Los problemas serios son como el ventarrón, que destruye la guarida y obliga a enfrentar el dolor del entumecimiento de las alas para que se pueda volar y lograr la realización
Faustino Torres R. nació en Nabusímake Sierra Nevada de Santa Marta. En su primer sitio de paso, fue identificado su ser expresado como Nerungumu. Este rito es el de llegada de un ser, con misión, a una condición de existencia especial, evento en que su espíritu, sus potencialidades y su misión son reconocidos por los poderes y seres vitales del mundo y del cosmos. Es el de preparación del ser para su travesía por el mundo terrenal. Con ello una fuerza espiritual se encarga de la protección permanente del nuevo ser. El niño recibe sus primeros “Marunsamas” que constituyen en el centro de sus fuerzas protectoras, cuales acompañarán directamente al ser en toda su vida terrenal. Se evocarán en todos los eventos rituales alejando de ellos todas las negatividades posibles por ser estos parte integral del niño.
Nerungumu no es nombre, es sustantivo, es una identidad, expresa la identidad del ser que vino al mundo con la virtud del que cumple una misión estando en el punto de enlace entre dos o más leyes o pensamientos, expresa la acción de crear mundos con códigos diferentes. Con este evento el mundo y sus leyes se adueñan del ser; a su vez el niño se hace dueño del mundo. Así el mundo queda bajo responsabilidad del nuevo ser. Este comienza a asumir su primer nivel de responsabilidad sobre el mundo y sus leyes de acuerdo a su identidad.
Faustino creció en un medio cultural propio; de actividades ceremoniales, propiciación, purificación, sanación, matrimonio, preparación para la vida, armonización del orden cósmico, ritos por la perpetuidad eterna del sol etc, en fin, envuelto en una simbología cultural rica y determinante. Sus problemas cotidianos y aspectos de salud eran tratados mediante el influjo de los rituales sagrados oficiado por los sabios Mamos. En esto intervenía, generalmente Zaray quien averiguó la identidad de Faustino.
Bajo el influjo de este mundo mágico, de vitalidad trascendental, de responsabilidad intrínseca del hombre por el orden del universo, de este espacio y tiempo de percepción de los seres sobrenaturales, etc., Faustino asumió el mundo según las indicaciones de las leyes culturales de su comunidad. En su cotidianidad acompañaba a su abuelo, que también fue Mamo y líder de la comunidad, a recorrer, sentir y reconocer la lugares que constituyen la geografía sagrada en las faenas de propiciación de equilibrio del mundo, prevención y curación de enfermedades, y tratamiento de anomalías de la sociedad y la naturaleza. Este medio cultural moldeó a Faustino con una formación personal con principios morales y filosóficos de los Mamos. En actividades productivas acompañó a su abuelo en las labores propias de la agricultura, desarrollando policultivos basados en las leyes de tratamiento tradicional de los procesos de producción y procesamiento de alimento como esencia del espíritu y sabiduría de los seres humanos. Creció desde su primer año, hasta los ocho de edad bajo la protección de sus abuelos maternos.
Tras la muerte de Alonso, Faustino continuó acompañando a su abuela materna hasta los nueve años de edad. Aquí llegó la etapa crítica de su vida. Su situación de orfandad exigía que le definieran su futuro. Desde el punto de vista de la norma social del pueblo ikʉ, un niño no tiene que quedar sin la orientación y compañía de un hombre mayor. Fue por ello que por consentimiento de consejeros de la comunidad de Nabusímake se integró Faustino a su familia en contra de la voluntad de la abuela. Se decía que para que Faustino heredara el liderazgo y conocimiento de Alonso lo matricularían en la escuela Windiwameina. Esto se cumplió sólo para no agravar la situación por la inconformidad y quejas de la abuela que decía que por testamento de Alonso, Faustino no debía separarse de sus tíos.
Como se había prometido ya, en Enero de 1976 fue cuando se cumplió lo que antes era simplemente un pretexto. Faustino fue llevado por su padre a la escuela del asentamiento de Windiwameina. De esta manera Faustino salió de aquella escuela a los 15 años de edad. Luego se integró a las labores propias de la cultura y del campo durante dos años. Se integró a las labores comunitarias como debates sobre tratamientos de transgresiónes de normas sociales y “Ley de Origen”.
