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Para el pueblo ROM el 16 de diciembre significa no sólo reencuentro, sino fiesta, alegría y esperanza. Sin novenas, como se acostumbra a celebrar en la cultura occidental el nacimiento del niño Dios, pero con villancicos, comida y vino, se da paso al festejo gitano. Cúcuta, Bucaramanga y Bogotá concentran la mayor parte de este pueblo en Colombia.

La navidad se traduce en un espacio para “recuperar los valores y buscar la identidad de la familia” dice Venecer Gómez, Presidente de Proceso Organizativo del Pueblo Gitano de Colombia, Pro Rom.  Así mismo comenta que a la hora del festejo no puede faltar el cerdo al horno o a la brasa. La música y el baile acompañan la nochebuena, en donde las mujeres se llevan el protagonismo de la noche con sus danzas flamencas y cantos populares y sus brillantes vestidos.

Y es que han sido precisamente las canciones tradicionales, los villancicos, los que han acompañado las navidades gitanas desde el inicio. De hecho, hay quienes aseguran que los actuales villancicos provienen de estos cantos populares flamencos, aunque es muy difícil precisarlo pues existen vacíos históricos.

Según el antropólogo español Fernando González-Caballos Martínez, la palabra villancico deriva de villano -latín, villanus- termino con el que originariamente se designaba a los labriegos. “Es una composición característica de la lírica popular que comprendía un estribillo y varias estrofas para voz solista, acompañado por lo general de uno o dos instrumentos”, afirma en su escrito ‘Las zambombas y la navidad flamenca’.

Sostiene que las primeras recopilaciones con las que se cuentan de estos cantos datan de los siglos XV y XVI. No obstante es hasta el siglo XVII cuando el villancico adquiera el típico carácter religioso con el que hoy se le relaciona. Durante el transcurso de los años la musicalidad de estos cantos ha ido evolucionando hasta llegar a la forma actual.

La tradición de este tipo de celebración se remonta al siglo XVIII cuando se organizaban las ‘zambombas’, que consistían en la reunión de amigos, vecinos y familiares que se daban cita cada año en la víspera de la Nochebuena en los patios y corrales de casas. Allí alrededor de una hoguera, se reunían para cantar y bailar villancicos de manera espontánea y sin límite de tiempo, mientras se repartían vino, anís, ponche y dulces navideños, señala Caballos Martínez.

La tradición gitana dice también que “después de pasar la velada del 24 de diciembre en familia, los hombres tienen el derecho sagrado de emborracharse en los bares. Las mujeres, como siempre, aguardan su regreso de madrugada, les quitan los zapatos y les echan a la cama, pero esta vez, muy excepcionalmente, se juntan, a continuación, para hacer su juerga propia”, asegura Casas de Lorenzo en el texto ‘Milenio de los gitanos’.

La navidad en otras etnias

Aunque para muchos pueblos indígenas de Colombia, la navidad no tiene el significado religioso que tiene para los católicos y cristianos, algunos de ellos han sido permeados  por las tradiciones occidentales.

Pueblos indígenas

Nariño

Al subsistir las tradiciones católicas con las indígenas, la costumbre en esta zona del país es velar la imagen del Niño Jesús y llevarla de casa en casa, de vereda en vereda. El día del nacimiento, el 24 de diciembre, la imagen es llevada a un lugar común para rezar en grupo. Para la comunidad Pasto la comida típica no puede faltar durante este último mes del año. Según las posibilidades de cada familia, se elaboran empanadas o se ofrecen  cuyes y gallinas, eso sí, acompañados de la tradicional chicha.

Guajira

Al tratarse de una fiesta occidental, durante la navidad la comunidad Wayú no realiza ninguna actividad especial, pero el 31 de diciembre y el 1 de enero si cobran especial importancia. “Por lo general vamos a los cementerios a compartir con los Wayúu que ya no están, que son parte de la familia pero que no se encuentran” dice Rosa Iguarán, indígena wayúu. Señala sin embargo, que al conocer un poco la belleza de lo que representa la navidad, la asumen como un tiempo de reconciliación, de hermandad, de solidaridad.  “Es un tiempo en el que hay que cuidar mucho a los niños.  Los colombianos debemos hacer lo posible para que los niños tengan una navidad feliz. Hay que tener en cuenta que los niños son sagrados, no son del papá ni de la mamá, que pertenecen a una gran nación” agrega.

Qué bueno sería que pasáramos de lo individual a lo colectivo, porque precisamente algo que nos tiene a los colombianos en condiciones no muy buenas es el individualismo. Hay un compromiso con una Colombia, y es que nuestros hijos se puedan desarrollar; que los colombianos no tengan que irse para el exterior para buscar mejores condiciones de vida, sino que podamos estar en un país en donde podamos estar todos, en donde podamos crecer en el respeto y en el derecho que tienen las demás personas a ser diferentes, y en donde no podemos imponer criterios, ni yo como Wayúu, ni tú como Aycuna, en donde para mí como Wayúu es muy importante lo que tú puedas aportar para la construcción de esta Colombia.

Amazonas

El pueblo Huitoto tampoco acostumbra celebrar la Navidad. Sin embargo, por ese sincretismo con las tradiciones católicas y su fuerte presencia, eventualmente los miembros de esta comunidad cantan villancicos pero en su lengua ancestral.

“El significado del mes de diciembre se relaciona más con la bienvenida a la primavera, los huitotos viven estrechados de la mano con la naturaleza, pues ella la que les da todo, asegura una indígena de esta comunidad”, afirmó Ana Rocío Tiquidimas, indígena de la comunidad Aduche del Amazonas, etnia murui, pueblo huitoto.

Afrodescendientes

Los grandes pesebres son los elementos más llamativos de la celebración de la navidad en esta comunidad. Alrededor de estos, y con la participación de los niños como pastores, se da inicio a los llamados ‘arrullos’; es una tradición que requiere de una planificación hecha en grupo. A cada barrio le corresponde un arrullo cada noche. Y en el marco de la celebración se interpreta música del Pacífico y música espiritual. Para Pedro Fermín, afrocolombiano y director  de la revista Afroamérica, detrás de lo santos hay una vida religiosa muy rica de la vida africana. La navidad es una expresión máxima africana en Colombia”.

En el Chocó, específicamente, la celebración de Navidad y Año Nuevo viene acompañada por las ‘jugas’, que son coreografías de baile con un alto contenido religioso, en donde partiendo de filas, las parejas realizan una serie de vueltas y cruces.

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