Opinión

 

La organización Nacional Indígena de Colombia y el Consejo Territorial de Cabildos de la Sierra Nevada de Santa Marta, han emitido sendos comunicados sobre el actual proceso electoral. El común denominador es salvaguardar la integridad de las organizaciones frente al uso que algunas campañas o candidatos hacen del prestigio logrado por los indígenas y que aun despierta simpatías en muchos sectores de opinión. En el caso de la ONIC, se fija posición frente a un artículo de prensa, en el cual se resalta la participación de un indígena, miembros del Comité Ejecutivo de la ONIC, en la lista oficial a Senado por el movimiento Uribista Alas –Equipo Colombia. Por su parte, la CTC -Consejo Territorial de Cabildos-, en un expresa su malestar por el uso indebido que algunos lideres de la Sierra están haciendo a la investidura de sus autoridades tradicionales, en el animo de legitimar aspiraciones de tipo electoral.

  

Estas manifestaciones de la ONIC, tienen su precedente, cuando a inicios de la década del noventa, la Organización estuvo a punto de dividirse por asuntos de tipo electoral. A raíz del logro constitucional que permitió la participación de dos indígenas por circunscripción especial en el Senado de la República –Art. 176-, dos importantes lideres de la organización se postularon como candidatos al remozado congreso nacional: Gabriel Muyuy, quien para la fecha fungía como vicepresidente de la organización y representaba al sector de llano y selva y Anatolio Quirá Guauña expresidente de la ONIC, representante de la zona andina y vocero del movimiento político alianza Social indígena, creado durante el mismo proceso constituyente. Ambos candidatos reclamaban el apoyo de la ONIC, Muyuy, reivindicando el derecho a contar con un respaldo similar al que ya le había dado la organización a Rojas Birry para llegar a la Asamblea constituyente, argumentando además que Rojas Birry era vocero de la zona andina y Quirá Guauña, aduciendo su condición de vocero de la zona andina, sector tradicionalmente mayoritario en la ONIC.

 

La ONIC, en reunión de junta directiva aprobó el apoyo a Muyuy, quedando loas relaciones internas bastante maltrechas. Finalmente, y después de una lucha jurídica de unas semanas, que incluyo una huelga de hambre en el parque de los periodistas del candidato Quirá, ambos candidatos obtuvieron la su curul. Como resultado de estos hechos, la Organización Nacional indígena de Colombia decidió por Asamblea general de sus miembros no participara abiertamente en política desde el año 93. Por esta razón, y luego de la realización de un Congreso extraordinario en el municipio de Natagaima –Tolima-, la ONIC solicito el retiro de la personería jurídica que lo calificaba como organización política, dando así origen al nacimiento del Movimiento Indígena Colombiano en cabeza de Muyuy.

 

Frente a la actual contienda electoral, el Comité ejecutivo de la ONIC expresó su posición frente a la inclusión de uno de sus ejecutivos en la lista de Alas – Equipo Colombia para Senado de la República, hecha pública en una separata del periódico el Tiempo, donde se destacaba en un recuadro “al candidato Nro. 17 Wilson Laureano del Águila al senado de la republica, destacando su dirigencia en la organización nacional indígena de Colombia”.  Dirigiéndose de manera especial a los directorios políticos y medios de comunicación, la ONIC recuerda que en sus estatutos -capitulo IX, Prohibiciones y sanciones, en el artículo 54-, se  prohíbe “… usar la ONIC para fines de índoles personal o política; no obstante, sus miembros pueden ejercer sus derechos y libertades individuales independientemente de la Organización”. Con esta posición, la ONIC quiere dejar clara su posición de independencia frente a las organizaciones políticas indígenas y despejar dudas frente a antiguos comportamientos de otros lideres, que llegaron incluso a desconocer la representación indígena en el Congreso. Desde esta perspectiva, la ONIC aclara que del Águila no la representa políticamente, pero respeta su postura como una decisión estrictamente personal que en nada compromete los principios de la organización con esta, ni con ninguna otra campaña.

 

Dice la ONIC, que en ningún caso apoya y/ o avala candidaturas indígenas, por no ser de su competencia, ya que la ONIC,  “es un espacio de unidad en la diversidad que fortalece y apoya los procesos organizativos propios de las comunidades y Pueblos indígenas en el ámbito local, regional, nacional e internacional, para que asuman la autonomía, el control territorial y el ejercicio de los derechos económicos, sociales, culturales,  ambientales y políticos. Construye estrategias comunes con Pueblos Indígenas de otros Países y demás movimientos sociales, en defensa y garantía de sus derechos. Interlocuta e intermedia ante los movimientos sociales, ONG, Estado, Organismos multilaterales, entre otros. Se articula a los procesos de construcción de una sociedad justa, democrática y equitativa”. Esta postura, siendo interesante, deja abierto un inmenso boquete para que muchos lideres indígenas, a titulo individual, asuman los retos de la participación política, amparados solamente en una certificación que les entrega una autoridad indígena y en un fácil aval de alguno de los partidos, que van en la participación de algún indígena, una buena oportunidad para presentar su oferta vario pinto, muchas veces sin que medie el consentimiento de la organización.

  

Es justamente esta la razón por la que aun vemos muchos candidatos indígenas, que nadie sabe de donde salieron y cual es su interés real para aspirar al congreso de la republica. Y eso que esta práctica, logro ser controlada en parte, con la reforma política, ya que se redujo la lista de candidatos indígenas al Senado en más de un cincuenta por ciento. Las paradojas de la reforma.


El Movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia, AICO, es la forma organizativa propia y autónoma de las Autoridades, Líderes y Pueblos Indígenas de Colombia que conjuntamente con los amigos Solidarios lucha desde su proceso de creación (1974-1978) por la defensa y reivindicación de los derechos de los pueblos nativos en alianza con sectores y organizaciones afines a sus principios, criterios, pensamiento y que también luchan por una vida digna e integral para el pueblo colombiano. Han desarrollado diversas luchas de resistencia a través de las conocidas “Marchas de Autoridades Indígenas” bajo la consigna: “Recuperar la tierra para recuperarlo todo: Autoridad, Autonomía y Cultura”, que se complementó luego con la “reconstrucción política, económica, social, ecológica y recuperación de los valores culturales propios de los pueblos nativos”.

Desde AICO se ha impulsado la construcción y desarrollo de conceptos importantes para los nativos, tales como el de Pueblos Indígenas, Territorio Indígena, Derecho Mayor, Autoridades Propias, Pensamiento Propio, Autonomía, Identidad, relacionamiento con el Estado de Autoridad a Autoridad, relacionamiento de Pueblo a Pueblo y solidaridad de doble vía para apoyar y recibir apoyo en las luchas con los sectores populares del pueblo colombiano.

En el plano de la participación política vale la pena recordar que AICO desarrolló una importante labor en la Asamblea Nacional Constituyente que construyó la Nueva Constitución Política de Colombia (1991) en la cual la representación estuvo en cabeza del indígena guambiano Taita: LORENZO MUELAS, que con el apoyo de un equipo mixto (indígena-mestizo) se logró la visibilización y reconocimiento de derechos en la diversidad étnica y cultural, que fueron plasmados en postulados constitucionales que aún siguen vigentes a pesar de los velados ataques que particularmente en el Gobierno Uribista ha sufrido la Constitución.

La nueva Carta Magna dio a los Pueblos Nativos el trato de mayores de edad, de sujetos colectivos con capacidad para asumir obligaciones y ejercer sus derechos sin intermediarios y una de esas posibilidades se concretó en lo electoral y a partir de esa fecha AICO ha mantenido siempre su presencia en el Congreso de la República. Los voceros de AICO en la Asamblea Nacional Constituyente y en el Congreso de la República en los diversos períodos y a través de la Circunscripción Especial Indígena, han sido:

Período

Corporación

Representante

Movimiento

Pueblo

Votos

1990-1991

Constituyente

Lorenzo Muelas H

AICO

Guambiano

1992-1994

Senado

Floro A Tunubalá

AICO

Guambiano

1994-1998

Senado

Lorenzo Muelas H

AICO

Guambiano

1998-2002

Senado

Martín Tenganá

Marceliano Jamioy

AICO

Pastos

(Inga)

18.224

2002-2006

Senado

Efrén Tarapues

AICO

Pastos

35.215

2002-2006

Cámara

Lorenzo Almendra V

AICO

Guambiano

70.463

Lo anterior muestra que el candidato por AICO que más votación ha recibido en toda la historia de participación electoral es sin duda alguna Taita: LORENZO ALMENDRA VELASCO cuando salió elegido para Cámara de Representantes.

