Opinión

 

La exuberante vegetación de la selva enmarca el territorio del departamento del Caquetá, bañado por una extensa red hidrográfica encabezada por el río Caquetá, que tiene como afluentes los ríos Pacayaco, Sapoyaco, Fragua, Yuruyaca, Canela, Solano, Orteguaza, Consaya, Aguablanca, Rutuya, Caguán, Yarí, Jerú, Miríti, Paraná, Apaporis, Cascabel, Mocoa, Mandier, Mecaya, Nasaya, Cahinari, Curé, Gravarana y Arapa, en cuyas orillas habitan poco más de 15 mil indígenas.

El departamento supera los 88.965 km2. La región de pie de monte ofrece tierras fértiles que se están aprovechando con cultivos de arroz, plátano, maíz, yuca, cacao y caña de azúcar. La producción forestal es muy variada y rica en maderas, resinas, plantas medicinales y gomas. Cuenta con ganadería extensiva y una desarrollada explotación y cultivo del caucho.

El proceso de creación de organizaciones regionales de los indígenas colombianos ha sido una labor que se ha desarrollado de manera permanente desde la década del ochenta del siglo pasado. La diversidad de pueblos y Culturas, sumado a la inmensa geografía del país, sobre todo en las regiones de la Amazonía y de la Orinoquía, han derivado la creación de un sinnúmero de organizaciones zonales y locales, las cuales, dada su incidencia en dichos territorios, adquieren una gran importancia. Actualidad Étnica converso con Luis Alberto Fiagama Suárez, indígena Huitoto, padre de 8 hijos y quien es uno de los principales líderes dentro de la organización indígena del Caquetá.

¿Cuál es el panorama o la realidad que en estos momentos viven las comunidades indígenas del Caquetá?

Quisiera anotar dos cosas fundamentales: a partir de la presencia del narcotráfico, década de los ochenta, empezamos esa descomposición y descontrol social en todos los aspectos comunitarios, perjudicándose la estructura organizativa indígena, no sólo en los Huitotos, sino también de los Coreguajes, Inganos, Paeces, Emberás y Wananos que componemos el tejido social en el Caquetá. Se perdieron muchas cosas de los ritos, el pensamiento de los ancianos, la juventud se dispersó, cada uno por su lado, porque con el auge se vio el motivo de la moneda fácil, nos desintegramos, no totalmente, pero si gran parte del concepto comunitario, el trabajo comunitario.

El mambeo, las conjuraciones, los mitos, las leyendas, las canciones, no se puede decir que se perdieron, como dicen los viejos: “creo que están dormidos en algún sitio porque los dueños andan errantes en otro mundo”. Además económicamente perjudicó mucho a la población caqueteña y a las comunidades indígenas. Otra cosa que nos está afectando y que nos pone a pensar, desde el punto de vista tradicional, es la presencia de los grupos armados. En nuestro departamento, puntualmente están las FARC EP, primero que todo actúan de manera violenta, no tanto física, sino ideológica, y a ratos intentan hacerlo físicamente, o sea, con el terrorismo del fusil, de la pistola, de la granada, que nosotros tanto le tenemos miedo porque fuimos victimas en la época de la cauchería, de las pieles y el mismo narcotráfico, que con eso se acabó mucho de la población, entonces, nos atemorizan. Además, ellos tienen el control territorial y mandan sobre las autoridades de nosotros.

Entonces, ahí se pierde la autoridad y el control territorial. No hemos perdido el territorio, el territorio lo tenemos, pero no tenemos mando sobre el territorio. Todo esto ha hecho que nos quejemos ante las diferentes estancias del gobierno, para que tenga en cuenta lo que estamos padeciendo, para que el Estado y las organizaciones internacionales vean por la parte social, espiritual y cultural de nuestros pueblos, no por la parte de dominio o intervención militar, porque eso también nos afectaría y nos está afectando. Estamos tratando de construir y formar a la juventud, estamos trabajando con ellos para que lleguen al mambeadero, estamos construyendo la parte cultural, y estamos invitando a todos, motivando a todos para que nos ayuden a construir nuevamente nuestras comunidades desde un punto de vista tradicional.

¿Qué procesos positivos se pueden destacar dentro de la organización indígena?

