Opinión
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Las elites culturales y las clases sociales dominantes menosprecian a los pueblos indÃgenas. Heredando prejuicios de los antiguos colonialistas, reverdecidos ahora por los imperialistas, los creen seres inferiores. Al imponer ese concepto en el seno de la sociedad, las comunidades de indios se vuelven presa fácil para ser perseguidos, despojados y exterminados. Son objeto de burla tanto que cuando alguien comete un desafuero, se acusa que “se le salió el indioâ€. Y, dado que se les considera salvajes, sus aportes se atribuyen a la “malicia indÃgenaâ€, a algo instintivo, no venido de la razón.
El presidente Uribe, el jefe negociador del TLC, Hernando Gómez, el ministro de Agricultura, Andrés Arias y el de Comercio Exterior, Jorge H. Botero, inspirados en las repugnantes manÃas racistas que predominan en torno a los pueblos indÃgenas, calificaron como “ignorantesâ€, “manipulados polÃticamenteâ€, “carentes de información†y con el infaltable “terroristas†a los 47.000 ciudadanos que atendieron el llamado de los Cabildos y organizaciones campesinas que convocaron la Consulta Ciudadana sobre el TLC en seis municipios del oriente del departamento del Cauca. Los mismos epÃtetos, en tonos más altos, les extendieron a las 50.835 personas, el 98% de las 51.330 que votaron en total, incluyendo a 4.778 entre 14 y 18 años quienes acorde con la cultura indÃgena están en capacidad de discernir, que votaron NO al TLC.
Uribe, Gómez, Arias y Botero no pueden discernir en el dilema entre la vida y el TLC. Cuando se ha medrado durante toda la existencia en las cúpulas gremiales, en lo más alto del escalafón burocrático oficial o en las instituciones mundiales neoliberales no es posible entender que la vida esté en riesgo para muchos que ven comprometida la seguridad alimentaria o la presencia de las semillas autóctonas o pierden el acceso a medicamentos baratos y a tratamientos terapéuticos, ven atacada su cultura por las poderosas industrias multinacionales o sufrirán el menoscabo de la autonomÃa sobre su destino, del arraigo en sus territorios y del control de recursos naturales como el agua y la biodiversidad, por la práctica de la “biopiraterÃaâ€, convertidos en mercancÃa y objeto de concesión a consorcios internacionales, y que, como consecuencia de todo esto y de mucho más, ven inminente la desintegración de sus comunidades y el quebranto de la soberanÃa nacional. Uribe y los suyos no reparan en que al convertirnos en colonia de Estados Unidos, de sus empresas y de sus inversionistas, colmados de privilegios en el TLC, desaparece el primer requisito de vida para los ciudadanos: la autodeterminación. Contrario a la mayorÃa, afirman que la sujeción completa a TÃo Sam es la salvación de Colombia.
Es evidente que Uribe y su grupo no pueden consentir que alguien no pertenezca a su secta de pensamiento único y que jóvenes como los de la vereda El Trapiche del municipio de Jambaló colocaran estas coplas en los muros de su escuela referidas a la Consulta del pasado 6 de marzo: Esto dijo el Presidente Bush/ tomándose una cerveza/ ahora sà a toditos/ les voy a dar en la cabeza. La lógica encerrada en ese verso, y que a los tecnócratas debe parecerles elemental y “sesgadaâ€, es más contundente y objetiva que cualquier Modelo de Equilibrio General , Matriz de Intereses Ofensivos y Defensivos, Ejercicio de Costo- Beneficio que muchos exigen para, al final, concluir de igual modo que el paÃs es un claro perdedor en el TLC.
El resto de ciudadanos colombianos debemos comportarnos distinto al grupo gobernante y respetar y seguir el ejemplo de las etnias NASA y de GuambÃa, exigir al gobierno emular en democracia con dichas comunidades y, en consecuencia, llamar a una consulta a todos los colombianos en torno a su opinión sobre el TLC ya que existen normas legales que lo facultan para ello. Y, como primera enseñanza que está en el alma de la Consulta del Cauca, aprender que el proyecto de vida de los individuos no puede entenderse sino en compañÃa de los demás y en la felicidad conjunta. Es por esto mismo que el himno del pueblo Páez dice: “…seguiremos peleando mientas no se apague el sol…â€.
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“Al principio del tiempo nuestra gente salió en busca del EspÃritu y caminando se encontró con esta planta milenaria, con el abuelito Peyote, nuestros abuelos lo levantaron y dijeron: “Es bueno para nuestra gente escuchar la palabra del Abuelito Peyote.†Por eso lo tomaron como el sacramento principal de la ceremonia, y ahora nosotros lo estamos llevando a todos los rincones de la Tierra para que la gente escuche el mensaje del Gran EspÃritu a través del Abuelo Peyote.â€
¿Qué es una ceremonia de medicina?
El conocimiento del cielo, de la tierra, de todo el Universo se puede adquirir directamente a través de una buena relación con un espÃritu abierto, con un espÃritu que no conoce la manipulación o la mentira. Las plantas sagradas son esos espÃritus.
A través de esta buena relación nuestros antepasados comprendieron la vida. A través de esta medicina, de las plantas sagradas, conocieron en visiones y ceremonias todos los rincones de la tierra y la profundidad del Universo.
Cuando uno toma medicina es para recibir instrucción, visión, enseñanza o sanación. Hay muchos propósitos por los cuales se puede tomar medicina. La tomamos para sanar y estar bien en nuestro corazón, para sanar y estar bien en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra relación con todos los seres, con todo lo que nos rodea.
La ceremonia de medicina es una ceremonia de oración y canto que dura toda la noche y tiene el propósito de conectar al individuo consigo mismo y con el Universo, ayudándonos de esta forma a encontrar las respuestas que estamos necesitando en nuestras vidas, a ver nuestras habilidades y talentos, a confrontar nuestros miedos y a sanar profundamente desde nuestro interior. Este conocimiento trae libertad a cada persona y nos permite ver esos aspectos del Ser que reposan bajo la superficie de la realidad fÃsica y descubrir otros universos de conciencia.
Qué es un Temazcal?
Esta ceremonia tiene miles de años, fue una de las primeras entregadas por El Creador al hombre, y está basada en la bendición y en la purificación del ser humano a través del liquido sagrado del agua y a través del calor de la vida. En el Temazcal recordamos que venimos del vientre, que es donde uno es concebido, donde uno es alimentado como semilla para llegar a tener la unidad de todos los poderes del Universo.
Cuando entramos al Temazcal estamos volviendo al origen, de alguna manera nos retiramos a lo mas profundo de nuestro ser para desde allà tener la oportunidad de observar nuestra vida con una perspectiva desde la cual vemos la dimensión real de todo lo que nos rodea. Dentro de esta oscuridad tenemos la oportunidad de encontrar la claridad, de vernos a nosotros mismos de la manera como realmente somos, y reconocer esos aspectos con los cuales ya no queremos caminar para asà poder trabajar en nuestra transformación. Visite la web http://fusic.ya.st
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El primero de enero del 2005 se cumplirán 153 años de la terminación legal de la esclavitud en Colombia. Para los diez y medio millones de afrodescendientes que viven actualmente en el paÃs y para sus mayores, este hecho que ocurrió cuando la esclavitud habÃa dejado de ser un negocio rentable, no constituyó una real medida de reparación.
A pesar de que no bastaba con decir simplemente " son libres", sino que era necesario adoptar medidas que permitieran vivir es libertad, aquà la lógica fue otra, se indemnizo a los dueños de esclavos pero no a los esclavos ni a sus descendientes. A pesar del tiempo transcurrido, a los afrodescendientes, no les están garantizados en la práctica sus más elementales derechos, algunos de los cuales solo fueron reconocidos hace apenas una década.
Los indicadores socioeconómicos con los que se caracteriza la situación de los afrodescendientes y las regiones por ellos habitadas hablan por si solos y nos dicen y hacen obvia la exclusión histórica y la marginalidad a que han estado sometidos. Los afrodescendientes son uno de los sectores sociales con mayor vulnerabilidad en el paÃs y a quienes se les niegan la casi totalidad de sus derechos económicos, sociales y culturales: el 80% de la población presenta necesidades básicas insatisfechas, el 60% esta en situación de pobreza critica, los ingresos percapita son de 500/600 dólares al año, la esperanza de vida es solo de 55 años, la tasa de mortalidad infantil es de 130/mil nacidos vivos, el 70% de la población no tiene acceso a servicios públicos, la cobertura educativa es de solo 77% en primaria y 36% en secundaria, hay deficiente infraestructura y dotación en salud, educación etc. Las actuales situaciones de pobreza, marginalidad y discriminación son las herencias legitimas de una condición a la que estuvieron sometidos los afrodescendientes hasta hace 150 años.
A estos aspectos de por si lamentables, porque superan con creces los promedios nacionales y porque parecen suspendidos en el tiempo, se suman los efectos del conflicto armado y social que vive el paÃs. El desplazamiento forzado interno, las crecientes violaciones en contra de los afrodescendientes y sus territorios, las infracciones constantes al derecho internacional humanitario realizadas por el ejercito, los paramilitares y la insurgencia armada, son algunas de las nuevas modalidades de agresión.