Para el período 2006-2010, el Movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia, AICO, ha replanteado su participación en los comicios electorales para Congreso de la República, pues siempre lo había hecho exclusivamente a través de la Circunscripción Especial Indígena, en tanto ahora, además de aprovechar ese espacio, decidió incursionar también en las Cámaras Regionales con el ánimo de posibilitar una mayor participación de pueblos indígenas que hasta ahora estaba circunscrita a los pueblos Guambianos y Pastos básicamente; en este período hay candidatos de más pueblos como se puede ver en el siguiente cuadro:


 

“Salgamos o no elegidos, tiene que quedar un saldo pedagógico para la comunidad”, esa es la mayor preocupación de Fredy Romeiro Campo Chicangana, candidato a la Cámara Especial Nacional por Comunidades Indígenas, quien se disputará una curul en el congreso colombiano el próximo 12 marzo. Chicangana, indígena Yanacona, aspira a la Cámara de Representantes con el respaldo de su comunidad y el aval del Movimiento Comunal y Comunitario. Vestido con los mismos colores de la Wiphala, (bandera) símbolo de la resistencia de los pueblos amerindios, Fredy llegó la sala de redacción de Actualidad Étnica para contarnos acerca de sus propuestas, tan vívidas como el arco iris de su atuendo.

AE: ¿Hace cuatro años usted se postuló a la Cámara y no logró la votación necesaria para ser elegido, qué lo mueve a participar de nuevo en la contienda electoral?

Desde niño he visto cómo en el macizo colombiano, los partidos tradicionales han fraccionado a comunidades. Así que hace cuatro años, cuando los taitas me respaldaron para lanzarme a la cámara, sabía que debía terminar con ese círculo vicioso en donde se trafican con las necesidades de la gente para ganar votos. En aquel entonces le ganamos a los grandes partidos en 25 resguardos yanaconas, obtuvimos en total 17.800 votos. Recorrimos el país repartiendo de a 2 granitos de maíz, para enseñarles el valor de regresar a nuestras raíces, a través de la recuperación de los cultivos ancestrales. Este acto simbólico y las demás actividades de la pasada campaña se constituyeron en un aprendizaje. Así que ahora tenemos más experiencia para intentarlo de nuevo. Sin embargo, lo verdadero importante es que salgamos o no elegidos, tienen que quedar un saldo pedagógico para la comunidad. Una comunidad que empiece a reconocerse y valorar el potencial de sus costumbres, de su cultura.

AE: Sin embargo, usted se postula por un partido político que no es indígena, igual situación se ha presentado con otros candidatos. ¿A qué cree que se deba esto, existe una crisis al interior de los partidos indígenas?

Mi apuesta es por la construcción de un pensamiento andino. Nuestro continente tiene una esperanza que se encuentra en sus raíces, comunes a los indígenas y no indígenas. Así que la idea es que como indígenas veamos qué podemos ofrecer a la sociedad mestiza y que podemos tomar de ella. Tengo conocimiento de las luchas indígenas y del proceso de intercambio con la sociedad mestiza. De esa manera es que se construye verdadero pluriculturalismo y eso se ve reflejado en mi propuesta, independientemente del partido por el que me postulo. En el caso del Movimiento Comunal y Comunitario, se da una sincronía con el pensamiento indígena. El Movimiento Comunal es un partido humilde pero transparente que trabaja por la defensa de la ecología, la soberanía alimenticia de nuestros pueblos, es en resumen un partido alternativo que tiene coincidencias con nuestras propuestas.

De todas maneras, los partidos políticos indígenas, a la ASI y AICO, y en general el movimiento indígena, están en mora de generar un debate político de la participación indígena en la vida nacional. Al interior del movimiento indígena tenemos el deber de trabajar e impulsar un proyecto político. Si los movimientos nos uniéramos, ganaríamos mucho, porque la ley misma nos otorga dos espacios en el Senado y uno en la Cámara que deberíamos potenciar con una propuesta indígena que recoja todas las expresiones de nuestros pueblos.

AE: ¿Cómo ve el trabajo adelantado por los indígenas en el congreso, cree que han reivindicado los derechos de su pueblo?

El congreso es un espacio muy difícil. Algunos han hecho un gran esfuerzo, en los otros casos, las comunidades son las que deben juzgar. Pero lo cierto es que algunos hermanitos se han encaminado mal. Los indígenas debemos trabajar en propuesta con seriedad, pues la imagen que hemos logrado ha sido gracias a una lucha de muchos años y sangre derramada y eso, no se puede rifar. Por esa razón, la mía es una propuesta seria que cuenta con el respaldo de mi comunidad y que también busca el voto de opinión.

AE: ¿Y cómo busca conseguir ese voto de opinión, qué puede encontrar el electorado en sus propuestas?

Lo primero que vamos a hacer desde el congreso es generar una ley que otorgue recursos y protección para la sabiduría y el conocimiento popular. En ese sentido, propiciaremos iniciativas de apoyo al arte popular: escritores, poetas, compositores, artesanos, músicos, trabajadores por la danza, forjadores de la medicina alternativa. El arte y el saber popular tienen derecho a la dignidad y no ser sometidos a la indiferencia, al olvido o a la mendicidad.

La defensa de los recursos naturales y de lo público es una de nuestras banderas. En esa medida trabajaremos para que se las mismas comunidades sean gestoras de proyectos que le permitan hacer frente a las políticas de arrasamiento económico y robo del conocimiento de los pueblos que traerá consigo el TLC. Que los territorios indígenas y el campo en general no sean objeto de atropellos y que haya inversión social equitativa y complementaria entre el campo y la ciudad, de tal forma que cada ciudadano colombiano integre un grupo de trabajo solidario donde la creatividad guíe su economía y sea orgullo en el círculo familiar y comunitario. En este escenario es que planteamos una propuesta de seguridad alimentaria que promueva el cultivo y la comercialización de nuestros productos, como la hoja de coca.

En materia de educación lucharemos por una educación que reconozca y retome las raíces pluriculturales de la nación en donde está la fuente del saber popular, el respeto a la naturaleza, la solidaridad, la equidad, la familia y la unidad en la diferencia. Es fundamental propiciar mecanismos para la defensa de una educación más comprometida con el país, una educación que ayude a entender y orientar a la juventud para ayudar a dar solución a los conflictos que se viven en la familia, en la comunidad y en el país. Por eso vamos a proponer la cátedra “Colombia Indígena” para las niñas y niños de todas las escuelas y colegios.

Igualmente seguiremos acatando, defendiendo y promoviendo el mandato dado en el Cauca a partir de las marchas y asambleas de las Comunidades Indígenas y sus autoridades, las Guardias indígenas, las negritudes y sectores populares en donde se hace un llamado a todos los colombianos para ejercer el deber de trabajar por la liberación de la madre tierra como el ombligo fundamental de nuestra vida y la lucha de nuestros sagrados derechos como es la defensa de una alimentación sana, una educación responsable, el territorio y la construcción de un mejor futuro para las generaciones.

No nos proponemos cantidad de leyes sino la esencia y cumplimiento de las mismas. Las cinco propuestas apuntan a construir tejido social, resistencia y permanencia cultural.

AE: Usted ha liderado un proceso interesante, como gestor y fundador del Proyecto “Kokasana” te de hoja de coca. ¿Esta es una de las formas de hacer resistencia y permanencia cultural?

Una de nuestras propuestas más importantes es la defensa y revalorización de la hoja de coca como una planta ancestral que también se puede comercializar sin agredir la identidad de nuestros pueblos. En ese sentido valoramos la lucha, que desde Bolivia adelanta Evo Morales por la despenalización de la hoja de coca. Nosotros también queremos abrir caminos para la hoja sagrada en Colombia.

Y es precisamente, cuando prepara un “tinko”, un ritual en donde es escogen tres hojas de coca que representan el mundo de arriba, el del medio y el de abajo, que Fredy Romeiro Campo Chicangana, recuerda el día en que su abuelo Teofilo le dio el “poporo”, con el que hoy mambea, mientras conversamos. “Tenía siete años, cuando mi abuelo le dijo a mi madre, que me diera el poporo cuando para que no olvidara la tierra y cuando estuviera preparado”. Ahora, Chicangana, antropólogo, escritor y poeta, hace propias las palabras de sus ancestros para reconstruir el pensamiento de la casa yanacona, “la gente que se ayuda en el tiempo de la noche”.


A pesar de las grandes diferencias culturales entre etnias y sus distintos niveles de relación con la cultura y sociedad nacional mestiza, que los alejan o acercan del concepto de ciudadanía, el reconocimiento constitucional de los indígenas como sujetos de derechos y el avance en la propia percepción de sentirse y saberse sujetos de derechos individuales y colectivos, ha venido replanteando los roles de las mujeres y su ejercicio de la ciudadanía en términos de mayor participación y acceso a los recursos del desarrollo, de capacidad para elegir y ser elegidas, de incidir en las decisiones que afectan su vida mediante su participación en la formulación, gestión y desarrollo de sus planes de vida, y en los procesos de consulta para la realización de megaproyectos en sus territorios. Hay un avance en su percepción de igualdad con los otros por el hecho de ser humanas, pero también de su diferencia por la clara percepción de su etnicidad y el interés de mantener ésta como una alternativa de vida que las identifica como seres con unas particularidades culturales y proyecto de vida distintos a los de otras etnias o grupos poblacionales del país.

Cada vez más las mujeres indígenas forman parte de comités, organizaciones, grupos; cada vez hay más gobernadoras de resguardos y se les reconoce más su capacidad para administrar y organizar con criterio comunitario y de transparencia los recursos de sus comunidades (la democracia es matrística). Ante la crisis de ciertos liderazgos masculinos, cuestionados por visiones individualistas, arribistas y en no pocos casos por prácticas corruptas, surge un liderazgo femenino que cuestiona la tradicional prerrogativa de género que han tenido los hombres en este campo, promovido entre otras cosas por las organizaciones indígenas, masculinizadas y jerárquicas.

