del Departamento de Antioquia, en el municipio de Jardín. Son 325 hectáreas de una topografía quebrada por fuertes pendientes cubiertas de vegetación y bosque tropical, con un clima suave templado que oscila entre los 18 y 24 grados centígrados.
Los principales núcleos de población Embera-Chamí se encuentran en San Antonio del Chamí -Risaralda- y existen pequeños grupos en los municipios de Valparaiso y Bolívar (sur-oeste). Sus orígenes provienen de algunas familias que emigraron del alto San Juan a las montañas antioqueñas, en el año de 1823, y formaron en las cercanías del municipio de Andes el núcleo indígena de Caramanta. El poblado se inició con la llegada del Cacique José Vicente Guaticamá, quien se instaló con su prole en un sitio conocido como “La Bodega”. Luego, por obra y gracia del cura Ezequiel Pérez, a Caramanta se le cambia el nombre por el de Cristianía, que significa “soy cristiano”. De esta procedencia son conscientes los miembros de la comunidad. Por eso, Don Ignacio Yagar, cuenta en su español entrecortado, mientras se fuma un cigarrillo y escoge los granos de café tirados sobre la mesa:
"Del departamento del Caldas, de Río Sucio, Chamíes. Toda esa tierra, esa gente es de allá del departamento de Caldas. Una familia, según narraba mi papá y (...) los otros señores que murieron mas viejito que mi persona... Entonces un día cualquiera llegaron una gente de por allá (Chamíes) y se establecieron aquí en Cristianía. Se fueron quedando por aquí en Antioquia, vivían y convivían y ya se quedaron ... según la narración de los superiores. Y de ahí se aprende uno en el poco conocimiento que tiene...”
Luego viene una ofensiva colonizadora de la gente de Medellín y sus municipios vecinos -1840-, conocida como la colonización cafetera, que perpetúa esa tradición de despojos y violencias sobre los indígenas iniciada desde la conquista, para arrancarlos de la "Iujä" (tierra) y sus riquezas. Comienza así un largo proceso de luchas y confrontaciones con colonos que, mediante estrategias como el comercio y el compadrazgo, logran usurpar los derechos del indio sobre la tierra. Así lo recuerda el viejo cabildante de Cristianía y consejero, Libardo Niaza:
"Lo quitaron, cambiando terreno. Cuando eso era pura montaña todo esto. Fueron quitando ellos dizque cambiando por manta, cobija, pues, camisa ya usadas, machete. Todo usadas también. Con cualquier objeto por ahí iban cambiando. Y hacían compadrazgos primero para ellos convencer a los indígenas... Pues, ... se cargaban un hijo...dizque para familiarizarse, decirse amigo. Y(decían): compadre, que por qué usted no me ayuda a regalar un pedacito de tierra donde a mí me gusta, allí, o vamos a cambiar con este cosita... Y después ellos le iban ampliando hasta que le iban corriendo...(1)
Esta ofensiva expropiadora se complementa en el campo cultural con el proceso de aculturación iniciado por el sacerdote Ezequiel Pérez y la maestra Pepa Calderón, quienes desde 1917 empiezan la evangelización de los indígenas para "civilizarlos". La tarea consiste en sacar a los Embera de ese paganismo fundamentado en su relación con la naturaleza y sus fenómenos, en atacar sus valores y creencias más profundas: condenan la práctica del jaibanismo por demoníaca; prohíben la elaboración de la chicha que los embriaga y los lleva a la perdición; evitan a toda costa la celebración de ciertas ceremonias y rituales tradicionales que consideran pecaminosas. Y es así como a los vistosos collares de chaquiras los suceden los escapularios del sagrado corazón y de la Virgen María. Se fundamenta, sobre todo en la mentalidad de los indígenas, la idea de "indios brutos", atrasados, e ignorantes sin cultura. Por eso, no es de extrañar que como buen católico Don Ignacio diga:
"... Yo reconozco que esto ha avanzado porque otras partes gente muy atrasada... Aquí nosotros respetamos y reconocemos son de las tres leyes... Al menos mi persona amo las tres leyes... y narro así: la iglesiástica una, la civil dos, y la militar..."
Bajo el influjo de las luchas campesinas de los años 70 y a partir de las experiencias de recuperación de tierras de los indígenas del Cauca empieza la concientización y posterior lucha de recuperación de tierras en Cristianía, que da como resultado el reconocimiento de la existencia del Resguardo y de los derechos de propiedad de los Chamíes sobre el territorio. Actualmente, Cristianía es tal vez una de las comunidades sometidas a un mayor proceso de aculturación y readaptación cultural, hasta el punto de haber perdido gran parte de sus tradiciones culturales como el atuendo, las prácticas de iniciación, la vivienda tradicional Embera. No obstante, en sus tierras viven gentes con esperanzas y una clara conciencia de etnicidad, que a través de la organización social del Cabildo construyen día a día con esfuerzo el futuro de sus niños. Una comunidad que preserva el idioma de sus ancestros -el Embera- en la casa y aprende el español en la escuela; que profesa la religión católica mientras practica el jaibanismo(2), como parte de la realidad mágica que envuelve los procesos de vida, enfermedad y muerte. Son unas mil personas que habitan casas de madera y adobe semejantes a las viviendas campesinas, con energía eléctrica y acueducto, muchas de ellas con nevera y televisor, pero no siempre con taza sanitaria. Familias que antaño fueron extensas(3) y cada vez se acercan más al modelo occidental de familia nuclear compuesta por padres e hijos.