La desgracia de la buena suerte. En torno al territorio como espacio donde se realiza, crea y recrea la cultura los afrodescendientes han establecido un conjunto de relaciones entre las comunidades y la naturaleza y entre las comunidades y el conjunto de la sociedad. Las maneras y modos de ser, estar y relacionarse entre ellas y las practicas tradicionales producción, como la resultantes del conocimiento del medio y de sus ciclos, en fin, de una interacción dinámica con la naturaleza, representan significativas lecciones de sobrevivencia aprendidas por los afrodescendientes en muchos rincones del paÃs y la única posibilidad de que ellos, sus entornos y los valores que han construido sobrevivan. Del Pacifico al norte del Cauca, la alternancia en el tiempo de actividades productivas a lo largo del año constituye una constante en la que la no especialización de los productores - "las muchas velas que hay que tener encendidas" - es la única posibilidad de sobrevivir manteniendo niveles de control y de autonomÃa.
Los afrodescendientes ocupan las costas del Pacifico y el Caribe y muchos lugares de los valles del Cauca, Magdalena y PatÃa, se puede afirmar que han tenido la fortuna de estar ubicados en territorios en principio ignorados por su lejanÃa del centro del paÃs, por lo inhóspito y lo insalubre, sin embargo, hemos visto como con el paso de los años estos sitios se volvieron importantes. El Territorio Región del Pacifico, es el ultimo de los casos en que unas tierras de negros o " antesala del infierno", son colocadas, por su ubicación estratégica, los recursos naturales y la biodiversidad, en el centro del interés nacional e internacional. Es a esto a lo que Naka Mandinga, uno de los mas importantes dirigentes afrodescendientes del Pacifico y del paÃs llama tener "la desgracia de la buena suerte".
Pasar de ser "antesala del infierno" para convertirse en "las puertas del cielo, imágenes de nuevos dorados", tiene un precio y en consecuencia en muchos sitios del paÃs, larga y dolorosa lista de nombres, los afrodescendientes terminaron perdiendo el control de sus territorios, recursos naturales y de sus vidas, ante las presiones ejercidas por los megaproyectos y los poderosos intereses económicos y polÃticos. Aunque la relación desplazamiento y conflicto armado es a la que más referencia se hace, es claro y evidente en todo el paÃs, que los afrodescendientes están siendo desplazadas en las áreas de influencia de importantes proyectos energéticos, viales, mineros, agroindustriales, turÃsticos y portuarios. Para citar solo algunos ejemplos podemos mencionar: la caña de azúcar en el norte del Cauca, la expulsión de los pobladores de Chambacú y del palenque Américas en MedellÃn.
Las fronteras de la llamada civilización avanzan en la medida en que la selva húmeda tropical retrocede. El desarrollo y las lógicas implÃcitas que lo soportan y que no se "detendrán ante dos o tres chozas y unas cuantas ballenitas"2, cercenan el paisaje con grandes proyectos viales, portuarios, hidroeléctricos o turÃsticos o lo convierten en monocultivos de banano en el Darién - hoy conocido como el Urabá - caña en el Norte del Cauca y sur del Valle, palma aceitera o coca en los rÃos de la ensenada de Tumaco y el bajo Atrato.
Una cosa sabemos a ciencia cierta y es que a la noción imperante de desarrollo y a quienes la instrumentalizan en su beneficio les importa muy poco que y como atropellan. El desplazamiento Forzado Interno - entendido como la mayor agresión que sufren los afrodescendientes en los últimos 150 años - no es una cosa aislada, sino un conjunto de acciones sistemáticas, abiertas y deliberadas y por lo tanto, inscritas y funcionales, no solo a la dinámica de la guerra, sino también a la concepción de desarrollo. Por ello no es coincidencia que en diciembre de 1996, pocos dÃas después que se anunciara el interés gubernamental por reactivar el proyecto de construir un nuevo canal interoceánico alterno al de Panamá, ocurriera una gigantesca ofensiva por aire, agua y tierra realizada conjuntamente por el ejercito y los paramilitares en Riosucio - Choco, causando el desplazamiento de alrededor de 20000 personas, uno de los desplazamientos forzados mas grandes del paÃs.
Algo similar ha ocurrido en el área de influencia de la Ley Paez en el norte del Cauca, donde a partir de mayo del 2000 las comunidades, han sido sometidas a una intensa presión por parte de los grupos paramilitares; el 23 de diciembre del 2000, por una orden de ellos fueron desalojadas mas de 7000 personas pertenecientes a 25 veredas de los municipios de Súarez y Buenos Aires, la mayorÃa de ellos afrodescendientes e indÃgenas paeces. Según testimonios de pobladores, los paramilitares llegaron a proteger las empresas.
Si la guerra es la continuación de la economÃa por otros medios, como lo expresara el poeta Roque Dalton, en Colombia las armas, independientemente de las manos en que estén, sirven para impulsar lógicas de sociedad y de desarrollo que distan mucho de las aspiraciones de los grupos étnicos.
Muchos y muy diversos ejemplos pueden ser invocados para ilustrar de esta afirmación, entre ellos el de los UWA's que se oponen a la prospección sÃsmica en sus territorios y a la licencia de exploración concedida a la empresa OXY por un Estado, que reconoce la diversidad étnica y cultural. Los indÃgenas UWA's, después del asesinato de los indigenistas por parte de las FARC, terminaron también denunciando a esta guerilla por custodiar los convoy de la empresa.
Con respecto a los afrodescendientes: el 10 de junio del 2001 en el asentamiento de Nueva Vida en el rÃo Atrato, los paramilitares anunciaron, según testimonios de las comunidades retornadas del Cacarica, que "habÃan venido para quedarse, ahora ya no habrÃa mas masacres porque habÃan recibido cursos sobre derechos humanos, que venÃan a traer el progreso con cultivos de coca y de palma africana, que eso darÃa dinero"3
La comunidad de la Nueva Esperanza, también en esta misma zona, expreso a la Misión de Observación a Jiguamiando, que " existe una intención de desalojo de estas tierras para poner en marcha el programa de plantación de Palma Africana" . El 2 de junio del 2001, aproximadamente 100 hombres de un grupo armado, incursionaron en la comunidad, quemaron la mitad de las viviendas, herramientas personales y comunitarias, se perdieron los dineros de los proyectos comunitarios y los insumos, la ropa y los documentos importantes como cédulas, diplomas y registros.
La imposición de proyectos de desarrollo y de lógicas económicas, distintas a las comunitarias, lo que ha puesto a lo largo y ancho del paÃs en situación de debilidad a las comunidades y sus proyectos de vida, dejándolas expuestas a mayor degradación del medio natural y por tanto a riesgos mayores de desmejoramiento de sus condiciones de vida.
El drama del desplazamiento. Desde la histórica resistencia de los palenques, el territorio es uno de los elementos centrales del proyecto de vida de los afrodescendientes. En el pasado el Palenque constituyo, constituyo como posibilidad de defensa de un proyecto de vida y sociedad, un espacio para la construcción cultural, el crecimiento demográfico y militar. Antes y después de abolida legalmente la esclavitud, los afrodescendientes fugados, automanumisos o recien liberados fortalecieron los vÃnculos con los territorios y afianzaron sus proyectos de autonomÃa lejos de los centros de poder.
"Desplazados" inicialmente de Africa y luego de haber reconstruido parte de su cultura y nuevos sentidos y pertenencias, el actual desplazamiento de los afrodescendientes hace recordar los tiempos de la esclavitud, viene a la memoria colectiva el dolor de la fragmentación familiar, la imposibilidad de poseer y conservar algún bien, el dolor y maltrato sufrido por las mujeres, la vinculación de los hombres a una guerra ajena, el desconocimiento de las autoridades propias y la imposibilidad de limitar y los territorio.
En Colombia, cerca de dos millones de personas se han visto obligadas en los últimos diez años a abandonar sus lugares de origen y residencia y a huir para salvar sus vidas. Aunque no se disponen de datos sobre el total de afrodescendientes desplazados, lo cierto es que algunos de mas importantes y numerosos desplazamientos de población han ocurrido en el Urabá, el Bajo y Medio Atrato, el Magdalena Medio, Sur de BolÃvar, Montes de MarÃa, Norte del Cauca, Buenaventura, Baudó, todos ellos territorios históricos de poblamiento afrodescendiente.
En el año 2000, según datos de CODHES 317.000 personas fueron desplazadas en Colombia, la Red de Solidaridad Social, con base en los registros oficiales, reconoció que el 30% del total de desplazados de segundo semestre, eran Afrocolombianos. Pese al subregistro existente, estos datos tomados solo de manera indicativa, dan una idea de la magnitud y por tanto de las profundas consecuencias polÃticas, sociales, culturales, económicas, territoriales y ambientales que el desplazamiento tiene para los afrodescendientes.