Los principios liberales de libertad, dignidad e igualdad en la esfera pública, como conceptos claves de la democracia occidental también parecen estar al centro de esta revolución, que introduce los conceptos de la identidad y la pluralidad como elementos constitutivos de la ¿democracia?, para oponerse a toda idea homogeneizadora de las culturas. A la globalización neoliberal los indígenas, hombres y mujeres han opuesto o complementado la idea de la globalización de los beneficios del desarrollo, de los recursos para mejorar la calidad vida de sus comunidades y de todos los humanos, la globalización de proyectos culturales colectivos y comunitarios que cuestionan el principio de individualidad del ciudadano para hablar de sujetos colectivos de derechos, amparados en un orden cósmico de equilibrio natural y social. Los mismos espacios de la globalización, como la Internet,[2] están haciendo evidentes estos proyectos emancipadores que cuestionan la idea misma de progreso, al conectar dicha idea con calidad de vida y desarrollo, y con los procesos de lucha reivindicativa y de resistencia. Resistencia que debe entenderse en toda su dimensión política y estratégica, no sólo a las prácticas controladoras de los actores armados del conflicto, coyunturalmente violadoras de su autonomía y gobierno, sino también ¾y fundamentalmente¾ a la imposición de un modelo de desarrollo y proyecto político homogenizador que desconoce sus expectativas de vida y sus culturas.

Sin embargo, con frecuencia el reconocimiento de la diversidad en la unidad se dificulta. Las posiciones, la distribución, acceso y uso de los recursos para el desarrollo entre hombres y mujeres, en cualquier espacio social sea este público o privado, confirman que todavía la igualdad (en la diferencia) sigue siendo una aspiración de las mujeres. En el fondo, el discurso reivindicativo del derecho a la diversidad y la diferencia ha sido inconsecuente e inconsistente hacia adentro de las etnias, al pretender mantener un statu quo que discrimina a las mujeres con el fundamento de la diferencia cultural. Todavía no se dice de todos los sujetos sociales que componen las organizaciones y las etnias el ejercicio pleno de todos sus derechos individuales y colectivos. Todavía se desconoce que las prácticas de organización y representación no brindan iguales oportunidades de desarrollo de la personalidad (individual y colectiva) de hombres y mujeres, y constriñen los derechos de éstas.

Aunque hacia adentro gran parte del movimiento indígena reconoce ya su diversidad cultural, todavía parece reconocerse homogéneo no sólo en términos del género sino también de los intereses y necesidades de sus actores sociales y de las posturas que considera políticamente correctas, desconociendo muchas veces las dinámicas regionales, locales y comunitarias diversas. Se re-descubre en el discurso lo que la propia diversidad implica (90 etnias diferentes, 90 maneras de entender y percibir el mundo), pero aún este descubrimiento no se traduce en respeto político y tolerancia interna, mucho menos en el descubrimiento de las identidades masculinas y femeninas, con sus distintas necesidades e intereses, como aspectos que enriquecen su noción misma de pueblos y culturas, su noción de participación como creadores de sus leyes, de sus modelos de sociedad, como miembros de común unidades complementarias y diversas.

Diferencias que frecuentemente se reconocen, eso sí, desligadas de la esfera del poder: “las mujeres son más organizadas, más responsables, más honradas, les rinde más el trabajo...” pero esto no les permite identificarlas o reconocerlas como sujetos políticos, porque sencillamente no hacen, no han “aprendido” a hacer política al estilo de los líderes hombres, que es la forma percibida como “válida” para gobernar. Lo que da para pensar que el discurso de la diferencia y la diversidad apenas está llegando al interior de las organizaciones y algunas comunidades indígenas. Hacia fuera se exige el derecho a la heterogeneidad de saberes y pensamientos, de maneras de ser y actuar, pero hacia dentro el discurso ha sido uniformador y homogenizador: un proyecto político y cultural que de alguna manera borra las diferencias internas determinadas por el género, la edad, la etnia; que hace invisibles algunos de sus actores sociales.

¿Cuál es y será el impacto de la asunción de estos nuevos roles de las mujeres indígenas en sus sociedades?, tal vez éste sea el meollo del asunto. No creo que se trate de reproducir el modelo de vida occidental en donde la salida de las mujeres al mundo de la producción y la política ha contribuido a formar sociedades centradas en una noción de calidad de vida como externalidad, como producto del mayor acceso a bienes y servicios, y una calidad de vida privada francamente deprimente, que explota las sociedades desde adentro al llenar de vacío y soledad las relaciones afectivas primarias del individuo en la familia y produce individuos sin norte; un modelo que se impide a sí mismo el desarrollo de sus valores de humanidad.

No sé si los ciudadanos del mundo, globalizados, deban tener esas características de desapego a todo, pero estos movimientos culturales de la diversidad precisamente ponen al centro esos apegos: a una comunidad, a una identidad, a una cultura. No pocas y pocos líderes indígenas imitan o reproducen hoy este modelo y muestran una gran incoherencia entre su vida personal y el discurso de identidad, que tiene consecuencias desastrosas en sus familias como primeras víctimas de esa esquizofrenia que produce el no sentirse parte de una cultura ni de otra; pero también hay en muchos líderes y liderazas con una gran capacidad de equilibrar las fuerzas y armonizar la vida. La mujer y el hombre indígenas tienen, pues, el reto de llevar el discurso de la diversidad hasta sus últimas consecuencias e inventar o recrear una nueva forma de ser social, de ejercer la ciudadanía en armonía con el desarrollo del ser y de la naturaleza.

Con la mujer indígena emerge un nuevo sujeto social, determinado o ligado no sólo al ámbito de lo privado o intraétnico (la reproducción biológica, social y cultural de la etnia) sino también al ámbito de lo público en la gestión y el gobierno, que además tiene el reto de saber combinar lo social comunitario con lo privado, como parte constitutiva de la calidad de vida, y de conjugar ambas perspectivas con el proyecto de identidad y desarrollo propio enarbolado por sus movimientos hace más de 30 años, de manera que esta transformación no se convierta en un elemento más de fragmentación de sus sociedades o promotor de la migración a las ciudades. “Las mujeres hemos empezado a criticar las estructuras de organización por ser excluyen­tes, por no seguir modelos autónomos, por no ser democráticas internamente y, sobre todo, por desprestigiar, ignorar o aislar nuestra contribución.

Hemos sido claras en expresar nuestro deseo de trabajar siempre en conjunto con los hombres dentro de las organizaciones, aunque sigamos encontrando obstáculos que nos lleven a ser discriminadas a su interior. Nos duele ver que en muchas ocasiones se encuentran las excusas para mantenernos en posiciones inferiores en las que no podemos ejercer funciones de mando, que nuestra contribución no es tomada en serio, y que nuestro trabajo con mujeres indígenas es el primero en ser sacrificado si hay problemas económicos”.[3] He aquí un replanteamiento claro del ejercicio de la ciudadanía, en términos de la etnicidad y el género.

Para finalizar, bien vale una reflexión de Victoria Camps (2001): Aceptar la diversidad cultural significa reconocer lo que nos distingue sin abdicar de la igualdad básica que debe unirnos. El discurso del multiculturalismo trata de convencernos de que sólo accidentalmente somos distintos pero esencialmente somos iguales, nos dice que el derecho a ser diferentes no es sino un modo de afirmar el derecho a ser iguales. Todos merecemos el mismo respeto y tenemos derecho a manifestar y conservar nuestras diferencias: el derecho a vivir en libertad y escoger la religión, las costumbres, la opción política y la forma de vida que nos guste... El discurso del multiculturalismo exige que los individuos que pertenecen a colectivos marginados sean reconocidos como ciudadanos de primera categoría. Todos somos iguales en la medida en que somos seres humanos, vista ésta como la identidad más formal y específica que tenemos. Pero... no basta que uno se reconozca como ser humano, es preciso que también los otros lo reconozcan a uno como tal, pues las respuestas a las preguntas ¿quién soy?, ¿de dónde soy?, ¿qué quiero ser?, se encuentran únicamente en la relación del yo con los otros.



[1] Aparte del ensayo publicado por la Universidad Autónoma de México: Ciudadanía, Género y Conflicto en comunidades indígenas.



Después de promulgada la Constitución del 91 y con ella, una circunscripción especial para los pueblos indígenas, muchos de ellos han accedido al Congreso Nacional, tanto en Cámara como en Senado.

Período

Corpor.

Nombre

Movimiento

Pueblo

Votos

Asamblea Nacional Constituyente

1990-1991

ANC

Lorenzo Muelas H

AICO

Guambiano

22.443

ANC

Francisco Rojas Birry

ONIC

Embera

31.783

ANC

Alfonso Peña Chepe

MQL

Páez

Acuerdo

Senado de la República

1992-1994

Senado

Floro A Tunubala

AICO

Guambiano

30.312

Senado

Gabriel Muyuy J.