Con su participación comunitaria en 1982 a la revuelta de toma de las instalaciones de la “Misión Capuchina” localizada en Nabusímake llegó al punto álgido de experiencia en movimiento colectivo. En este evento reforzó su visión integral acerca de los valores propios de la tradición y los que se adquieren en los centros de formación escolar. Siguiendo el curso de su vida lleno de vicisitudes se dedicó al estudio y al trabajo colectivo basado en su responsabilidad dictado por la ley de origen y su misión en el mundo. La ampliación de su visión en la escuela, la lectura de algunos libros, aprendizaje a través de la oralidad de la cultura y participación en momentos álgidos de la etnia Ikʉ le permitieron crearse algunas expectativas aunque sus aspiraciones estaban envueltas en evidentes incertidumbres. Aspiraba continuar sus estudios académicos al lado de lo que la cultura Ikʉ le ofrecía.
“Ser un miembro importante de la comunidad para poder participar en los trabajos de definición de las organizaciones política y territorial internas” era la idea que a Faustino acompañaba desde que llegó a definir su identidad. Como resultado del medio en que tuvo lugar su infancia, sus aspiraciones estaban determinadas por aquellos temas; tenía siempre presente los temas de lucha por la defensa de la etnia, la autonomía colectiva, demarcación del territorio, la organización comunitaria y la relación de la comunidad con el gobierno nacional. Las ceremonias y meditaciones prolongadas de la comunidad con orientación de los Mamos venían girando entorno a aquellos temas. Se trataba de prácticas tradicionales de creación de condiciones para las posibilidades de alcanzar lo buscado en el ámbito de la organización comunitaria. Aquellos ideales constituían la esperanza y la utopía de la cultura iku y sobre los cuales Alonso disertaba con sus contemporáneos y seguidores.
A pesar de haber sobresalido en la escuela como buen estudiante y haber llenado su vida de sueños, Faustino no recibió apoyo de su padre para poder continuar sus estudios. Vicencio, su padre, consideraba que lo fundamental para la vida era lo que se aprende con la practica colectiva e individual fuera de los espacios escolares.
Se entregó al proyecto de organizar un lote con café y otros cultivos. Mientras se encontraba en aquellas prácticas recibió una premonición fatídica. Sus padres habían consultado al Mamo Rafael, acerca de si Faustino tenía o no problemas con la ley natural que estuviera arriesgando a perder su salud e incluso su vida. Rafael había hecho el diagnóstico concluyendo que el joven estaba en emergencia; en peligro de sufrir ataques de serpientes o de algún accidente relacionado con pérdida o afección de la sangre. “No salir de la casa” era la recomendación del maestro espiritual. Sin embargo las circunstancias no permitieron evitar lo predicho.
Un bello atardecer, a 17 horas de un día Viernes del mes de Enero de 1984 marcó una nueva etapa de la vida de Faustino. El siniestro se presentó en una práctica de desmonte de un terreno para establecer allí una finca, un árbol completo, de tronco de grosor mediano, prensó la pierna izquierda y la mano derecha de Faustino, al dispararse hacia el suelo por efecto del peso de otro árbol que había quedado sobre sus ramas... El traslado desde la región boscosa y montañosa de Windiwameina a la ciudad de Valledupar fue una hazaña: desde el sitio accidentado y boscoso fue transportado por sus familiares, en hamaca, hasta su casa. Ya en la avanzada noche del día viernes recibió Faustino la visita de un enfermero de la región quien no pudo atenderlo con efectividad. El amanecer del día siguiente la comunidad de Windiwameina se encontraba organizada para emprender el trabajo de traslado a Faustino en hamaca hasta el puesto de salud de Nabusímake donde se recibía la atención de un médico rural. Las treinta personas de la comisión elegida en Windiwameina se encontraron a mitad del trayecto con la otra comisión enviada desde Nabusímake. Jóvenes y adultos participaron entusiastamente en el traslado del herido. A las cuatro de la tarde del día Sábado se internó a este al Hospital de Nabusímake.