Detrás de estas cifras se esconde un terrible drama, que afecta, a un grupo humano a quien, le están reconocidos en la legislación interna derechos particulares a la identidad cultural, al desarrollo, educación que respete su historia y cultura, participación social y polÃtica, recursos naturales y a los territorios que históricamente han ocupado en el Territorio Región del Pacifico y en zonas de caracterÃsticas similares.
Tanto para el gobierno nacional como para las comunidades, la titulación colectiva es, además del reconocimiento de un derecho, como una estrategia de protección de los derechos de las comunidades contra el desplazamiento forzado interno. A pesar de ello en el Territorio Región del Pacifico, reconocido como la segunda zona del mundo mas rica en diversidad biológica, algunos desplazamientos han ocurrido inmediatamente después que las comunidades recibieran los tÃtulos colectivos de sus territorios.
Paso en el Bajo Atrato, en 1996 entregan el primer titulo colectivo de tierras a Acamuri e inmediatamente después fueron obligados a desplazarse. Esta misma situación le acaba de pasar a las comunidades del rÃo Baudo quienes recibieron su titulo el 23 de mayo y fueron desplazadas el 4 de junio por orden de los paramilitares. A pesar de la existencia de una lógica de reconocimiento y una contralógica de desplazamiento forzado interno , las comunidades siguen creyendo en la titulación colectiva como un mecanismo garante y protector de sus derechos, es asà como las solicitudes no se han detenido y comunidades como las que habitan la costa del Pacifico del Nariño siguen esperando sus tÃtulos, a pesar de estar vencidos todos los términos y tramites legales establecidos.
Los desplazados afrodescendientes son hoy los más empobrecidos entre los empobrecidos. La atención estatal a los desplazados y al desplazamiento, es en todos los campos deficiente y no hay diseños especÃficos que respondan a las necesidades de las comunidades étnicas que son de las mas afectadas en medio de esta "catástrofe humanitaria". Una de las caracterÃsticas más preocupantes de la intervención institucional en materia de desplazamiento, es la ausencia de medidas que permitan la sostenibilidad y el restablecimiento real de las comunidades afrodescendientes que se han visto obligadas a desplazarse.
La lógica común y corrientes, siempre nos dijo, que soldado avisado no morÃa en guerra, pero en el terreno de las alertas tempranas, la lógica institucional funciona de manera distinta, es por ello que son incontables los casos en los que las comunidades y entidades internacionales como el parlamento europeo y las Misiones Humanitarias, han alertado con suficiente antelación al gobierno colombiano y sus autoridades sobre posibles agresiones por parte de los actores armados. Casos como las del Alto Naya, Yurumangui, Norte del Cauca, para citar solo los mas recientes, en los que aun conociendo con antelación el riesgo inminente en que estaban las comunidades, las autoridades no hicieron nada para protegerlas de las masacres y del desplazamiento. Es mas, en muchos casos los testimonios de las comunidades hablan de la manera como las fuerzas militares y de policÃa, omiten sus responsabilidades o colaboran activamente con los paramilitares.
La masacre ocurrida en semana santa en el Alto Naya y el desplazamiento de comunidades indÃgenas paeces y comunidades afrodescendientes, ocurrió luego de que el 2 de abril del 2001, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a solicitud de varias ONGs, ordeno al Gobierno Colombiano la adopción de medidas cautelares para proteger a las comunidades del Cauca. De la misma manera todas las masacres ocurridas en Buenaventura después de junio del 2000, han ocurrido en sitios reportados por una Misión de Observación como sitios de alto riesgo, esta información es de conocimiento de las autoridades civiles y militares a nivel local, regional y nacional.
Un estudio realizado entre diciembre del 1999 y febrero del 2000 en localidades de Bogotá, por CODHES y la Asociación de Afrocolombianos Desplazados AFRODES, mostró que en lo relativo a los responsables del desplazamiento, el 55.26% habÃan sido desplazados por los paramilitares, el 19.30% por la insurgencia, el 14% por desconocidos, el 3.51% por las Fuerzas Militares y el 9% por otros.
La situación de desplazamiento de los afrodescendientes, quienes para salvar sus vidas, muchas veces tienen que atravesar las fronteras nacionales y huir a Panamá, Ecuador y Venezuela, se ha visto agravada con la implementación del Plan Colombia; una discutida estrategia antidrogas que lejos de erradicar los cultivos de uso ilÃcito ha logrado que los mismos se desplacen hasta otras zonas, entre ellas, a los departamentos de Nariño, Cauca, Valle, Choco, AntioquÃa y otras áreas de la AmazonÃa.
A su vez, la fumigación causa efectos ambientales catastróficos, la deforestación por la ampliación e intensificación de los cultivos con usos ilÃcitos ponen en riesgo al Pacifico y la AmazonÃa, las dos regiones más importantes del mundo en diversidad biológica. Adicionalmente el Plan Colombia, prevé para la zona de Tumaco, los rÃos de la Ensenada y el corredor de la frontera Colombo - Ecuatoriana, la ampliación del cultivo de palma aceitera, en por lo menos 20 mil hectáreas. Con esto, además de los impactos ambientales, se legaliza por medio de polÃticas gubernamentales el asesinato de mas de cien personas en los últimos años realizados por las empresas palmicultoras y la expropiación que vienen sufriendo las comunidades afrodescendientes a ambos lados de esta frontera.
En reiteradas oportunidades organismos nacionales e internacionales, entre ellos la Alta Comisionada de Naciones Unidas para Derechos Humanos, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre otros, en sus informes han llamado la atención sobre la situación del desplazamiento y las violaciones del derecho internacional humanitario en Comunidades Afrodescendientes, al igual que realizado importantes recomendaciones al Estado colombiano, que hasta el presente no han sido en la realidad implementadas.
A marzo del 2001 de los 4372 desplazados inscritos en Buenaventura en el sistema nacional de desplazados de la Red de Solidaridad Social, 1933 correspondÃan a personas entre 6 y 20 años y 1250 al rango de 21 a 50 años, en tanto que solo 361 eran personas mayores de 51 años. Vistas asà las cosas, el desplazamiento esta acentuando de manera dramática y acelerada la tendencia natural de los jóvenes y personas en edad productiva a desplazarse, rompiendo los patrones de migración y retorno, quienes permanecen en las veredas son en su mayorÃa niños menores de 5 anos y ancianos. Las repercusiones de esta situación en el plano de la cultura y de los procesos de lucha y apropiación de los territorios, se traduce en que las cadenas de transmisión de la cultura se rompen, pasa lo mismo con la continuidad entre generaciones, al tiempo que se debilita la posibilidad de fortalecer la resistencia de las comunidades y de asegurar las condiciones mÃnimas de sobrevivencia.
Reciclando discriminaciones: De Vietnam a Africa, son muchos los ejemplos pasados y actuales, en los que Guerra y racismo se encuentran para hacer de determinadas minorÃas, entendidas como grupos poblacionales con rasgos distintivos y posiciones no dominantes, mayorÃas en el horror. Los hilos secretos de las tramas de la guerra en Colombia, una de las tantas a las que los afrodescendientes han asistido con banderas que parecen propias, esta haciendo de ellos asesinos o asesinados, desplazados o desplazadores, pero en cualquier caso vÃctimas, abriendo la posibilidad de nuevas heridas y de un reciclaje constante y eterno de los odios.
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La solicitud de información por parte del Fiscal de la Corte Penal Internacional –el argentino Luis Moreno Ocampo- al gobierno colombiano sobre crÃmenes de lesa humanidad y sobre los proyectos de ley para la desmovilización de los narcoparamilitares, constituye el primer paso de un camino que promete ser largo y muy complicado para el Estado colombiano, la fuerza pública, los paramilitares y las fuerzas guerrileras. Damos la bienvenida a las acciones de la Corte Penal Internacional porque constituyen una nueva fuente de esperanza en la lucha por el respeto a la vida y los derechos humanos que tan bárbaramente han sido atropellados durante tantos años de conflicto armado en Colombia. La polÃtica de seguridad democrática, del presente gobierno, tampoco ha sido garantÃa para los derechos humanos y, por el contrario, están ocurriendo hechos demasiado graves de los cuales habrá de ocuparse la Corte si en Colombia se sigue optando por una polÃtica de tapar, tapar y tapar.
El gobierno pensó que eran suficientes sus mayorÃas parlamentarias y la popularidad del Señor Presidente para pasar sin mayores trabas un proyecto de ley abiertamente favorable a la impunidad con los paramilitares, pero la realidad no ha sido tan fácil. Ante el rechazo de las organizaciones de derechos humanos a nivel nacional e internacional y aún de parlamentarios Uribistas, el presidente mismo tuvo que concentrarse a trabajar con sus parlamentarios en la redacción de una nueva versión en la que fueron descubiertos los famosos narcomicos, que incrementaron las dudas sobre los verdaderos propósitos y compromisos.