ONIC

Inga

30.014

Senado

Anatolio Quirá Guauña

ASI

Coconuco

26.457

1994-1998

Senado

Lorenzo Muelas H

AICO

Guambiano

28.366

Senado

 

 

otros los Cabildos Gobernadores de las organizaciones de los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, representantes legítimos de nuestros pueblos, movidos por las circunstancias propias de la proximidad de las elecciones en los próximos meses del presente año, queremos poner en conocimiento de la opinión publica nuestra posición con respecto a la participación de los miembros de nuestras comunidades en las listas de los diferentes partidos políticos,

 

Las luchas de los indígenas han sido luchas colectivas por un territorio, por conservare la identidad colectiva, por el reconocimiento y la autonomía a partir de los principios culturales tradicionales, afianzando en procesos internos.

 

En ese sentido, los pueblos indígenas de la Sierra nos encontramos en la actualidad en un proceso de reafirmación y reivindicación cultural con entendimiento de la realidad del país y del mundo. Con esta visión de la realidad que vivimos y el país que queremos estamos dispuestos a hacer nuestros aportes.

 

Por lo anterior los verdaderos soportes de nuestro conocimiento quienes denominamos “mamos”, permanecen en nuestro territorio  donde realizan toda la actividad de interpretación de los signos con los cuales se construye nuestros pensamiento y nuestro saber. Quienes recorren el país diciendo que son “mamos” están haciendo uso mercantil de un saber y un patrimonio cultural que nos pertenece como colectividad, en la medida que han logrado credibilidad, por el aprecio que la gente de bien tiene de las culturas indígenas, en particular, de las de la Sierra Nevada de Santa Marta, hacen uso de un conocimiento cuyos fundamentos pueden estar dando lugar a engaño. Tales personas no tienen ninguna clase de aval de nuestra parte que garantice los resultados que la gente confía que podrán obtener.

 

Las personas naturales de nuestros pueblos son libres de afiliarse a cualquier organización partidaria del orden político que, por sus propias razones, consideren que se identifica o representa ventaja para sus propios fines.

 

Desconocemos las razones por las cuales dichas personas consideran, que los partidos políticos representan el pensamiento, los intereses y el ejercicio poder por parte de nuestras culturas sino que, por el contrario, vemos en ello una situación mas de las que vulnera nuestros principios, pone en riego la imagen y la historia de un pueblo que lucha por la supervivencia.

 

Hecha la anterior precisión, queremos manifestar que ninguno de los indígenas pertenecientes a nuestros pueblo Kogui, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo que se inscriben en listas de partidos o movimientos políticos lo ha solicitado, ni ha sido autorizado en nuestra forma legitima para hacer en nombre  y representando los intereses colectivos de nuestras culturas. Los miembros de nuestros pueblos que tiene estas aspiraciones son personas sin reconocimiento, ausentes y desconocedoras de los procesos internos y sin representatividad para hablar de ellos, pero que los utilizan de manera irresponsable para beneficios individual en contravía de los principios colectivos de nuestras culturas.

 

No consideramos que ninguno de dichos partidos o movimientos, a su vez, represente nuestro pensamiento, nuestro conocimiento o nuestro propósito político de futuro, ni, a pesar de que alguno lo afirme, recibe nuestro respaldo como culturas y, en cambio se utiliza la imagen de un pueblo y su identidad para venderla políticamente, sin importar las implicaciones que estas decisiones aisladas e independientes  puedan tener.

 

Consideramos que, por ahora, en el debata político nacional, no están dadas las condiciones para que unos planteamiento en lo político, derivadas de nuestro pensamiento, de nuestro conocimiento y del interés de nuestros pueblos, pueda ser atendido y que prevalezcan en virtud de su validez para otros sectores de población de ameritar que se logre el éxito político que se espera de dichos eventos para esa forma de pensamiento en su integridad.

 

No descartamos que en el futuro, cuando existan las condiciones de un país más justo e incluyente, podamos hacer nuestros aportes y en tales condiciones, serán las propias organizaciones indígenas encargadas de dar a conocer sus candidatos.

 

ARREGOCES CONCHACALA                           OTONIEL GIL

Cabildo Gobernador Kogui                                 Cabildo Gobernador Wiwa

 

JULIO ALBERTO TORRES                                JAIME ENRIQUE ARIAS A.

Cabildo Gobernador Arhuaco                             Cabildo Gobernador Kankuamo

 

 

Por: Olga Luz Restrepo

 

¿Cuál es la situación de derechos de las mujeres indígenas?

 

Las mujeres indígenas padecen múltiples discriminaciones, dentro y fuera de sus sociedades, dentro y fuera de sus sistemas de valores. Como lo ratifican los distintos informes de organismos internacionales de derechos humanos, son discriminadas por ser mujeres, por ser indígenas, por ser pobres, por ser iletradas, por no hablar el español, por ser tradicionales y tener conocimientos “no científicos”.

 

A pesar de las diferencias culturales que existen entre las distintas etnias indígenas, algunas mujeres han identificado sus principales dificultades para  ser y existir. Dichos problemas se relacionan con: 1) El impacto de todas las formas de violencia social, étnica y política que ejercen los actores armados, legales o ilegales, en sus territorios y comunidades. 2) La marginalidad en su participación social y organizativa, y en la toma de decisiones. 3) La marginalidad y exclusión de los programas y políticas de desarrollo productivo o económico. 4) El escaso acceso a bienes y servicios. 5) El escaso acceso a espacios de formación y/o capacitación. 6) El escaso acceso a medios de comunicación e información, y 8) la promoción de un rol doméstico-reproductivo y de sumisión al hombre.

 

Todas estas situaciones pudieran entenderse como normales en el contexto de sus culturas, si las mismas indígenas no las identificaran como problemas. Sin embargo, ellas también se plantean como sujetos autónomos con capacidad de ser, hacer y tener no sólo en los términos de sus culturas o sistemas de valores, sino también en el contexto de la cultura mayoritaria; es decir, se plantean el ejercicio de una ciudadanía intercultural que valora lo propio e incorpora lo ajeno como parte constitutiva de su ser, lo cual es compatible con la definición moderna de ciudadanía que involucra para todos los actores sociales la posibilidad de autodeterminación, la capacidad de representación de intereses y demandas, y el ejercicio pleno de los derechos individuales y colectivos jurídicamente reconocidos.[1]

 

¿Cuáles son los derechos de las mujeres indígenas?

 

Pese a que las mujeres indígenas encuentran barreras culturales y políticas para el reconocimiento de sus derechos, las necesidades establecidas por ellas han desencadenado en exigencias de mejoramiento de sus condiciones de vida a sus organizaciones, que han sentado las bases de un cambio cultural y de relaciones entre sujetos de distinto sexo. Como toda demanda supone la conciencia o por lo menos la intuición de un derecho, aunque no hay para el caso colombiano una formulación explícita de los derechos de las mujeres indígenas, con base en esas necesidades trataremos de establecer un marco de referencia de los derechos que las asisten.

 

En este sentido, podemos decir que las mujeres indígenas tienen derecho a: definir sus roles culturales y sociales, a ser protegidas por sus familias y comunidades, a ejercer su voluntad, a hablar otras lenguas, al buen trato, a ser valoradas y aceptadas como personas y como sujetos sociales y culturales, a ser reconocidas como portadoras de valores ancestrales, al reconocimiento y valoración de su rol doméstico, a no ser violadas sexualmente, a compartir con los hombres la manutención de las familias. También tienen derecho a su inclusión social en todas sus esferas, a la participación en las organizaciones, en los programas, planes de vida, proyectos de desarrollo y procesos de formación, a conformar organizaciones de mujeres, a acceder a los recursos del desarrollo y del ambiente, a recibir servicios de salud y formación adecuados a su género, usos, costumbres, a recibir información clara sobre los métodos anticonceptivos y decidir sobre su uso, a que se garantice su acceso a la tierra, a ocupar cargos importantes en la comunidad, a participar con voz y voto en la toma de decisiones y en la distribución del poder, a decidir sobre el manejo de los recursos, a recibir información sobre sus derechos.

 

Las mujeres indígenas tienen derecho a ser reconocidas como sujetos de derechos, a la consulta previa en los proyectos de desarrollo, a la cultura propia, a la tierra y al territorio, a la autonomía, al autogobierno, al desarrollo propio, a la diferenciación positiva, a la paz, y en fin... Los derechos de las mujeres indígenas también son todos aquellos reconocidos a sus pueblos por las normas internacionales, nacionales y consuetudinarias, formulados no sólo de manera genérica sino también inclusiva, en femenino. Es decir, los derechos de los hombres también son los de las mujeres, y son parte de ellos no sólo los individuales, sino también los colectivos, culturales y sociales relativos a su identidad étnica. Hacen parte también de sus derechos todo lo reclamado en las luchas de sus pueblos, no solamente como abstracción sino también y fundamentalmente como encarnación en sujetos concretos.



[1] Ver planteamiento en: Calderón, Hopenhayn y Ottone, 1993: 3. Citado por Obando M. Ana Elena en ponencia: Las guerras como deslegitimadoras del avance de la democracia y su incidencia en la mujer. Encuentro Internacional de mujeres contra la guerra. (www.rutapacifica.org).

La población afro colombiana en las próximas elecciones para el Congreso de la República cuenta con un amplio número de candidatos que se postulan en su representación. Varios se encuentran inscritos en los partidos y movimientos políticos tradicionales, en los independientes, en los gobiernistas y una gran mayoría a través de grupos significativos de ciudadanos.