Nosotros pensamos que es muy importante fortalecer procesos como el de la educación ambiental, ahí es donde se nos muere el espíritu, porque se está destruyendo mucha medicina, mucho bejuco, muchas hojas que nos sirven del monte, porque con el afán de cultivar se talan más de 20 mil hectáreas al año, y el resto es laguna, entonces, con el tiempo podríamos quedar sin terreno seco y sin monte, y así se perderían las medicinas,. Uno de nuestros afanes es que se haga el rescate de la educación del manejo ambiental. Otro proceso es el acercamiento de la juventud a los ancianos, y la construcción del espíritu del hombre para que a través de esa llegada a los viejos se construya la mentalidad. Otro proceso es reafirmar la organización interna, ya sean cabildos, resguardos, organizaciones, porque creemos que ahí esta representada nuestra estructura política, nuestra organización ancestral y cosas muy nuestras que hemos aprendido y que están al servicio de la comunidad. Nosotros creemos que cuando se hace una educación ambiental estamos haciendo salud, rescatando la cultural, la medicina, los mitos, porque se le canta a los árboles y se busca que algún día logremos alcanzar la organización social que tienen las hormigas o las abejas.

Para que los blanco entandamos ¿qué significa ser un líder indígena?

Yo llevo 21 años en la dirigencia indígena, muy joven me dedique a mambear, muy poco estudié, pero si estudié mucho con los viejos, y hace 21 años estoy mamabeando, trabajando, animando, a diferentes pueblos. Dice mi papá que cuando yo era muchacho, mi mamá me llevaba a la escuela, ya que ella tenía una fuerte inclinación porque yo estudiara, pero mi papá decía que yo debía ser educado en la maloca. Yo opté, desde mi espíritu y desde mi ser, educarme con los ancianos, y por eso me volaba de la escuela y corría a la maloca. Yo nunca me he separado de los viejos y eso es algo que me motivó, y no había nada que me separara de la idea de ser dirigente o querer a los viejos, querer a la cultura y a la comunidad.

En cuanto a los indígena, yo he definido una sola cosa de lo que es ser indígena, porque cuando yo era joven definía dos cosas: yo he dicho que el indígena debe partir desde un punto de vista, no de su físico, ni siquiera de su sangre ni de su coca, ni yuca, ni yagé, el indio debe identificarse, yo siempre digo y sostengo esa teoría y me ha servido y he educado a muchos jóvenes en ese estilo, yo parto de un principio que dice que uno debe examinarse para decir si es indígena o no. Una cosa es ser indígena, eso es valido, y otra cosa es estar como indígena, porque yo puedo estar como indígena en medio de la sociedad blanca, pero lo más importante es ser indígena, ¡sentir el calor, la raza, la sangre!, en donde esté, con quien esté, lo importante es que usted lo sienta, no importa que esté comiendo, porque hay muchos indígenas que sólo lo son cuando les conviene y cuando no conviene no se es indígenas.

Antiguamente la serpiente era gente. Una pareja que sólo tenía hijas, decidieron ir a trabajar arriba en el río. Se fueron río arriba hasta que encontraron tierra virgen que daba buen cultivo.

El hombre dijo a su familia: aquí nos vamos a quedar a vivir, a trabajar. El hombre empezó a hacer su tambo, y cuando terminó dijo: ahora vamos a rozar monte. Cuando terminó de rozar empezó a tumbar los palos al suelo; mientras tanto la mujer estaba en el tambo sola con sus hijas. Cuando llega la cosecha, el hombre se va hacer otros trabajos y la mujer se encarga de la casa con sus hijas. Ya las hijas eran jóvenes y bonitas.

Un día apareció un hombre alto, delgado y pintado de jagua, con la nariz medio planchona** y se enamoró con una de ellas y empezaron a acercarse, cada día más cerca, ocultamente de los papas de la muchacha. Ése era la culebra. La culebra empezó a gatear a la muchacha, empezaron a tener relaciones permanentes como personas. El hombre sólo venía a dormir donde la muchacha, de día no se veía quién era: Fueron pasando los meses y la muchacha quedó en cinta.

Se sintió ella en embarazo y le dijo al Nemkhor o culebra que por qué no se presentaba ante la mamá y el papá, porque cuando me empiece a crecer la barriga ¿qué le voy a decir a mis papás?

