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Aunque la cultura muisca fue absorbida por la ciudad, estas comunidades que se autoreconocen como indígenas mantienen parte de los rituales, medicina tradicional, lengua, gastronomía, prácticas agrícolas, y otros legados ancestrales.

En 2006, teniendo en cuenta un concepto emitido por un estudio realizado por la Fundación Hemera, el Ministerio del Interior, reconoció como "parcialidad indígena muisca", a las tres comunidades de Cota, Sesquilé y Chía. Esta notificación significa que la comunidad conserva sus tradiciones y territorio, y que por ende es oficialmente reconocida como pueblo indígena.

Las leyes nacionales e internacionales resaltan de estas comunidades la propia conciencia de sus miembros sobre su identidad; la determinación de mantener su identidad socio-cultural; y la decisión de promoverse como muiscas.

No obstante, la cultura de los muiscas fue consumida por la sociedad occidental y a partir de entonces debieron responder a la imposición de una nueva cultura y unas nuevas reglas de organización social, económica y política, que inició la prolongada historia de las transformaciones de las cuales son resultado las actuales comunidades de Cota, Chía y Sesquilé.

Cómo son los muiscas de hoy

Con base en los censos realizados por las comunidades, y el estudio realizado por la Fundación Hemera en 2006, se determinó una población de 2381 habitantes muiscas en los tres municipios, de los cuales el 48% (1151) son hombres y el 52% mujeres (1230).

Gran parte de la población trabaja en las grandes empresas agrícolas que industrializan la producción de hortalizas y floricultura. Sin embargo, las familias tienen huertas caseras de pequeñas extensiones, en las que siembran maíz, papa, arveja, fríjol, cubios, habas, tomate, y frutales como la curuba, el tomate de árbol, manzanos, peros, ciruelos, entre otros.

El cultivo de quinua y la recuperación de variedades de maíz, con tradicionales técnicas de producción de agricultura orgánica y tecnologías limpias, ha ido recuperando espacio dentro de la comunidad. Igualmente, durante la época de lluvias cultivan alimentos como el repollo, la coliflor o la espinaca.

Los muiscas contemporáneos aún respetan la tierra como algo sagrado, para ellos el territorio no es sólo un medio de producción. El territorio es concebido como un microcosmos en el que se hallan lugares sagrados, huellas ancestrales como restos arqueológicos y pictográficos y por la hidrografía y la hidrología que se concibe como la forma de comunicación de sus descendientes con los antepasados.

Viviana Suárez, una muisca del resguardo de Chía que trabaja en el centro de Bogotá en la sede de Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic), reseña algunas de las tradiciones que la comunidad mantiene, "las prácticas agrícolas muiscas se realizan según los ciclos de la luna, eso aún es muy importante para nosotros, y en cuanto a gastronomía, por ejemplo, la mazamorra es un producto ancestral que conservamos".

La cosmovisión, la cosmología, las prácticas religiosas, los ritos y la medicina tradicional muisca perviven gracias a la comunicación de los "abuelos antiguos". Las explicaciones sobre la simbología y los actos ceremoniales tienen como eje de referencia el mantenimiento la armonía del individuo y sus relaciones sociales en y con la naturaleza.

Las ceremonias de los muiscas contemporáneos, son principalmente, rituales "de la palabra", de "pagamento" y actos terapéuticos. Las más importantes son las de "sanación", rituales que incluyen el trabajo con la mente, el pensamiento, el corazón y la relación con la naturaleza. Los rituales emplean el tabaco en rapé, los cuarzos de purificaciones, de abducciones y el fuego.

El ritual de sanación se lleva acabo en el "chunzua" o "cusmuy", un bohío ceremonial que replica los antiguos templos muiscas y se realiza cada semana con la participación de toda la comunidad.

La medicina indígena reconoce el origen de la enfermedad en la mente y de ahí se materializa en el desequilibrio físico de la persona y de la sociedad. Para los muiscas, la enfermedad no depende únicamente de causas orgánicas sino también de erráticos comportamientos sociales y espirituales.

Estas tradiciones sociales y culturales se mantienen pese a la articulación de los muiscas a la sociedad colombiana, y se expresan además, en sus formas de relación y organización social y la existencia de instituciones de gobernabilidad propias, como el cabildo, asambleas comunitarias, que entre otras cosas, hoy buscan cómo promover y mantener su identidad muisca.

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