Ahora, con este primer paso de la Corte Penal, le sale una nueva tranca a la rueda de la impunidad. Y ésta promete ir en serio! Una cosa es manejar los asuntos del paÃs como quien maneja su finca, pero otra es situarse en la perspectiva de un mundo globalizado en el que tiende a cobrar importancia jurÃdica el respeto por los derechos humanos y la jurisdicción internacional. Ni el argumento de la “soberanÃa nacionalâ€, tan arrodillada ante los Estados Unidos, ni la reserva de los 7 años presentada por el gobierno Pastrana, serán garantÃa para tapar, tapar y tapar los crÃmenes de lesa humanidad.
Estos primeros meses del año han sido estremecedores por sus revelaciones sobre lo que le espera al paÃs si no sacude la conciencia y no reacciona. Además de las revelaciones alrededor de la desmovilización de los paramilitares, la reelección por encima de lo que sea, el fracaso de la lucha contra el narcotráfico o la ineficacia de la guerra, los hechos alrededor de la masacre de San José de Apartadó, no podrÃan ser más aterradores: familias de pacifistas, incluidos varios niños, asesinados a garrote, degollados y desmembrados por miembros del ejército nacional, según múltiples indicios. Es decir, el mismo nivel de barbarie que han expresado los otros actores armados. No obstante, sin respeto ni consideración por el dolor de esa comunidad, el presidente mismo, en vez de comprometerse con una investigación de fondo, sale a sindicarla de colaborar con la guerrilla y a ordenar la presencia del ejército, que la comunidad estaba rechazando. Ante el hecho de que la comunidad se niega a dar declaraciones –porque declaraciones anteriores no han servido para nada y, mas bien, han terminado en más violaciones de derechos humanos- se le amenaza con judicializar a los que no declaren. Y con el argumento de que no hay conflicto armado, se descalifica la razón misma de la existencia de las comunidades de paz.
La obsesión por reducir toda la problemática del paÃs al “terrorismoâ€, ha llevado al silencio y la inoperatividad sobre las reformas estructurales que necesita nuestra sociedad. Mientras tanto, la tierra, la riqueza y el poder se siguen concentrando, el negocio del narcotráfico se mantiene y la guerra no cesa ni tampoco las violaciones a los derechos humanos. Pero ahà está la justicia internacional para advertir que hay crÃmenes que no quedarán impunes.
Con ese mismo estribillo del terrorismo, como guÃa de la visión y acción del gobierno, estamos quedando a nivel internacional como los pajecillos de Bush, el gobierno más desprestigiado ante la comunidad internacional por su guerrerismo. En la cumbre de esta semana, de los presidentes de España, Venezuela, Brasil y Colombia, nuestro presidente quedó como el invitado incómodo, pues de verdad no cuadraba ante ese trÃo crÃtico de los Estados Unidos y del neoliberalismo a ultranza.
En Europa no nos ven como los adalides de la guerra contra el terrorismo sino como paÃses sumidos en la injusticia, la corrupción, el narcotráfico y la violencia. Por debajo del protocolo en las relaciones diplomáticas, lo que causa nuestra guerra es horror y desprecio.
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En el año 2004 se celebraron los 150 años de la Abolición de la esclavitud africana en los paÃses del Perú, América y el Caribe. En esta ocasión, en nuestro paÃs, se realizaron seminarios y conversatorios para mostrar al mundo que a pesar de haber recuperado su libertad el dÃa 3 de diciembre de 1854 por decreto de Ramón Castilla, sus descendientes siguen siendo vÃctimas de la discriminación racial, social y polÃtica.
El Perú, territorio donde convergen los hijos de migrantes europeos, orientales y de etnias quechuas y aymaras se encuentra simbólicamente escindido, proceso que se inició en la Colonia y se ha agudizado desde la República. Sobre este punto, José Matos Mar en su clásico libro “La Crisis del Estado y el Desborde Popularâ€[1] habla de un Perú oficial y un Perú marginado. Todos sabemos quiénes forman parte del primero y quiénes del segundo. Sin embargo, siempre hubo un Perú en minorÃa, en términos cuantitativos: la comunidad afrodescendiente, invisibilizada por el Estado, por la sociedad y por la cultura oficial y hasta por algunos intelectuales. Para Julio Coltler y Rodrigo Montoya en el Perú a pesar de que compartimos el mismo espacio fÃsico, no ha habido un proyecto que integre a toda la población peruana.
Si los indÃgenas y los mestizos fueron discriminados en su propio terruño, qué podÃa esperar el hombre y la mujer afrodescendientes; fueron despojados de su lugar, el continente africano, dejando atrás su acervo cultural, su identidad, para devenir en negro/a, despectivamente, y en esclavo/a. Con el objeto de combatir las connotaciones racistas del adjetivo “negro†o los eufemismos como “gente de color†han concertado que el término afrodescendiente es el vehÃculo para identificarse como un solo pueblo de raÃces ancestrales africanas en América latina y el Caribe.
Si nos atenemos a la currÃcula escolar, el afroperuano solo tiene un lugar en la historia oficial como esclavo y como liberto después de la ley de la Manumisión. Con justa razón el movimiento latinoamericano de afrodescendientes, como parte de unas de sus demandas, solicita reformular la currÃcula escolar, insertando una asignatura especial en donde se profundice la historia y los aportes de los afrodescendientes peruanos en la cultura nacional. Por el hecho de comprender aproximadamente un 10 % de la población total (2’ 500,000 individuos) esta comunidad es la más vulnerable a la exclusión social y a la discriminación racial. A tenor de algunos prejuicios limeños, pensar en afroperuanos equivale a pensar en una región del Perú: Chincha; sin embargo los afrodescendientes también se encuentran dispersos por los departamentos de Lima y Callao, Ica, Piura, Lambayeque, La Libertad, Tacna, Tumbes y Moquegua.
Desde comienzos de 1960 diversos movimientos e instituciones reclaman la defensa de sus derechos, impulsados por figuras artÃsticas como Nicomedes y Victoria Santa Cruz, quienes se dedicaron a recopilar y a difundir las tradiciones orales y artÃsticas de la comunidad. En este contexto surgen otras organizaciones como “Perú Negroâ€, “Folklore Negro y Puntoâ€. Y es en los años setenta que el concepto de identidad se convierte en unos de los temas de interés para el movimiento con la fundación de la Asociación Cultural de la Juventud Negra Peruana (ACEJUNEP). Otra de las figuras clave ha sido José Pepe Luciano, defensor y activista de los derechos humanos de los afrodescendientes en el Perú, cuyo mayor aporte fue la creación del primer mapa geo-étnico de la comunidad. Su liderazgo se ha convertido en un ejemplo para instituciones destacadas como el Movimiento Nacional Francisco Congo, Asonedh, Cedet-Centro de Desarrollo Étnico, Lundu- Centro de Estudios y promoción de Afroperuanos. Este espÃritu combativo se remonta a los cimarrones y cimarronas (esclavos fugitivos), a los bandoleros (fugitivos que eran vándalos en grupo o individualmente) y a los palenques (guaridas en donde se refugiaban los cimarrones.
Hay que resaltar que la abolición de la esclavitud en 1854 no fue gracias a la sensibilidad y generosidad de Castilla, sino porque –entre otras cosas- la institución del tráfico de esclavos se habÃa debilitado. Además, la cultura afroperuana no es solo el baile folklórico del festejo (“negroideâ€), ni la sopa seca o las bailarinas de Chincha, a quienes los medios de comunicación explotan por su exotismo. En su reciente visita a Lima, la estadounidense Sheila Walter, directora del Centro de Estudios Africanos y Afroamericanos, nos recordó que se sabe muy poco sobre las razones subrepticias que llevaron a la importación de esclavos de Ãfrica a América, siendo una de ellas la transferencia de tecnologÃa e inteligencia. La fundación del primer museo afroperuano en Zaña, en Lambayeque, en el mes de marzo, es un paso importante para recuperar la memoria histórica de los afroperuanos; el museo cuenta con seis salas en donde se expone parte del patrimonio cultural: artes plásticas, instrumentos musicales, fotografÃas de las diversas comunidades de la costa y objetos simbólicos de la esclavitud colonial: la sala de castigos, instrumentos de tortura y carretas de madera de las haciendas costeras. Significativo será si la humanidad reconoce la deuda histórica que existe para con toda la colectividad afrodescendiente por la trata negra y por el etnocidio cultural.
Pese a los 150 años de libertad transcurridos, todavÃa existe la esclavitud en nuestra época. El historiador Carlos Aguirre nos habla de los Restavec, en HaitÃ: niños y adolescentes esclavos, vendidos por sus padres o raptados por familias para ser explotados sin goce de derechos ni pago económico alguno. Uno de cada veinte niños es restavec.[2] Un verdadero flagelo mundial: la esclavitud infantil de niños y niñas del Tercer Mundo.
[1] “Desborde Popular y crisis del Estado. Veinte años despuésâ€. Fondo editorial del Congreso del Perú, 2004: 97-107.