Se llegó a Valledupar a primeras horas de la madrugada del día Lunes día en que se hizo la operación.
De su brazo se tenía poca esperanza: había poca circulación sanguínea. La recuperación de Faustino en el Hospital de Valledupar duró tres meses. En abril volvió Faustino sin su pierna izquierda y con su brazo derecho en recuperación al hospital de Nabusímake. Habiendo pasado algunos días en el Hospital volvió a revivir su antiguo sueño. El colegio de bachillerato que queda al lado del hospital ventiló nuevamente los ánimos de Faustino. Lo que antes era un anhelo, una aspiración, una pasión casi imposible de satisfacer era aquella vez el único camino mas accesible, mas cercano y el mejor para mitigar los efectos de la tragedia y el escozor. El anhelado estudio académico para enriquecer la visión del mundo y definir política organizativa de la comunidad Ikʉ; estaba ahora ahí, lo que antes era esquivo se había convertido en una gran oportunidad y un refugio para suavizar los funestos efectos de la tragedia y continuar la misión propia del ser Nerungumu. La animación llegaba hasta el hospital a través de profesores, alumnos y personas amables de la comunidad.
Aunque sin poder escribir con su mano derecha, el 15 de Abril de ese mismo año, Faustino ingresó al colegio CIED. Para poder usar su mano izquierda en la escritura se sometió a un entrenamiento. Su recuperación en salud y adaptación al ambiente académico fue rápida. Sobresalió en el año como uno de los mejores estudiantes de la institución.
En Diciembre del mismo año 1984 por medio de la recomendación de algunas personas de la comunidad Faustino recibió ayuda humanitaria de una familia de Barranquillera y fue operado de su brazo derecho cuyos radio y cúbito habían sido fracturados. Esta vez recibió una prótesis.
En el año de 1989 recibió su titulo de Bachiller Agrícola en el C.I.E.D.
Después de terminado el bachillerato Faustino duró dos años buscando oportunidad para cursar estudios Universitarios. En este tiempo se dedicó a varias labores: a la agricultura, al estudio de profundización de su cultura y la relación entre estas para identificar los principios filosóficos y éticos válidos de la práctica religiosa Ikʉ. En este proceso nunca pudo olvidarse y descuidar de las oportunidades de continuar sus estudios. La perseverancia, el tesón y la fe pudieron más que las barreras.
Desde el principio del año 1991 Faustino se preparó espiritualmente tratándose rigurosamente con algunos maestros espirituales con el fin de crear condiciones espirituales especiales de posibilidades de continuar sus estudios. Ya con la convicción cultural y espiritual de que aquellas condiciones estaban dadas inició Faustino a “tocar puertas”. La falta de oportunidades para estudiar en alguna universidad lo había obligado volver a su antiguo sueño de organizar una finca tecnificada, esta vez con un impedimento que exigía hacer uso de los recursos con aplicación de técnicas especiales en todos los aspectos y espacios de su vida. A pesar de estar iniciada la organización productiva ligada a la agricultura, la propiciación y convicción mencionadas hicieron a Faustino cesar la compenetración con el campo y los cultivos. Adelantó los trámites para presentarse a la Universidad Nacional y otras que fueran posible. Estos intentos fueron fallidos; no hubo apoyo económico. Aunque sin renunciar a los intentos de estudiar volver al campo se hizo ineludible.
En el segundo semestre de 1991 volvió la oportunidad de presentarse a la Universidad Nacional de la cual comenzaba a llegar formularios a la comunidad para los Bachilleres Indígenas. Solo faltaba ahora algo de apoyo económico para presentar pruebas o exámenes de admisión. La fe era sólida, las condiciones estaban dadas, los requisitos espirituales tradicionales sagradas estaban siendo cumplidos cabalmente. En esta oportunidad se logró hacer todos los trámites necesarios y con un poquito de ayuda se pudo presentar los exámenes de admisión a la carrera de Matemática de la Universidad Nacional. Sin embargo esta fue sólo una experiencia necesaria, un paso que había que dar. Continuando con la misma fe, esta vez, estando en Bogotá se presentó a la Universidad Distrital para estudiar Licenciatura en Ciencias Sociales y a la Pedagógica para matemáticas. De acuerdo a como estaba la situación había que arriesgar en medio de muchas dificultades. De esta manera decidió a iniciar la carrera de Sociales en la U. Distrital. Así fue que cursando el primer semestre de Sociales en la universidad Distrital se presentó la otra oportunidad de ingresar a la Universidad Nacional. Este año fue el comienzo de una larga lucha. Al presentarse a la carrera de Antropología se logró el ingreso a la Universidad Nacional. Para evitar riesgos tocó que abandonar la carrera de Sociales.