Si hacemos un poco de historia, recordaremos que la participación electoral del pueblo afro descendiente, tiene un hito trascendental como las demás etnias del país con la Constitución Política de 1991. Es en ella donde se establece el carácter multiétnico de nuestra nación y se fijan las circunscripciones especiales en la Cámara de Representantes.

En las elecciones de 1994 fueron elegidos congresistas Agustín Valencia de la organización Palenque Afrocolombiano y Zulia Mena de la Organización de Barrios Populares (OBAPO). Posteriormente viene un período de suspensión, que se supera con la ley 649 del 2001, la cual reglamenta el artículo 176 de la constitución, justamente el que establece la creación de la jurisdicción especial para grupos étnicos.

De esta forma en el 2002 se postularon 23 candidatos para las dos curules de carácter especial, de los cuales fueron elegidos, María Isabel Urrutia Ocoro por el Movimiento Popular Unido quien obtuvo 40.968 sufragios y Welington Ortiz Palacio, quien obtuvo 30.926 votos. El total de sufragios válidos fue de 210.572, los cuales se dispersaron por el considerable número de aspirantes a la corporación.

En las elecciones del próximo 12 de marzo se repetirá la historia ya que hay 29 grupos significativos de ciudadanos que se inscribieron para participar en la contienda por la cámara especial y un total de 49 candidatos. A continuación se presentan los postulados:

Grupo significativos de ciudadanos

Candidatos

Asociación Para el Fomento De Las Negritudes "AFIN"

Edilberto vides Pereira

FUNCOAFRO

Oscar Zúñiga Bonilla

DESPERTAR

Ulises Ayala Cañola

Raíces Negras

Lista sin voto preferente

Antonio José Caicedo Abadia

Jesús Alfredo Mestra Díaz

ASOPRA

Lista con voto preferente

Jackeline Suzette Howard Pard

Hipólito Romaña Cuesta

ANALDIC

Lista sin voto preferente

Leonor González mina

Nathanael Kennedy Machado Núñez

Asoc. Para Promoción Y Defensa De Los Der. Étnicos De Las Com. Negras De Colombia

Alfonso Pedrozo Ayala

FUNDAIN

Lista con voto preferente

Yilmar Tafur Ramírez

Juan Gil Ramírez

AFROUNINCCA

Lista con voto preferente

Alexa Valencia Quejada

Silfredo Morales Altamar

CORPOSINPAC

Lista sin voto preferente

Welington Alfonso Ortíz palacio

Julio Cesar Rodríguez Angulo

Asociación Afro colombiana Intercambio de Experiencias

Alfonso Enrique Torres de la Hoz

Fundación Afro Nelson Mándela

Lista con voto preferente

Jose Ricardo Bolaño Garizao

Marlene Garizao Meléndez

Alianza Social Afro colombiana

Lista sin voto preferente

Maria Isabel Urrutia Ocoro

Ana Beatriz Mafla Peña

Asociación de Mujeres Afrocolombianas

Lista con voto preferente

Epifanio Navarro Asprilla

Carlos Iván González Chacón

ASOPACIFICO

Lista sin voto preferente

Miguel Antonio Angulo García

José Hugo Sinisterra García

FUNDECON

Lista sin voto preferente

Oscar Gamboa Zúñiga

Francisco Hernández Salgado

CUCAF

Lista sin voto preferente

 

 

Por Circunscripción Especial Indígena

 

Solo los dos movimientos políticos indígenas existentes postularon candidatos por esta circunscripción. La Alianza Social indígena -ASI-, ha presentado una lista encabezada por la carismática indígena Embera Eulalia Yagari, varias veces diputada en el departamento de Antioquia; y por el líder indígena Páez Jesús Enrique Piñacué, actual senador de la Republica y expresidente del CRIC. Las Autoridades Indígenas de Colombia –AICO-, presentó una lista encabezada por el actual representante indígena a la Cámara, Lorenzo Almendra y por el líder indígena del Pueblo de los Pastos, Ramiro Estacio. Salvo las elecciones del 94, en las cuales la ASI no presentó candidatos por la circunscripción especial, y las del 2002, cuando perdieron la curul con Rojas Birry, recién salido del movimiento, los dos movimientos han dividido las curules disponibles por esta circunscripción. En el año 91, Floro Tunubala (AICO) y Anatolio Quirá (ASI), en el año 98 Marceliano Jamioy (AICO) y Rojas Birry (ASI), en el 2002 Efrén Tarapués (AICO) y Rojas Birry (Visión Étnica). El comportamiento histórico de los electores hace suponer que ambos movimientos elegirán cada uno un senador; no obstante, se incorporan al actual proceso elementos de fuerza, que hacen suponer que cualquier cosa puede suceder. La ASI ha colocado a dos grandes electores y electoras de la organización. Piñacué viene de salir electo con mas de 80 mil sufragios, mientras que Eulalia Yagari se ha convertido en una de las principales electoras de Antioquia y pudo haber llegado al congreso desde la legislatura pasada, a no ser por un error de calculo de los indígenas de Antioquia que decidieron a ultima hora dividir la votación presentando dos candidatas. AICO contrasta la capacidad electoral de la ASI con el gran caudal de votos obtenido por Almendra para las pasadas elecciones de Cámara por circunscripción especial, donde obtuvo más de 70 mil sufragios. Su compañero de contienda cuenta con la votación del pueblo Pasto, que se ha caracterizado por tener un voto bastante disciplinado.

 

Si bien esta en juego la obtención de las curules, también lo esta la personería jurídica de cada una de los movimientos, pues de obtener alguno de ellos las dos curules, eso significara la indefectible desaparición del otro. Claro está aclarar que de suceder esto, el movimiento “quemado” tendrá la posibilidad de resurgir como el ave fénix en la próxima contienda electoral,  ateniéndonos al texto de la norma.

 

Por movimientos no indígenas

 

Adicionalmente se han postulado para acceder al Senado de la República: Antonio Jacanamijoy, por Cambio Radical; Laureano del Águila, por Alas – Equipo Colombia, Moisés Villafañe por el Partido liberal y por el Polo Democrático Alternativo los lideres indígenas Francisco Rojas Birry, Gerardo Jumi y Floro Alberto Tunubala. De estos últimos, Jumi y Rojas Birry provienen de la ASI, mientras Tunubala proviene de AICO.

 

Cada uno de estos partidos se ha presentado con lista preferente y será el resultado electoral el ordenador de la lista. Es en este momento donde la contienda es desafiante para los candidatos indígenas, debido a que la competencia al interior de estos partidos es muy fuerte y se encuentra a la incertidumbre de los escaños que obtengan con la aplicación de la cifra repartidora. Además, es la primera vez que algunos de estos líderes indígenas juegan en toldas diferentes a las indígenas, aclarando que la participación pasada de Rojas Birry y Gerardo Jumi por otros movimientos, estuvo avalada por sus organizaciones indígenas de origen, OREWA y OIA.

 

Valga decir que al menos cuatro de estos candidatos tienen posibilidades de acceder a una curul. Cada uno de los candidatos avalados por el PDA han sido connotados líderes nacionales. Francisco Rojas Birry ha recorrido todos los espacios de representación popular. Ha sido constituyente, delegatario al Congresito, concejal y senador; Jumi también tiene un importante recorrido en la vida pública, ha sido presidente de la OIA y en varias oportunidades diputado por Antioquia, hasta llegar al Senado de la Republica. Floro Tunubala también cuenta con un importante historial, que va desde la gobernación del Cauca, hasta el Senado. En el caso de Antonio Jacanamijoy, su paso por la Vicepresidencia del Foro Permanente para las cuestiones indígenas de la ONU y su experiencia como presidente de la COICA, le dan el peso suficiente para aspirar con fuerza a esa curul. En el caso de Villafañe, su aspiración pasada a la Cámara Especial para comunidades indígenas, lo proyectaron con un liderazgo importante a nivel nacional, ya que obtuvo en esa oportunidad cerca de 40 mil votos. Se anota en contra de su aspiración su indefinición política, pues está por fuera de los movimientos indígenas y su participación en política ha estado asociada a partidos pro establecimiento, al menos así lo demuestra su paso por la embajada de Colombia en España, al lado de Noemí Sanin Posada. Por eso muchos no logran entender su aval por el partido liberal. Así pues, estamos frente a una contienda de pesos pesados del movimiento indígena, cada uno con los quilates suficientes para obtener una curul.

 

Solo un elemento surge como obstáculo en la aspiración de estos candidatos, pero que también lo es para los candidatos por la especial, a excepción talvez de Eulalia Yagari y Ramiro Estacio que aspiran por primera vez: Una gestión precaria, que mas allá de las justificación por su condición de minorías, no deja importantes logros para la causa del movimiento indígena colombiano.