[2] Se calcula que existen 300, 000. Según Carlos Aguirre, en conferencia magistral del 1 Seminario internacional de la Abolición de la Esclavitud y sus procesos de Manumisión en el Perú, América y el Caribe.
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En medio del debate polÃtico del que ha sido objeto el proceso de desmovilización de los grupos paramilitares y el Proyecto de “Justicia y Paz†presentado por el Gobierno, se ha generado una gran polémica nacional entorno al tema de la reparación de las vÃctimas. Al respecto, es bueno recordar las palabras del representante en Colombia de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos Humanos, quien recomienda que “ambos temas deben estar enmarcados en los lineamientos de verdad, justicia y reparaciónâ€; este tema resulta de una particular importancia cuando se trata de la realidad de los derechos humanos de las poblaciones étnicas en Colombia como vÃctimas directas de las peores atrocidades y violaciones que diariamente cometen los grupos armados en su contra –principalmente los paramilitares-, lo que hace imposible abstraerlas de dicho escenario de discusión. Es asà como el pasado 9 de marzo la Organización “Confluencia para la paz y contra la guerra†reunió a académicos internacionales, organizaciones y vÃctimas del conflicto interno en torno a un Conversatorio acerca de la reparación de vÃctimas -evento en el que la Fundación Hemera participó-, con el fin de conocer las experiencias de estudios de caso en paÃses como Guatemala, Bosnia y Sudáfrica y los aportes que de los mismos se puede obtener. Este evento suscitó un gran interés por parte de los lideres IndÃgenas, quienes entregaron sus aportes, enfatizando que temas como la verdad, la justicia y la reparación, tienen un gran significado cuando se trata del reconocimiento de los derechos de los Pueblos IndÃgenas en el paÃs. A partir de esto, surge el presente diagrama de análisis como una aproximación al “deber ser†del difÃcil proceso de reparación de las comunidades indÃgenas, con el cual se invita al análisis y contribución de otras organizaciones y estudiosos del tema para que aporten en la consolidación de un proceso real de reparación a la luz de la atención diferencial que merecen estas comunidades.
RESTITUCIÓN A VÃCTIMAS
Hace énfasis en la restitución material a nivel de:
- Tierras:
1. Restitución inmediata: a corto plazo se deben devolver las tierras usurpadas, y destruidas, asà como las tierras a las que nunca han podido acceder las comunidades, a quienes no les reconocen el histórico asentamiento en el territorio y la posesión legal sobre las mismas. Por lo tanto, se hace necesario iniciar el proceso de titulación de los territorios indÃgenas, ya que este se constituye como requisito dentro del Régimen Probatorio de Tierras y contrarrestarÃa la situación de informalidad en la que conviven dichas comunidades. Lo anterior garantizarÃa el retorno de las comunidades. Con relación al proceso, la ONU afirma que se debe garantizar “la devolución de la totalidad de los bienes obtenidos mediante el desarrollo de las acciones delictivasâ€[1][1]. Para el caso nuestro, es preocupante el hecho de que el actual Proyecto de “Justicia y paz†no exija la devolución de todos los bienes, particularmente, el de las tierras.
2. Restitución de tenencias[2]: a largo plazo, las tierras deben ser trabajables y productivas para la subsistencia de las comunidades, para lo cual se deben otorgar recursos que garanticen la generación de condiciones de permanencia estable en estas tierras, es decir, la restitución debe complementarse con una compensación material. Esto debe acompañarse por una redistribución de las mismas.
- Bienes productivos e insumos necesarios para la comercialización de productos.
- Documentos de identificación: deben devolverse los documentos que han sido confiscados en retenes ilegales, asà como los que se perdieron durante los desplazamientos forzados. A través de un censo, también deben registrarse e identificarse el total de la población.
- Viviendas: restituir las viviendas y fincas que fueron incendiadas, destruidas y desalojadas arbitrariamente.
- Condiciones de seguridad y paz: garantizar la movilización libre y segura dentro del territorio. No cometer más violaciones en contra de la población civil, particularmente se deben evitar los retenes ilegales, bloqueos y cualquier forma que estigmatice a los habitantes, esto con el objeto de permitir su desarrollo y pervivencia como comunidades indÃgenas.
REPARACIÓN
Hace énfasis en la reparación moral:
- Identificación de vÃctimas y beneficiarios del proceso: reconocimiento de los derechos de las vÃctimas
- Restablecimiento de la dignidad: medidas de carácter simbólico[1][3] que permitan la reparación de las comunidades y su rehabilitación sicológica, es decir, acciones que permitan la reparación de la institucionalidad propia, reintegren su memoria histórica a través de las reparaciones culturales y colectivas (ver Art. 76 del Proyecto de Parlamentarios). Actividades de esclarecimiento de la verdad (Desmantelar la estructura paramilitar y los autores intelectuales, asà como el reconocimiento público de su culpabilidad en las violaciones cometidas contra las poblaciones); exhumaciones de los cadáveres y recuperación de los que se encuentran desaparecidos. En relación con este proceso, la ONU establece como principios básicos: “condicionar el otorgamiento de cualquier beneficio a la confesión completa de crÃmenes, a la manifestación pública del arrepentimiento... señalar, de manera estricta, y para cada caso, las acciones reparatorias que deben cumplirse a favor de las vÃctimasâ€. Lo anterior debe someterse a la veracidad judicial. Es necesaria la concepción de un proceso de reparación a toda la sociedad, por lo tanto en las labores de sistematización y conservación de la información (Art. 16), es necesario el acceso al público y no cerrarla en un organismo centralizado como la ProcuradurÃa delegada para la Verdad, justicia y reparación propuesto por el Proyecto de Gobierno (Art. 37).
- Este proceso de reparación significa que la penalización de los culpables no es suficiente. Además, para el caso colombiano, con el Proyecto del Gobierno denominado de “Justicia y pazâ€, se debe clarificar el proceso para los dos actores ilegales del conflicto armado interno y no sólo para los grupos de autodefensas. No obstante, la penalización es un requisito básico dentro del proceso, además ratificado por parte de la ONU quien exige “establecer un periodo efectivo de privación de la libertad, proporcional a la gravedad de los delitosâ€[2][4], pero dichas penas, dadas las condiciones de los proyectos propuestos –el de los parlamentarios y el de Gobierno-, pueden cambiarse por la restitución de todos los bienes y la confesión de todos los crÃmenes. Asà mismo, se deben diferenciar los delitos de acuerdo a su gravedad y no generalizarlos como hasta ahora lo propone el Gobierno.
A lo largo de este proceso, representado en el anterior esquema, se deben crear mecanismos de control y seguimiento que aseguren los mecanismos de verdad y a partir de los cuales los niveles de impunidad se disminuyan al máximo posible. Este control debe caracterizarse por la recuperación de la confianza y autoridad en las instituciones del Estado y en el de las comunidades.
Debe entenderse que el proceso de reparación es un deber de Estado por lo tanto debe ser permanente y no contingente a los procesos de restitución material.
En conclusión, la restitución debe ser vista como requisito para el retorno inmediato de las comunidades, siempre y cuando el eje transversal sean las acciones de reparación. Por lo tanto, “la restitución [también [ debe ser vista como requisito para la reparación a los desplazados internosâ€[5].
Dado que este proceso de reparación para el caso colombiano se da en el marco del proceso de desmovilización de los grupos paramilitares, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-CIDH en su “Informe sobre el proceso de desmovilización en Colombia†ha reiterado la responsabilidad que tiene el Estado de asegurar la existencia de garantÃas de respeto a sus obligaciones internacionales en este tipo de procesos. El Estado colombiano debe crear un marco legal unitario aplicable a los procesos de desmovilización de los grupos armados ilegales, y no limitarlo al caso especÃfico de los grupos paramilitares.
Finalmente, es necesaria la desmovilización colectiva de estos grupos con el objeto de desmantelar en su totalidad a estas organizaciones armadas ilegales, e informar a las comunidades acerca de los verdaderos autores intelectuales de las más atroces violaciones cometidas en contra la población civil, esto como requisito básico en el proceso de reparación.
*Investigadora área de DDHH
[1] FRÃœHLING, Michael. Oficina del Alto comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia-OACNUDH. En: Audiencia Pública acerca del marco jurÃdico de la Ley con el Congreso de la República.
[2]DE Greiff, Pablo. Director del Centro Internacional de Justicia Transicional. En: Conversatorio sobre reparación de vÃctimas. “Confluencia por la Democracia y en contra de la guerraâ€. Bogotá, marzo 9 de 2005.
[3] IbÃd.. El término utilizado por Pablo de Greiff es medidas simbólicas.
[4] Op. Cit. FRÃœLHING, Michael.
[5] Rodrick Williams. Experto en Derechos de los Refugiados y restitución de bienes y propiedades. En: Conversatorio sobre reparación de vÃctimas. “Confluencia por la Democracia y en contra de la guerraâ€. Bogotá, marzo 9 de 2005.
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En realidad hay mucho que aprender de los hermanos indÃgenas que se han mantenido con poca o nada de influencia occidental.