Las luchas por “crear condiciones de posibilidades”, los intentos prácticos y una realidad concebida desde la espiritualidad se materializó en la carrera que había que terminar. Llegó la hora de “estudiar para llegar a ser una persona que la comunidad Ikʉ necesita para su organización tradicional y su relación con el mundo occidental”. Mencionar aspectos vivenciales ligados a las acciones que resultan de convicciones culturales espirituales son esenciales en la narración de este proceso. Desde esta convicción cultural aquellas labores tradicionales generaron resultados maravillosos.
En el segundo semestre de 1992 fue la segunda etapa de adaptación de Faustino al ambiente citadino, al ritmo académico y a la vida universitaria. Los semestres posteriores fueron de superación satisfactoria de las dificultades propias de la transición adaptativa de una cultura a otra. Vivir intensamente y hasta la saciedad el ambiente académico y lúdico de la universidad y el desequilibrante ritmo citadino, para saltar a otra etapa de crisis ideológica, emocional y de identidad conciente fueron unas experiencias legitimadoras de sus conocimientos propios de la interculturalidad. Con base en la experiencia que fue enriqueciendo con su vivencia práctica y académica elaboró, en el transcurso de su carrera, algunos proyectos productivos para su comunidad.
“Los IKU: conocimiento preservador de la armonía” es el titulo de un video que Faustino elaboró con el aporte técnico de algunos amigos suyos, y en asocio con ellos. El video refleja su preocupación por la situación de la comunidad Ikʉ.
Al no haber alcanzado a terminar técnicamente su trabajo de grado en el tiempo reglamentario de su carrera, Faustino continuó durante cinco años buscando contactos e investigando para alcanzar su título profesional. Como uno de los resultados de todo este proceso es lo que alcanzó hacer el pasado 23 de Abril del presente año en el campo académico: Tocar la fase final de su carrera de antropología gestionando su grado con una tesis Meritoria que será publicada por la Universidad Nacional
Desde el primer semestre de 1998 se encuentra integrado a su comunidad. Participando en los movimientos colectivos y labores cotidianas del pueblo ikʉ, Faustino se ha readaptado integralmente a su mundo y tierra natal. Ha vuelto a las labores de la agricultura y a las faenas propias de la organización comunitaria de los Ikʉ: Ceremonias colectivas, asambleas generales de debate, asambleas regionales y locales, labores rituales de saneamiento espiritual colectivo e individual. En este panorama se halla el laboratorio de Faustino quien se ha integrado, esta vez como profesional, al nuevo proceso de reorganización política, cultural, social y administrativo basado en los principios tradicionales. Ha apoyado dedicadamente y con convicción a la causa comunitaria impulsando una organización basada en el poder decisorio de los Sabios Mamos y autoridades tradicionales en articulación necesaria con el mundo occidental. Del estudio y comprensión de su cultura Faustino ha llegado a algunas conclusiones; entre ellas la mas sintética y conocida es: “Es con la fuerza de la fe en nuestros propios actos como podremos neutralizar la lógica de la violencia”.
Actualmente se encuentra gestionando proyectos productivos del colegio CIED Y comunitarios ligados a la educación, rescate de los conocimientos y valores de la relación economía y religiosidad. Ha estado en los últimos meses dedicado al estudio de la genealogía arhuaca. Por último, en concordancia con su misión innata y sus intereses dirigidos a la participación dentro de su comunidad Faustino se encuentra buscando apoyo para adquirir una prótesis que le permita trabajar con mayor comodidad y buen uso de sus conocimientos y experiencias en la participación dentro de los procesos organizativos de su comunidad y en la relación de esta con la sociedades hermanas del mundo.
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