De manera lenta pero segura, las mujeres indígenas han venido avanzando en su proceso de apropiación de sus derechos, sintiéndose sujet@s de derechos. ¿De qué manera lo han hecho? Desde el silencio o la palabra oportuna, desde la inteligencia para ubicar los resquicios que les permitan entrar, desde la tolerancia y la comprensión, pero también desde la confrontación decidida, desde su participación en todos los espacios de lucha de los pueblos indígenas: en las tomas de tierra, en las organizaciones, en las marchas, en las mingas, en la confrontación de las autoridades públicas y los funcionarios oficiales y privados, en la formulación y desarrollo de sus planes de vida, en la confrontación de los actores armados, en la participación en elecciones, e incluso siendo parte de las autodefensas indígenas cuando las tuvieron o de los actuales actores armados.

Y aunque sus roles principales han estado muy ligados a la esfera de lo doméstico, en actividades que garanticen el éxito de los eventos y reuniones tales como la preparación de las comidas o la logística, han ido incorporando nuevos aprendizajes que han posibilitado el surgimiento de algunas de ellas: hablar el español, capacitarse para ser maestras, promotoras comunitarias o de salud, guardias y reporteras indígenas, o profesionales al servicio de sus organizaciones.

Cada vez hay más mujeres indígenas que aspiran a espacios de representación y gobierno, ya sea en sus cabildos o en las corporaciones públicas de orden nacional; aunque todavía son escasas las que tienen un reconocimiento nacional como líderes de sus pueblos y sólo una, Teófila Roa, logró ser Representante a la Cámara; otras se han ido ensayando en los concejos municipales y asambleas departamentales, o han hecho ensayos fallidos de llegar al Senado: la wayuú Remedios Fajardo, años 91, 94,98), y la embera chamí, Eulalia Yagari, que se quemó con 23.000 votos en el año 2000.

Todavía no hacen parte de los análisis o tratados políticos sobre participación electoral indígena, pero día a día surgen nuevos valores como Ati Quigua, Edith Bastidas, jóvenes profesionales que han demostrado una muy buena capacidad discursiva y movilizan opiniones y votos suficientes como para lograr un escaño en el Concejo de Bogotá, en el caso de Ati. Claro, se vienen posicionando con el discurso general de los derechos y reivindicaciones étnicas, sin consideraciones explícitas de género, tal vez porque es costumbre en las culturas indígenas que “la ropa sucia se lave en casa”.

Así, la mujer indígena también ha cumplido un rol fundamental y protagónico en la lucha de reivindicación de los derechos de los pueblos que no puede seguir invisible. Muchas mujeres indígenas del continente consideran que la primera gran lucha debe ser la erradicación de la inequidad interna mediante la modificación de aquellos usos y costumbres que perjudican a las mujeres; que así como se han transformado las culturas para asumir cambios tecnológicos y técnicas que benefician su producción o desarrollo, deben asumirse los cambios que beneficien las relaciones entre hombres y mujeres para la construcción de un proyecto de vida que interprete desde la identidad la justicia interna y la equidad.

Tal vez estos hechos, y sobre todo sus demandas de reconocimiento al interior de sus pueblos, movimientos y organizaciones, nos permitan hablar de una nueva configuración de la identidad de las mujeres indígenas, ya no sólo como integrantes de comunidades tradicionales, reproductoras sociales y culturales de sus etnias, sino como ciudadanas en ejercicio de sus derechos.

El marco de derechos constitucionales ha sido una realidad virtual para los pueblos indígenas. Sin embargo, para más de la mitad de su población, las mujeres, ni siquiera han sido realidad virtual, pues el proceso de su reconocimiento como sujetos de derechos individuales y colectivos ha ido mucho más lento y la mayor parte de ellas no han tenido el mismo acceso a los beneficios que dichos derechos entrañan.

Ellas han sido casi invisibles y lo serán mientras sean ignoradas tanto por la historia oficial como por la propia, ignoradas por sus organizaciones y por las políticas de Estado; mientras se desconozca su situación y condición, su aporte al desarrollo de las comunidades y su contribución a las luchas de resistencia étnica y cultural.

Se ha dicho que las mujeres indígenas tienen particularidades étnicas y culturales que las diferencian, pero su situación económica y social, sus relaciones de género e imaginario no han sido lo suficientemente documentadas. Al respecto, algunas referencias[2] señalan como en la historia la mujer indígena no ha tenido rostro propio, aunque los pocos renglones dedicados a ellas en las Crónicas de Indias hablan de las nativas como seres audaces, "preparados para todos los oficios, incluidos la caza y la guerra” (Bermúdez, 1994: 86). En algunas de nuestras viejas culturas se permitió a las mujeres ejercer el sacerdocio y la medicina, pero son pocas las referencias de mujeres que ostentaran el poder.

Según Pilar Lozano (1994:87),[3] las nativas vieron cómo la cultura europea y las instituciones impuestas limitaron sus posibilidades de desarrollo, deterioraron su condición social, política y económica, y tuvieron que sufrir el dominio de las relaciones patriarcales y coloniales de los invasores. En el altiplano el proceso de mestizaje fue muy rápido debido a las ventajas que ofrecía para ellas y para sus hijos unirse con un español (Lozano, 1994:88). Poco a poco se fue imponiendo así un ideal de mujer distinto al indígena, basado en el recato, la obediencia, la fidelidad, la castidad, la resignación y la virtud como patrones de conducta que dieron pie a diferentes categorías de mujeres y colocaron a la indígena en situación de inferioridad respecto de la mujer blanca y de los demás miembros de sus propias culturas.

Con este breve pero revelador esbozo se evidencia la forma en que se configuró el imaginario de los roles, condición y posición de las mujeres indígenas que prima hoy como herencia colonial en muchas de sus culturas y convive de manera dicotómica con los establecidos, a partir de las recuperaciones de identidad cultural de las últimas décadas, que hablan de una relación con “sentido de igualdad y complementariedad de roles desde posiciones diferentes (...) que pueden reflejar jerarquías pero no así desigualdades antagónicas (...)”(Chipana, 2000).

Sin embargo, en la realidad actual esa visión matrística del origen de la vida, la naturaleza y la historia que se lee en el discurso de lo cultural tradicional y reivindica lo femenino como fuente originaria, parece contradecirse con la valoración dada a los sujetos concretos, con la invisibilidad, negación y exclusión que dicen padecer las mujeres en la vida práctica de gran parte del movimiento indígena[4] y de muchas comunidades, culturalmente influenciadas por la ideología patriarcal del occidentalismo judeo-cristiano. Hasta ahora, la mayor parte de los estudios antropológicos y el discurso “oficial” indígena han hecho visible a la mujer indígena en tanto sujeto que garantiza la reproducción física y cultural de las etnias, en su papel generador y fundacional de la cultura y de la raza; pero ello todavía no se traduce en una actitud y política de reconocimiento y de respeto, de mejoramiento de su posición al interior de las comunidades y de las organizaciones, porque se “afirma que la defensa de la cultura es prioridad y entrar a considerar los derechos específicos de las mujeres ocasiona conflicto dentro de las comunidades”.[5]

Así, se evidencia una fractura entre la representación del ser femenino en la cultura, reflejada en los mitos de origen o en los discursos reivindicativos y el valor asignado a las mujeres en la vida cotidiana de las organizaciones y comunidades; se confirma también la tesis según la cual al parecer la primacía de derechos colectivos tiende a suprimir derechos específicos tales como los de género y edad.



[1] Aparte del ensayo publicado por la Universidad Autónoma de México: Ciudadanía, Género y Conflicto en comunidades indígenas.

[2] Documento: “Las mujeres antes y después de la conquista”, Centro de Documentación www.etniasdecolombia.org, al parecer elaborado por Diana Martínez B.

[3] Ibid. Citando a Irene Silverblatt.

[4] Me refiero sobre todo al de zona andina, el de mayor trayectoria e impacto en la vida política nacional y en el desarrollo de la plataforma política indígena. A nivel del Caribe hay una situación deferente, hay mujeres importantes con un reconocimiento especial que pueden tener mucho impacto y traen un mensaje nuevo.

[5] Mesa de trabajo Mujer y Conflicto, 2003.

 

Otro ingrediente importante en el actual proceso electoral lo constituye la campaña presidencial. Los candidatos indígenas al Senado han distribuido sus simpatías por los distintos candidatos y precandidatos presidenciales, siendo particularmente criticada la decisión de la ASI, al anunciar su adhesión al candidato Mockus y de Antonio Jacanamijoy y Wilson Laureano del Águila, que al estar incluidos en listas de partidos uribistas, se presume su adhesión de dichos candidatos indígenas al candidato presidente Uribe. En el caso de la ASI, su decisión de apoyar a Mockus hace parte de una antigua relación del movimiento con este candidato, principalmente por parte del senador Piñacué.

 

Candidato Presidencial

Apoyos Indígenas

Partido o Movimiento

Carlos Gaviria Díaz (PDA)

Gerardo Jumi Tapias

PDA

 

Floro Tunubala

PDA

 

Lorenzo Almendra

AICO

 

Ramiro Estacio

AICO

 

 

 

Antonio Navarro

Francisco Rojas Birry

PDA

 

 

 

Antanas Mockus

Jesús E. Piñacué

ASI

 

Eulalia Yagari

ASI

 

 

 

Álvaro Uribe

Antonio Jacanamijoy

Cambio Radical

 

Wilson Laureano del Águila

Alas – Equipo Colombia

 

 

 

Horacio Serpa

Moisés Fillafañe

Partido Liberal

 

Es de anotar, que este cuadro de simpatías se concentrará a partir del 12 de marzo, cuando se definan los candidatos del Polo y del Partido Liberal.