Todo aquel andino o extranjero que ha tenido contacto con un neto runa coincide que el indÃgena es sinónimo de humildad, generosidad, el indÃgena es aquel hombre que aunque no 'teniendo nada' todo lo comparte, demuestra un respeto profundo por el prójimo, sin conocer al visitante, le saluda con un "imaynalla kashanki tatay/mamay" con una inclinación de la cabeza mostrando su reverencia, nobleza tremenda, corazón inmenso.
No buscan la felicidad porque están inmersos en ella y sin un centavo en el bolsillo. Muestran con transparencia sus emociones y sentimientos en el presente eterno. Cantan, rÃen, bailan o lloran sin temor ni vergüenza a nada porque su corazón en puro, no guardan rencor ni odio a pesar de cinco siglos de desamparo.
Muchos criollos u occidentalizados critican o se burlan del runa por no actuar como ellos, por no "actualizarse", por ser "quedados", o por ser pobres(1). Pero no se dan cuenta que el runa o indÃgena es portador del conocimiento o la llave que desintoxicara este mundo de todos las obras realizadas en nombre de la avaricia y poder personal, el ego. El runa en su estado natural es de corazón puro como lo son el cóndor, el águila o el maÃz. No conoce lo que es ego. El ego no es fruto de la Pachamama ni parte de nuestra cultura milenaria. Todo fruto de la creación, en su estado natural o nativo nace sin ego.
Las caracterÃsticas de una persona sin ego están mejor demostradas en un ser que se ha criado mostrando respeto y armonÃa en forma horizontal y vertical, es decir en comunidad, en una gran ronda fÃsica y espiritual que une a toda la creación y vertical alineados en base a nuestras 3 Pachas(2). En la creación esta el Gran EspÃritu, Wiraqocha (Tunupa), Pachakamaq, etc para los andinos Wakan Tanka para los sioux, Quetzalcóatl para los aztecas o Kukulcán para los mayas, etc. Nuestras culturas de Abya Yala (América) y muchas otras a nivel mundial representan al Gran EspÃritu no como un ser humano, hombre, blanco y con barbas como lo hacen las religiones judeo-cristianas, creadas primordialmente en torno al ser humano de caracterÃstica netamente vertical, sino como una divinidad que reúne las diferentes formas de vida en el universo. Por ejemplo, en la representación de Wiraqocha vemos que esta conformada por cóndores, pumas, serpientes, sÃmbolos que representan el aire, agua, cultivos, peces, además de atribuÃrsele el balance de energÃas vivas del universo o Kawsay Pacha.
En las sociedades predominantemente verticales por "naturaleza" se tiende a vivir en jerarquÃas y hasta entre familiares o amistades el hombre esta forzado a buscar su lugar en esta jerarquÃa. La herramienta que facilita este posicionamiento es el ego. Uno debe mostrar que es 'superior' a sus semejantes para poder sentirse bien o ser aceptado en el siguiente nivel superior. En el ámbito jerárquico religioso algo similar sucede, Dios esta en la parte mas alta, el esto del mundo debajo de EL (a su lado derecho...el lado izquierdo esta vacio) y en el extremo inferior esta el opuesto a Dios, el diablo. Por un lado, los cercanos a Dios están "salvados" y por el otro lado los poseÃdos por el diablo son castigados con terror eterno. El aspecto horizontal de las religiones creadas por el hombre, están mutiladas porque solo se da importancia al lado derecho ("...sentado a la derecha de dios padre.."). Esto trae un sin fin de connotaciones equivocadas en niveles polÃticos, económicos y culturales como por ejemplo la antigua creencia que lo hecho con la mano izquierda es 'malo'. ¿Que pasarÃa si se dijera "...sentado a la izquierda de dios padre"?.
Necesitamos las dos piernas para caminar, necesitamos de nuestro entorno para vivir en comunicad. La falta del sentido horizontal explica en parte la ausencia de respeto al resto de la naturaleza y el porque el mundo occidental contamina el medio ambiente en forma alarmante. La atención esta en llegar "arriba" basado en el miedo de no caer "abajo".
Las culturas originarias y la cultura Inka en particular logro el mayor acercamiento a la armonÃa optima con la creación que cualquier otra cultura o civilización humana. Fruto de una sinergia cultural, cientÃfica, social, espiritual de miles de años en los andes, los Inkas en sus cuatro siglos de existencia como confederación aplicaron no solamente a nivel ritual sino gubernamental la sabia ley del Yanantin o ley de la dualidad complementaria, pieza clave para lograr la armonÃa global. Ejemplos de Yanantin son la aplicación de energÃa masculina Y femenina, izquierda Y derecha, visión vertical Y horizontal, dar Y recibir (Ayni), individuo Y comunidad (Ayllu), pensamiento Y sentimiento. No uno VS. el otro o uno SOBRE el otro. El runa era incorporado al Yanantin desde muy temprana edad. Lo deseado era que siempre existiera la presencia de las dos partes diferentes de igual importancia, muy necesaria para lograr la armonÃa en cualquier cosa que se haga. ExistÃa la creencia que si algo no estaba en Yanantin, estaba mal hecho, desbalanceado o tarde o temprano entrará en caos.
Para los pueblos originarios los conceptos y vocablos dios, diablo, exorcismo, ego, santos, infierno, etc, llegaron en barco hace cinco siglos. Muchos se preguntaran ¿por que la espiritualidad de los esquimos, apaches, sioux, mayas, aztecas, quechuas, aymaras, mapuches son similares si no tuvieron mucho o nada de contacto? la respuesta es simple: ellos mantuvieron y aun mantienen la espiritualidad natural (lo único en ausencia de todo), con la fue el Gran EspÃritu realizó con amor la creación de este maravilloso universo. Las culturas originarias NO han creado religiones, ni han dado atributos de ser humano al gran espÃritu, solamente preservaron y continuaron el espÃritu de armonÃa natural que dio origen a la creación. Ellos saben que el Gran EspÃritu no es hombre ni mujer, ni blanco, ni cobrizo o negro, es mucho mas inmenso, algo imposible de expresar con palabras o "sagradas escrituras" escritas por hombres.
Con justa razón, muchos pueblos originarios no evolucionaron la escritura. Los pueblos indÃgenas comprendÃan que la palabra es solo una limitada forma de comunicación entre hombres. Concientes de que no solamente de hombres está poblado la creación, los pueblos originarios desarrollaron y evolucionaron al máximo la forma óptima de comunicación entre toda la creación incluyendo al ser humano. Para mantener la armonÃa con todos los seres de la creación era necesario una forma de comunicación universal: el sentimiento. El sentimiento es el idioma del espÃritu y para los pueblos originarios TODO lo hecho por el creador tiene espÃritu y energÃa. Este idioma es expresado en formas que van mas allá de simples palabras, son la música y danzas sagradas, estrecho contacto con plantas y animales, montañas por medio de meditación y ritos. Este nivel de comunicación holÃstica es en gran parte incomprendido y/o mal interpretado por los occidentales en sus crónicas, y actuales "descubrimientos" e investigaciones, cientÃficas/antropológicas. Aun asÃ, el occidental calificó al indÃgena de analfabeto sin saber que era exactamente lo contrario.
Creemos pues que no solo es necesario alentar los esfuerzos Humanistas, quienes defienden al ser humano como si fueran los únicos pobladores de este mundo, sino que debemos ir más allá y ser más Holistas. El pensamiento y sentimiento indÃgena defiende los Derechos Cósmicos(3) de TODOS, animales, plantas, rios, medio ambiente y ser humano. Una de las fiestas andinas que los occidentales dieron por desaparecida ha retornado con fuerza.
La fiesta del Pawkar Raymi - solsticio de verano (21 de Marzo) que se acaba de celebrarse en muchas comunidades de los andes. Más que el rendir honor a la Pachamama y a Tata Inti por un nuevo ciclo agrónomo, es una fiesta de la gran familia holistica con nuestros Taytas y Mamas en reconocimiento a nuestra unión con la creación.
Es pues el deber de todo runa, heredero de estas sabias culturas corregir alturadamente cuando se lea escritos o se oiga decir el dios sol, o el dios montaña, etc. o la religión inka o aymara, etc. Nosotros no tenemos dioses o religiones, tenemos Taytas y Mamas (4) y el Gran EspÃritu lo sentimos y lo vivimos no lo estudiamos ni lo pensamos. Comprendemos que en la mayorÃa de los casos el mal uso de la terminologÃa sucede en forma inconsciente y sin mala intención, pero es hora de llamar las cosas por su propio nombre, es hora de "des-occidentalizar" nuestra visión del mundo PACHA(5) para de esta forma comprender con claridad los conocimientos heredados por nuestros ancestros preservados no solo en relatos orales, si no también en las otras formas de comunicación de mayor contenido como son los sÃmbolos, ritos, meditación, danzas, wakas, plantas, música.