El Resguardo está situado en la zona cafetera y lo atraviesa la carretera que de la ciudad de Medellín conduce al municipio de Jardín, sometiendo a la población indígena a un fuerte contacto con la sociedad dominante. Este "contacto efectuado en un contexto de desigualdad, en donde el grupo ha ocupado -secularmente- una posición de marginamiento en la cual su cultura ha sido desvalorizada" (Ocampo,1996:13), ha traído como consecuencia problemas fuertes de descomposición social ante la "oferta abundante de bienes y servicios, artículos suntuarios, bebidas embriagantes y la influencia permanente de los medios de comunicación" (Londoño 1990:30).
Hoy, en Cristianía hay un asentamiento disperso que comienza a nuclearse en torno a la escuela y a las canchas de fútbol construidas a petición de los jóvenes. Existen 211 hectáreas de tierra recuperadas cuya explotación se hace a través de una empresa comunitaria, dentro de las cuales se han asignado lotes para que los indígenas construyan sus viviendas. Otras 114 hectáreas son tierras de ladera sobre explotadas, divididas en posesiones individuales de 1 a 4 hectáreas que dan una baja producción de café, plátano, caña, maíz y fríjol, lo que evidencia que en Cristianía continúa sin resolverse el problema una tierra que garantice su bienestar como grupo.
Pero, si bien en la comunidad existen problemas serios de pérdida de identidad y subvaloración de lo propio, de desnutrición, propensión a las enfermedades, consumismo, alcoholismo y adicción, agresividad y violencia, la relación con la sociedad dominante no se da sólo en términos de conflicto. Ellos han establecido una relación de asimilación /diferenciación (Ocampo, 1993:13) con respecto a la sociedad dominante que les ha permitido preservarse como grupo con unas características particulares que los identifican. A pesar del daño hecho por la evangelización en la comunidad, no es casual que personas como Ignacio se identifiquen plenamente como lo que son:
“Yo soy indígena. Padre y madre indígena... Yo nací aquí en Cristianía. Mis padres fueron de aquí. Somos una descendencia de Chamíes”.
De ahí que existan también elementos interesantes en el desarrollo de esta comunidad, reseñados por la Investigadora María Eugenia Londoño en la obra citada, que le han posibilitado consolidar su organización y mejorar sus condiciones de vida. Ellos, por ejemplo, conciben el trabajo como un valor fundamental de su existencia; son recursivos y tienen muy buena capacidad de adaptación; poseen una gran capacidad para poner en común y compartir la comida, el espacio y los conocimientos; tienen un fino sentido de percepción que les permite situarse frente a las personas y a las situaciones, así como un excelente humor para enfrentar aún los tiempos más duros.
Ese juego de asimilación/ diferenciación no deviene -pues- en una actitud pasiva de recepción, ya que los seres humanos interpretan y reinterpretan los elementos culturales externos (Ocampo 1996:14) de acuerdo con sus necesidades. Es así como los indígenas de Cristianía han podido dotarse de una percepción particular de su realidad y de unas herramientas para trasformarla, creando un nuevo contexto político y social en el cual se inserta y desarrolla el aporte individual. El aprendizaje y dominio del idioma español, al tiempo que ha sido el vehículo de la aculturación, les ha permitido dialogar y concertar sus intereses y necesidades con la sociedad dominante, proyectarse a la escena política para defenderse, a través de la Organización Indígena de Antioquia y de Eulalia Yagarí, su representante en la Asamblea Departamental. El uso de las matemáticas les posibilita hacer transacciones comerciales, proyectos de desarrollo y presupuestos. Por lo tanto, pueden moverse entre varios sistemas culturales y producir nuevas prácticas y significados que doten su vida de sentido.
1) FUENTE: Libardo Niaza. Fundador del Cabildo de Cristianía, quien incidió en la formación de Eulalia, en entrevista con la Autora .
2) Elemento cultural característico de la cultura Embera. “Es el hombre o la mujer que tiene el poder de conocer y manejar segmentos del mundo por conducto de los espíritus o jais. Es una persona a quien se admira cuando soluciona problemas, pero a quien se teme porque tiene el poder de hacer el mal en muchas formas. (Friedemann 1985, p 248. En: Londoño, 1990, p 18.
3) En l”a familia extensa los hijos que se casan viven con la familia del padre o de la madre, según el caso, y allí procrean sus hijos.
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