 

El apoyo de algunos indígenas a los candidatos presidenciales del PDA es apenas explicable, dado su transito a una militancia más plural. Es claro que al seno del movimiento indígena, principalmente al interior de la ASI, se presentaron posturas desde los primeros años de la década del noventa, que reivindicaban la necesidad de un proyecto alternativo, posición que tuvo una gran audiencia. Esta posición empezó a tener gran acogida y llegaron al movimiento personas de las diferentes vertientes políticas, sobre todo de la izquierda, originando situaciones para las cuales la organización no estaba preparada, lo cual determinó cierto repliegue, a instancias de las posiciones más indigenistas o conservadoras de la organización, que entendían la apertura, pero sin que ello llevara a desnaturalizar la esencia de una organización que recogía el legado de muchos años de lucha alrededor de la causa indígena, sobre todo en la región de los andes. Apertura si, pero alrededor de los indígenas,  colocando en entredicho las expectativas políticas que muchos se habían hecho con este proyecto. Esto explica en parte, porque muchos de los antiguos miembros de la ASI, incluidos algunos dirigentes indígenas, fueron a parar a las toldas del Polo.

 

No puede explicarse de igual forma la adherencia a otros candidatos, aunque de manera un tanto general, quienes participan en las listas de los partidos, considerados tradicionalmente de gobierno, han explicado su permanencia allí como una suerte de estrategia, que en nada compromete la causa de los indígenas. Recogiendo planteamientos antiguamente planteados por Rojas Birry, “los indígenas no tienen partido ni color que no sea el de sus propias reivindicaciones y lo importante es llegar a los espacios donde se determina la política”. Como quien dice, dame los medios y nosotros haremos el resto. Esta posición seria indiscutible, sino es porque también esta en tela de juicio la gestión realizada por los nueve indígenas que han pasado por el capitolio en calidad de senadores y los cinco que lo han hecho en condición de representantes. La pregunta es: ¿Cómo romper la coraza de un congreso mayoritariamente proestablecimiento, que tienen un discurso retórico frente a los indígenas, pero rechaza sus iniciativas legislativas?

 

Presentamos varios puntos de reflexión sobre las adhesiones a los candidatos presidenciales, por parte de los movimientos indígenas:


La Revista Semana la catalogó como una de las 100 mujeres más importantes en historia de Colombia, en su edición especial de octubre del año 2005. Y no es para menos, Eulalia es una mujer que sin títulos universitarios, mucho pragmatismo en la política y mucha sensibilidad humana, ha conquistado los corazones de quienes la conocen o la han visto participar en distintos espacios de la vida nacional y de los pueblos indígenas de Colombia.

El gran reconocimiento que goza como mujer y como indígena, porque “…yo tengo la cabeza muy alta porque tengo dignidad, a nosotros que nos digan de todo menos ladrones o matones”…, también se ha expresado en no pocos premios y nominaciones que van desde la Mujer Confama 1994, hasta el premio Cafam a la Mujer del Año en 1997. Pero tal vez, el más importante de todos ellos, sea el gran reconocimiento que le hicieron los periodistas antioqueños al escoger a esta mujer medianamente alfabeta, que rompió la férrea mancuerna godo liberalesca antioqueña, como la Mejor Diputada del año en 1992.

Esta mujer que le teme a los perros de los españoles, porque cree que como en tiempos de la conquista se la van a comer, tal vez nunca pensó que se le pudiera comparar figurativamente con alguno de los títulos nobiliarios que ostentaban las clases feudales de la época colonial. En verdad, no exageramos si le damos su reconocimiento como “baronesa” electoral, para destacar la hazaña de esta india, equiparable a la de cualquiera de nuestros mal llamados “barones” electorales, de haber mantenido, duplicado y hasta triplicado su caudal electoral.

Las cifras no mienten. En 1991 arrancó una modesta campaña, sin plata y con mucho fervor, cuando nadie la conocía más allá de las fronteras de la Organización Indígena de Antioquia. En ese entonces, ayudada por la buena imagen que lograron construir los representantes indígenas en la Constituyente, logró 11.300 votos que le dieron su primer puesto como diputada de la Asamblea de Antioquia: 1994 – 19.900 votos, 1997 – 44 mil votos, elecciones cámara año 2000 – 23 mil votos, nuevamente Asamblea de Anquia 2003 – 34.700.

Estas votaciones la han mantenido a ella y al movimiento que representa en la dura arena política paisa. Votaciones que también han sido un reconocimiento de su gestión en este espacio, a nombre no sólo de los pueblos indígenas sino de los movimientos sociales mestizos con quienes comparten intereses: Dice Eulalia: “he cumplido siendo diputada… Yo saqué adelante 5 políticas públicas: la de jóvenes, por ordenanza, la de género y equidad, comunidades indígenas y comunidades afro, y ya estábamos próximos a construir una para los desplazados cuando me propusieron y tuve que dejar la Asamblea Departamental. … Nosotros nos volvimos casi que policías y veedores del recurso del departamento, y hemos dado orientaciones y les hemos dicho que la plata es del Estado… que no es solamente de los ricos sino también de los pobres…”

Tropeliando se fue formando su espíritu

-“Yo, represento un resguardo indígena que se llama Cristiania y se creó a finales de 1800… Fui una niña muy inquieta muy soñadora. A los 14 años, empecé a ejercer mi liderazgo, me tuve revelar contra mi propio padre, debido a que él siempre me quiso enseñar el castellano y mi madre la lengua materna… A los 17 años empecé a salir de la comunidad, a visitar comunidades como el Alto Andágeda en el departamento del Choco, a raíz de que allá los emberas chamíes tenían unas minas de oro pero habían sido atropellados por las fuerzas militares y algunos terratenientes… En son de quitarles las minas a los indígenas los emborrachaban, les daban de marihuana para arriba y los indígenas no sabían de temas compraventa y regalaban el oro”.

También empiezo a participar en cosas duras como las recuperaciones de tierras, a ser coordinadora de mujeres indígenas y campesinas en el suroeste antioqueño, ha desarrollar las lúdicas y las artes haciendo teatro y títeres con los niños y las mujeres, y a desarrollar tareas de fortalecimiento del cabildo indígena de su resguardo.

Luego, “en el 89 me traslado a Medellín y empiezo a trabajar en la OIA. Simultáneo nosotros estábamos apoyando a Rojas Birry para participara de la constituyente del 90 y me colocan de tercera en la lista de Anatolio Quira, Senador Indígena de la República en 1991”.

Su propuesta a l@s colombian@s

-“Dice el mensaje no matar, no robar, amar la naturaleza, la comunidad. Pero cómo se resume ese trabajo: no matar significa potenciar a un sector de la sociedad civil que hace mucho rato está desgastada de luchar contra la violencia, diciendo no más secuestros, no más desapariciones forzadas. Es apoyar todas esas iniciativas de paz que se vienen haciendo en este país; … apoyar todos los procesos de reinserción que hagan todos los grupos violentos; …hacer una constituyente de paz, gobiernos de paz, respetar el derecho internacional… No es justo que un congresista reciba 16 millones de pesos mensuales, con la barriga y el bolsillo lleno, hablando de paz detrás de una oficina, cuando el pueblo se está muriendo de hambre, cuando en Colombia hay 3 millones de desplazados sin dolientes, sin patria, sin nadie…

Yo invito a los grandes propietarios que tienen grandes extensiones de tierra en este país que nos sentemos en una mesa de concertación con los representantes de lo desplazados, con los indios y campesinos sin tierra… Los indios luchamos por una propiedad colectiva, porque el día que el indio empiece a luchar por una propiedad privada hasta ese día llega el indigenismo en este país, hasta ese día llega la identidad, hasta ese día llega la lengua materna…

La ONU está planteado que para el año 2015 se debe erradicar la pobreza, el hambre el analfabetismo, eso dice la ONU. Yo no soy de la ONU, yo soy una india y como yo he vivido esa realidad yo propongo otra cosa: el hambre y la pobreza se erradica es con los planes de desarrollo con participación, cuando las comunidades crean su propio plan de desarrollo y se llevan también a los planes de desarrollo municipales y departamentales y nacional, y tengan inversión y soporte; deben generarse políticas publicas para los sectores generacionales… aquí hacen falta estas políticas para los desplazados, para la economía informal, para los comerciantes, emboladores, jóvenes, para género y equidad…Mockus decía yo no estoy de acuerdo con esa política suya, y yo le decía que yo sí la he hecho en Antioquia”-.

Porqué la apoyan

- “Los del Tolima que también me están apoyando, me dicen: es que a usted no la vamos apoyar por bonita, porque de que nos sirve un grandotote mastodonte que no dice nada. Además el valor de las grandes cosas se ve en peñas cosas, y usted es miniatura de estatura y grande de corazón, es muy inteligente y muy capaz, además es una mujer muy orgánica y la vamos a apoyar”.