No serÃa justo describir al cristianismo, judaÃsmo o islamismo con atributos y terminologÃa ajenos a su cultura. Cada cultura es sagrada, cada cultura tiene su visión del mundo. Es solamente justo pedir que también se respete la visión, cosmovisión, cosmogonÃa del mundo indÃgena sobre la creación. Es hora pues de mostrar ese respeto entre culturas, de respetar la libertad de creencias que la "democracia" tanto pregona pero favorece a los misioneros. La época de la "evangelización del indÃgena" equivalente a falta de respeto cultural, llega también a su ciclo final. Ya se siente el nuevo Pachakuti, ya se siente un nuevo amanecer para la humanidad.
Notas:
(1) La pobreza solo existe cuando hay injusticia y desigualdad económica, algo muy común en las ciudades pero no en los ayllus auténticos. El runa natural no sabe de pobreza hasta cuando aparece otro ser humano que acumula riqueza frente a el/ella quien no sabe de acumulación personal.
(2) Las 3 Pachas o 'mundos' espirituales: Hanan Pacha, Kay Pacha y Uku Pacha
http://www.quechuanetwork.org/glosario.cfm?lang=s
(3) Derechos Cósmicos.
http://www.quechuanetwork.org/taripay_pacha.cfm?yanantin=yachay_12&lang=s
(4) Tayta/Mama. El amor estrecho con los elementos de la naturaleza fue tan cercana como la de un hermano/a, padre/madre y abuelo/abuela. De allà que proviene el nombre 'padre mÃo Sol' o Inti Tatay en el cual padre no tiene la connotación de progenitor fÃsico sino significa ancestro cercano, dador de vida no humano.
(5) Pacha, representa tiempo y espacio. Los pueblos originarios no regÃan su existencia de acuerdo al tiempo cronológico como lo hace el mundo actual, para ellos el tiempo cronológico no existe. La definición más cercana es: lugar y presente eterno.
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Hace muchos años me tocó intervenir como mediador de buena voluntad en conflictos y confrontaciones en el departamento del Cauca, entre las Farc y organizaciones indÃgenas de la región, las de más larga tradición y organización en las luchas en Colombia por el rescate de sus tierras y cultura. La situación era dramática porque habÃa sido asesinado el sacerdote católico Ãlvaro Ulcué, de la tribu de los paeces, primero en Colombia que obtenÃa esa dignidad.
Los indÃgenas luchaban, junto con muchas personalidades, por el rescate de las tierras de sus resguardos en manos de grandes terratenientes regionales y en zonas donde desarrollaban actividades las Farc. HabÃa de por medio hondas diferencias ideológicas que tenÃan que ver con la visión marxista-leninista de los unos y los contenidos culturales propios de los indÃgenas, especialmente en cuanto a la recuperación de sus tierras. Mi intervención fue pedida por la actividad que yo desarrollaba en la defensa y promoción de los derechos humanos en Colombia. Se logró un acuerdo que bajó la alta tensión y los choques. Por esos antecedentes, siempre he tenido una posición muy clara en la denuncia de la violencia oficial y violación de los derechos humanos en Colombia. He combatido los asesinatos contra indÃgenas de la Guajira y la Sierra Nevada de Santa Marta, asà como en otras partes del paÃs. Hace algunos meses el presidente Uribe Vélez se reunió en el Cauca con los gobernadores indÃgenas para que colaboraran con las acciones punitivas del Estado contra las guerrillas. Los indÃgenas mantuvieron su posición de no intervención en el conflicto armado y de organizarse como comunidades que protegieran su polÃtica de paz. En las más grandes manifestaciones de masas que ha visto el paÃs, los indÃgenas y sus organizaciones han continuado la lucha para que no se les obligue al servicio militar ni a incorporarse a esos conflictos armados. Todo el paÃs se estremeció con la última gran marcha hasta la ciudad de Cali de miles de indÃgenas, exigiendo respeto a su polÃtica de paz. En esas condiciones, hay que preguntarse: ¿Quién o quiénes iniciaron la confrontación armada que se vive hoy en la región de ToribÃo, que los indÃgenas han enfrentado a su manera: sin armas, con sus simples bastones de mando pero con una unidad pacÃfica invencible? Esta conducta obviamente choca con la polÃtica de guerra del gobierno para ejercer su poder en todo el territorio nacional y para tratar de derrotar a las guerrillas, con las cuales está en plena guerra, aun cuando lo niega. De modo que los grupos indÃgenas son las vÃctimas directas de la confrontación armada llevada a sus territorios y de los crÃmenes de los paramilitares contra esos grupos en la Costa Caribe. Por eso mi solidaridad total, de nuevo, con la lucha de las organizaciones indÃgenas de Colombia, que han logrado notables conquistas polÃticas, sociales y de autonomÃa cultural y administrativa, y mi repudio a los crÃmenes que se están cometiendo en ToribÃo contra los indÃgenas, que se defienden con su presencia pacÃfica frente a la violencia que arrasa a Colombia. * Apolinar DÃaz-Callejas es ex Senador de la República, ex Ministro del Gabinete del Presidente Carlos Lleras Restrepo y miembro de la Comisión Andina de Juristas.
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Pasado:
Somos hombres y mujeres trajinados en el dolor y la barbarie, la arbitrariedad campea en nuestros campos y ciudades, el sufrimiento recorre con pesadez nuestros corazones. Nos habita la desazón y la desesperanza cunde por oleadas. Errantes, por caminos andan los que huyen, los que despojan retozan en los campos apropiados. La sangre se vierte con fiereza, los vientres son estrujados, la violencia no descansa desde hace centurias en nuestra patria.
Somos hijos e hijas de desarraigados y ahora vemos en los semáforos, los nuevos habitantes del destierro. Las mujeres lloran a sus hijos, las viudas envejecen a los veintes, los niños y las niñas crecen sin la voz y la mano del padre. Son inverosÃmiles las cifras, cientos, miles, millones, no importa, son escalofriantes, las magnitudes, la guerra se traslada a las cifras.
Los sobrevivientes, anhelan conocer las causas, las sinrazones, la mano aniquiladora, el cerebro tras la empresa del crimen. Victimas se convierten en victimarios, victimarios piden nuestra solidaridad. Las sombras se entrecruzan, no distinguimos la voz sincera de la impostura, comprender, reconocer, clarificar, allà esta el reto, para continuar el camino de la vida.
Presente:
La sociedad busca su encuentro, las distancias son enormes, las heridas profundas, los odios andan a flor de piel, el anhelo de encontrar caminos de entendimiento se ve obstaculizado por las razones de estado, la falta de generosidad, las ansias de control y acumulación. Como juntar a la familia que esta dispersa y se mira con desconfianza, como dejar atrás, la bala y el fusil.
Las deudas y los dolores, las verdades, todas están presentes y deben ser atendidas. El hoy es de reencuentros, equilibrios, asumir, aceptar, conceder, ceder. Las palabras justicia, reparar, pedir perdón, otorgar perdón se ponen al orden del dÃa. La propiedad no puede seguir acaparada, el pan es para todos y todas. El atropello debe ser superado, la intransigencia y la barbarie deben quedar en el pasado, pero se requieren garantÃas de nunca más, se requieren mecanismos para disuadir las Ãnfulas de matoniar. La vida esta aquà y hay que promoverla.
Futuro:
Los dÃas por venir deben ser diferentes, la risa y la alegrÃa deben cundir como cosecha de la sensatez y la plena humanidad, la familia Colombiana , junta en sus diferencias y proyectos, construye un amplio consenso de mÃnimos, volvemos a las convicciones y vivencias, de no mataras, no robaras, no andarás por la vida con indiferencia y respetaras la piel propia y ajena, el pensamiento propio y el de los vecinos, cercanos o lejanos, prodigaras energÃas a la tierra que te vio nacer y las generaciones por venir serán abrazadas por una gente que se esforzó en el pasado por dejar lo mejor de si.
EpÃlogo
El Proyecto de Verdad, Justicia y Reparación que ahora se discute en el congreso debe conciliar los anhelos de pasado, presente y futuro y buscar los finos equilibrios entre una sociedad que anhela la paz, pero que no puede ser ultrajada con la mentira, una sociedad que busca justicia, pero que debe lograr la reconciliación. Los retos son enormes y todos y todas debemos disponer de nuestra energÃas y pensamientos para dar un paso adelante, llorando y riendo, pero sobre todo comprendiendo.
*Asesor de la Corporación Nuevo Arco Iris; Fundador de REDEPAZ.
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La DefensorÃa Maya (DEMA), celebra con júbilo este proceso histórico en el que el tribunal penal dicta sentencia condenatoria en contra de las personas quienes cometieron delitos de discriminación y racismo en contra de la señora Rigoberto Menchú Tum, Premio Nóbel de la Paz, durante el llamado jueves negro del año 2003.
Esta sentencia condenatoria es el inicio de otro proceso polÃtico y jurÃdico en la vida del paÃs y para sentar precedentes sólidos para demostrar que el actual Estado de Derecho debe ser incluyente y no discriminatorio. Felicita al cuerpo jurÃdico de asesores y litigantes de la Premio Nóbel de la Paz, principalmente al Lic. Benito Morales por su lección ejemplar de defensa de los derechos de los integrantes del Pueblo Maya. Asimismo, se valora la honradez y rectitud conque actuaron las autoridades que emitieron sentencia. Esto demuestra que cuando se quiere aplicar justicia, es posible en el paÃs.