Por fin la ASI le da el lugar que merece

-“En la alianza social por fin pusieron a encabezar a una mujer, porque el poder en 13 años ha estado en manos de los hombres. ¿Cómo les parece eso a ustedes?, sabiendo que la constitución política, en el articulo 43, y los tratados internacionales están dando participación a las mujeres. Yo veo muy pocas mujeres participando en el área política, ni siquiera como candidatas para la presidencia. ¡Que milagro que me coloca la ASI! Y soy la única, lo digo con orgullo: soy la única mujer indígena que fue maestra de una comunidad indígena de Cristiania, soy la única mujer indígena histórica que llegó a la Presidencia de la Asamblea Departamental de Antioquia, por primera vez y en cuatro períodos consecutivos, soy la única que sale encabezando una curul al Senado de la República por la ASI, en 13 años…

No hay una ley especial revindicando los derechos de la mujer indígena ni de las gitanas, ni de las afro. Existe una ley para todo el conglomerado nacional de las mujeres, la propuesta es en lo económico, hay que generarse ingresos para la mujer cabeza de familia y la comunitaria, en lo social, hay que darle mayor participación en las decisiones de las corporaciones públicas y de carácter social, como juntas de acción comunal y cabildos; en lo cultural hay que reivindicar la propiedad y la participación de la mujer, porque culturalmente hemos sido subyugadas. A la mujer, prácticamente, el oficio doméstico la tiene relegada y se dice que estamos para parir y para estar con el marido. Pero no ven la capacidad de mando, de interactuar, ya no somos las mujeres de hace 40 años que para pelear un voto, como es el caso de Ofelia Uribe, tenían que lamberle a sus maridos políticos; esa situación ha cambiado, entonces hay que desarrollar esas leyes que ya están constituidas en el Congreso y en la Constitución”-.

Todavía hay discriminación

-“En términos globales, todavía hay discriminación social, económica y política… Se debe fortalecer las organizaciones sociales al interior de las comunidades indígenas, fortalecer la participación de la mujer al interior, sus microempresa, fortalecer la artesanía para el mercado internacional. Darle mayor opción a través de los cabildos en la toma de las decisiones generales y darles la oportunidad para que ellas viajen y conozcan más de otros mundos. En el campo de las leyes hay que examinar todas esas leyes paritarias de la ley 50, que hablan de mujeres. … Si llego a ser senadora, voy a revisar las leyes, qué se ha desarrollado y que no, y equiparme bien de profesionales… porque lo mío va a ser género y equidad, recursos naturales, derechos humanos, DIH, todo lo tenga que ver con derecho social; los derechos de los indígenas van articulados dentro los derechos de la sociedad colectiva de los pueblos, ahí van los de ellos.

Muchos indígenas me han solicitado que vaya al Ministerio del Interior para que se reconozcan muchos cabildos que no están reconocidos en el país, otros quieren ampliación de territorios y mayor presupuesto… Yo les digo que muchas veces el ejercicio de un legislativo depende del buen acompañamiento de sus asesores... que se preocupen y sean dolientes … pero igual pasa con los indígenas, a uno le piden de todo pero ellos también deben ser dolientes de su propias situaciones, porque así como hay indígenas dolientes hay otros que sólo quieren ganar plata y por eso aparecen en el Polo y en el Cambio Radical, Liberal, pero ellos no nos representan.

¿Por qué votar por ella?

-“Los colombianos y colombianas sin distingos de clase, credos, religiones y políticas deben votar por Eulalia Yagarí y marcar el logotipo de la ASI y el 201, primero porque hay una deuda histórica con los pueblos indígenas, a los indios se les quitó toda la tierra y se les pisoteó… Pero si hay una deuda histórica hacia los pueblos indígenas, dentro de los mismos indígenas hay otra deuda histórica con el tema de género, los mayores indígenas hombres tienen mayores posibilidades de estar en mejores condiciones que las mujeres.

Hablemos de la parte cultural, quiénes soportan la parte cultural son las mujeres, que a veces andamos descalzas, care pintadas, con vestidos tradicionales, y los hombres indígenas que hablan de cultura ya no tienen taparrabos ni se pintan la cara, ni viven descalzos, y si se pintan la cara llevan zapatos y pantalón,… porque la mayoría que se han venido a la ciudad, perdieron en suma su contexto, muy pocos hombres conservan aún sus atuendos, la mayor parte si por ellos fuera se colocarían los pantalones de paño, los zapatos de 200 mil pesos, la corbata y si se descuidan se tiñen el pelo. Eso no lo hacen porque todavía hay una comunidad que los está vigilando”.


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A pesar de que importantes organizaciones indígenas como la ACIN, consideran que el voto en blanco fue un veto a alguno de los candidatos indígenas, que presentaron su nombre el pasado 12 de marzo, creo que el análisis que hagamos los pueblos indígenas debe ir mucho más allá. A manera de ejemplo, quiero mencionar estas situaciones, que considero influyeron en los resultados del 12 de marzo.

El nuevo sistema electoral, privilegia el fortalecimiento, de las grandes maquinarias que, independientemente de sus afinidades ideológicas, se unen con propósitos meramente electorales. De tal manera que, los partidos que no corresponden a esas grandes maquinarias como los de origen indígena, o aquellos que se asumen como independientes, el caso de Visionarios, Por el País que Soñamos o Dejen jugar al Moreno, se quedan por fuera del juego político, ya sea vía umbral, cifra repartidora, o en nuestro caso, vía interpretación del voto en blanco.

Por otra parte, la presentación del tarjetón es muy confusa, y aunque el pretexto es hacerlo más manejable y pequeño, su diseño y las reglas que se establecieron para su aplicación, favorecen claramente a aquellos partidos capaces de invertir grandes cantidades de dinero en el posicionamiento de sus logotipos. Este es el caso del partido de la U, al cual, extrañamente sus electores en repetidas oportunidades marcaron el logotipo de la U y el número 95, y aunque dicho partido no tenía candidato con un número 95, el voto era válido para el partido.

La confusión que originó el tarjetón, para el grueso de la población colombiana y, en particular, para la población indígena, hizo del voto en blanco, más que un veto a los candidatos propuestos, una salida más, junto con las tarjetas no marcadas y los votos nulos. Incluso, se presentó la situación de que algunos ciudadanos marcaron el voto en blanco en dos oportunidades, lo cual podría mostrar la verdadera intención de ellos de votar en blanco, pero las reglas definieron que ese es un voto nulo.

Con lo anterior, pretendemos probar que la dificultad en el manejo del tarjetón y la falta de capacitación de los electores hace que los resultados que vemos no sean absolutamente confiables y no se puedan tomar totalmente como la expresión de la voluntad popular. Por el contrario, con todas las fallas que se presentaron considero que la voluntad del elector está altamente viciada. Esto, sin contar las confusiones que tuvieron los jurados de mesa al momento de contar los votos, situación que ya fue denunciada por la Procuraduría General de la Nación.

Ahora, si la sociedad no indígena, que marcó el voto en blanco, a través de ese mecanismo quiere vetar a los candidatos indígenas, considero que la circunscripción especial indígena requiere una reglamentación adecuada, por cuanto dicho espacio es un derecho de los pueblos indígenas, y mal podrían otras personas venirnos a decir si tal o cual dirigente es o no la persona que nos debe representar.

Si hasta el momento, la población no indígena está eligiendo a nuestros representantes, se impone la necesidad de reglamentar la circunscripción especial indígena, para que seamos los indígenas quienes elijamos a nuestros representantes, respetando el verdadero espíritu de la norma constitucional que reconoció nuestro derecho a la participación política. Es más creo que si en la actualidad cualquier hermano indígena se puede presentar como candidato por la circunscripción especial indígena, desconociendo el querer de los pueblos, esto demuestra que los mecanismos de control interno están fallando y deben ser revisados y fortalecidos por los pueblos, para que cualquier candidatura por la circunscripción especial indígena, ya sea en Cámara o en Senado goce de legitimidad. La aplicación de la autoridad y la autonomía indígenas supone que las estructuras que crean nuestros pueblos no pueden pasar por encima de la voluntad de sus creadores.

Mirando, de manera un poco más amplia, la participación de los indígenas en las elecciones del 12 de marzo, por decir lo menos, inquietan los resultados para cada uno, independientemente de si fueron candidatos por movimientos indígenas, por partidos de izquierda, de derecha y hasta de extrema derecha. Podríamos decir que no puede afectarnos tanto unos simples resultados electorales, más aún cuando algunas de las candidaturas no contaron con el respaldo de las comunidades y autoridades.

Sin embargo, considero que este es un mensaje de la sociedad colombiana que quiere ver en nuestras organizaciones y dirigentes una verdadera opción alternativa, y la escasa votación señala que no está viendo así. Seguramente la dispersión de nuestra presencia y propuesta está enviando un mensaje muy confuso a los colombianos, más aún cuando hermanos indígenas concientemente o no, respaldan propuestas de una política opresora de nuestros pueblos y violatoria de nuestros derechos, como es la del presidente Uribe Vélez. U otras propuestas de corte marcadamente neoliberal y continuista del actual.

Finalmente creo que, antes que los candidatos y los movimientos políticos, son los pueblos indígenas y sus organizaciones, los llamados a tomar un posicionamiento político frente a este tema, y luego darle el desarrollo jurídico que sea necesario, con el fin de resguardar los derechos adquiridos, en este caso a la participación política.