DEMA considera fundamental este primer ejercicio de lucha por la penalización del delito de discriminación que se ha iniciado entre miembros de la sociedad civil, situación que se encuentra tipificada como delito en el código penal vigente. Es un primer paso y se espera que todos los casos de racismo que han sido presentados ante el Ministerio Público y ante otra autoridades de justicia, sean también procesados y se cumplan los juicios, por ejemplo la discriminación y racismo que emprendió la empresa “El Tarro Dorado†propiedad de la familia Castillo Dueña de la CervecerÃa Centroamericana , contra la Dra. Irma Alicia Velásquez Nimatuj el 5 de junio del año 2002, primer caso denunciado con valentÃa a nivel público y otros posteriores.
Es necesario seguir combatiendo el racismo y discriminación a nivel social, pero es urgente también que las instituciones que velan por los derechos humanos y derechos del pueblo Maya y Pueblos IndÃgenas, demos otros paso: el juicio contra las empresas privadas que tienen como arraigo el racismo laboral, el derecho al libre acceso a lugares públicos, y otros actos.
Por otro lado, es altamente urgente que se inicie la denuncia formal y jurÃdica contra las instituciones y autoridades de gobierno que han aplicado el racismo y la discriminación contra el Pueblo Maya, GarÃfuna y Xinka, por ejemplo, al marginar a los indÃgenas de las decisiones del Estado, del Congreso e incluso del Organismo Judicial. No es posible seguir soportando esta situación en un paÃs donde la mayorÃa de la población es indÃgena.
Es indispensable entonces a que pongamos atención en los tres aspectos donde debemos seguir interactuando en el caso de la penalización del racismo: a) entre la sociedad en general; b) hacia las instituciones privadas y, b) contra las instituciones del Estado y sus polÃticas públicas racistas hacia los Pueblos IndÃgenas.
Nuestras acciones de lucha jurÃdica y penal contra el racismo y la discriminación debe atravesar todas las áreas donde se practica el racismo y una vez más, la DefensorÃa Maya anima a los miembros de los Pueblos IndÃgenas a que documenten y denuncien cualquier acto de racismo que se da en los cÃrculos indicados con anterioridad.
Gracias, Sra. Rigoberta por darnos el ejemplo de ganar el primer caso histórico.
Rigoberta Menchú ganó batalla jurÃdica contra el racismo en Guatemala
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Todos los fundamentalismos se encuentran de acuerdo para plantear los problemas de la conflictividad de los intereses sociales en términos culturalistas y esencialistas. Y de allà deducen posiciones polÃticas y militantes. Ahora bien, no se puede demostrar lo falso del contenido de sus afirmaciones, pues se trata de interpretaciones arbitrarias, de creencias más que de argumentos cientÃficos. La única discusión posible consiste en preguntarse sobre su función y la manera de combatirlas. Desde el fundamentalismo americano hasta el integrismo religioso islámico, hay en este sentido complementariedad y continuidad. La temática del "choque de las culturas y civilizaciones" es una de ellas.
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Recientes artÃculos de prensa sobre la realidad de América Latina y el repentino viraje hacia la izquierda en algunos paÃses, han provocado reacciones en sectores polÃticos de derecha en Colombia, que no escatiman la posibilidad de que Colombia pueda tomar un rumbo similar. En las pasadas elecciones para alcaldÃas y gobernaciones, las tres más importantes ciudades del paÃs y uno de los más importantes departamentos fueron a parar a las manos de lÃderes de centro izquierda; y en los dos últimos años, los IndÃgenas colombianos han realizado varias marchas, en una capacidad de movilización única, las cuales gozan de la simpatÃa de grandes sectores de opinión.
Considera el ex ministro Londoño que los componentes “pueblo empobrecido, Partido Único (Léase Polo Democrático Independiente - Alternativa Democrática), grupos armados (por supuesto se refiere a la insurgencia armada) y capacidad de movilización (léase IndÃgenas), se van constituyendo en elementos claves para el desarrollo de una revolución. Y lo que preocupa al ex ministro Londoño no es justamente la existencia de organizaciones polÃticas fuertes, porque olvido mencionar que el Partido Único ya viene siendo constituido por el Uribismo, ni la existencia de la guerrilla, a la cual ha dicho se puede derrotar por la vÃa de las armas a corto plazo, sino justamente la capacidad de movilización encarnada en las comunidades IndÃgenas. Y le preocupa, no tanto por tratarse de los indÃgenas, como ese elemento constitutivo de la identidad, sino por tratarse de esa extraña asociación de ignorancia y miseria, lo cual se constituye en un caldo de cultivo ideal para la instauración del totalitarismo socialista, ahora que dicho proyecto tiene voceros tan cercanos (Castro, Chávez y Lula) e incluso Zapatero, aunque pudo haber quedado bastante tranquilo, después de las declaraciones del presidente español a su paso por Bogotá.
Los últimos acontecimientos de Bolivia se han constituido en una especie de alerta temprana para la derecha colombiana, que ve como en Colombia coexisten elementos similares a los de la república del sur. Y agrega, por fortuna en Bolivia “aparece en el horizonte un tal Samuel Doria Medina, que serÃa hombre para librar una guerra civilâ€â€¦ Por supuesto que ese hombre con coraje para enfrentar los peligros que encarnan los presidentes vecinos y del caribe ya en Colombia es una realidad y lo que se necesita es perpetuarlo para alejar el peligro de vecinos que exportan revoluciones. Y todo esto, con el apoyo incondicional del amo del universo.
Entonces, el peligro en Colombia se va quedando reducido a la presencia de esas masas “ignaras†de indÃgenas que pueden movilizar a miles de colombianos. Y es que las grandes movilizaciones que han desplegado solidariamente pueblos indÃgenas y afro descendientes y otras comunidades organizadas del paÃs como los campesinos, han devenido en la conformación de un “frente popular†que reafirma una y otra vez la capacidad y posición polÃtica de las poblaciones étnicas que se vienen fortaleciendo en los últimos años como muestra de una forma de participación polÃtica constante, organizada y democrática, a pesar de las desventajas y restricciones que representa un conflicto armado a la población civil.
Frente a las violaciones de derechos humanos que indiscriminadamente cometen los diversos actores armados en contra de las poblaciones étnicas, asà como el irrespeto y desconocimiento de sus derechos, autoridades, usos y costumbres, las poblaciones indÃgenas se han organizado para reafirmar su autonomÃa, para socializar su posición polÃtica y para declararse opositores de las dinámicas degradantes que constituye el actual conflicto armado colombiano, y no como forma para reivindicar y mendigar al Estado sus derechos sino para que se les reconozcan y puedan ejercerlos; no como forma para centralizar un poder polÃtico indÃgena, sino para ejercer la participación polÃtica y consolidar una sociedad democrática; no como una simple movilización de masas de personas sino como un ejercicio polÃtico, informado y consciente de cada una de las comunidades indÃgenas para exigir sus derechos, el reconocimiento de sus autoridades y el respeto a sus poblaciones. Finalmente, se trata de un gran movimiviento de resistencia pacÃfica y democrática, en el cual el problema va más allá de las condiciones indignas que se generan en medio del conflicto interno, girando alrededor del histórico problema del territorio, situación a partir de la cual no sólo se mengüan las garantÃas para ejercer el derecho al desarrollo propio y la pervivencia, sino que también deteriora la calidad de vida y empobrece a sus comunidades.
Por último, la satanización y estigmatización de la que son vÃctimas los pueblos indÃgenas, al ser asociados directamente con el cultivo de la coca y con los grupos guerrilleros, ha oscurecido el carácter democrático y polÃtico que tienen las organizaciones indÃgenas. Se debe reconocer que los cultivos de coca y la vinculación de indÃgenas a las filas armadas, son en su gran mayorÃa, si no en todos los casos, situaciones asociadas al deterioro de sus territorios ante el avance de megaproyectos que impiden el desarrollo sostenible del medio ambiente y de sus comunidades, asà como de las innecesarias fumigaciones que se dan en muchos territorios donde la gran mayorÃa de las poblaciones se resisten al cultivo de coca. Lo anterior incide en los bajos Ãndices de calidad de vida y en los altos niveles de pobreza que afrontan estas comunidades. Por lo tanto, seguir condenando a los pueblos indÃgenas colombianos, al vincularlos con estas situaciones, aumenta el desconocimiento de sus derechos propios, arriesga cada vez más su existencia colectiva y por consiguiente, nos aleja de la posibilidad de consolidar un Estado-Nación basado en la diversidad y pluralidad étnico cultural que desde hace 14 años legitima la Constitución Nacional. Claro que al ex ministro lo que realmente lo trasnocha, es que pueda aparecer en Colombia un Evo Morales y para colmo, chavista.
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