Entonces la culebra, que es el marido, le contestó: yo no me puedo dejar ver de su papá porque el día que me vea, ése su papá me va a matar. En ese momento la muchacha se dio cuenta que él no era persona, pero ella siguió con él, con la culebra.

La culebra dijo a la muchacha: yo no vivo lejos, vivo aquí no más, por eso me doy cuenta de todo lo que hablan, porque vivo aquí no más, antes écheme más leña encima, cuando le den los dolores de parto váyase por aquí, para abajo no más viven mis padres, puede ser de noche o de día que mi mamá la atenderá a usted, pero primero al llegar grite duro.

Contesta la muchacha: ¿y por quién grito? Dice la culebra: no tiene que gritar por nombre, simplemente tiene que decir . A la tercera vez que grite ella va a salir.

Un día el papá de la muchacha madrugó al trabajo, a las cinco de la mañana, alcanzando a ver a una persona salir del toldillo de su hija. Se metió debajo de la casa y de allí no salió más, así fue que el papá quedó con una duda.

Al día siguiente dijo el papá dijo a la mujer y a las hijas: desde ahora no amontonen más leña debajo de la casa, esta hija mía no hace más que cortar leña, ahora yo voy a sacar toda esa leña para afuera porque esa leña se está pudriendo y por debajo hasta debe haber culebra.

Cuando el viejo sacó la leña debajo de la casa encontró bien enredada a la culebra. Entonces cogió un garrote y la mató. La muchacha cuando vio que el papá arrastraba la culebra para botarla se quedó triste y pensativa.

Ya los papás de la muchacha sabían que la hija tenía embarazo de un animal. Tres días después, en horas de la noche, empezaron a darle los dolores del parto, ya los papás se habían acostado y ella hizo como le había dicho la culebra antes de que el suegro la matara.

Esa noche en la oscuridad cogió el camino de para abajo, llegó a la parte que le había dicho el difunto culebra y empezó a gritar . Salió la mamá de la culebra de una raíz donde había unos palos tumbados, de allá salió ella y contestó: si mija, ya vas a tener a mis nietecitos del difunto de mi hijo, vea encarámese en la rama de ese árbol.

La muchacha se encaramó y empezaron a salir de diferentes colores de culebras, negras, amarillas, verdes, rojas, pintadas, y la abuela recibió a los nietos. Cuando terminó de parir la muchacha ahí mismo bajó y se limpió. La mamá de la culebra le dijo: cuando usted quiera ver a sus hijos pase por aquí, yo con mucho gusto le muestro a sus hijos.

La muchacha se vino muy rápido para su casa con mucho miedo. Al otro día estaba como enferma y el papá le preguntó: hija ¿qué le pasó a usted que está tirada, que hizo con la barriga? La muchacha contestó al papá: anoche perdí bastante sangre, hasta botaba troncos, seguramente era brujería. Desde entonces, más nunca pasaban las muchachas por ese lugar porque les daba pánico.

Por eso los Waunaan no deben tener las hijas jóvenes solas por mucho tiempo ni deben tener arrumes de leña debajo de la casa.

* Nemkhor: En lengua Waunaan significa serpiente.

** Planchona: Nariz chata.

Desde el principio de los tiempos

quedó establecido que vivir la vida no es fácil,

que debemos estar alerta,

porque nos asechan espíritus de maldad,

Espíritus de tristeza, espíritus de destrucción.

Voy a narrar el principio de la enfermedad,

el principio de caos,

el principio de la confusión,

el principio del autodesprecio,

el principio de la debilidad,

el principio de la vergüenza,

el principio de la falsedad,

el principio de la pérdida de la palabra,

el principio del desequilibrio,

el principio de querer ser como otros,

el principio de la desigualdad.

En medio de caos, los abuelos,

iluminados por las plantas sagradas,

buscaban el principio del caos,

el principio de la crisis,

el principio de la tristeza,

el principio de la muerte.

Allí fue donde ellos miraron

una mujer con las piernas bonitas

y el cuerpo perfumado,

aparecían muchas cosas,

aparecía la televisión,

aparecía la radio,

aparecía el teléfono,

aparecía el computador

y su corazón se dormía.

El pensamiento se dañaba y

el alma se confundía.

Por eso debemos estar alerta.

Mientras el espíritu de los entendidos se dormía,

El espíritu de esa mujer decía,

Si ustedes viven conmigo,

yo les voy a mostrar

el verdadero progreso,

la verdadera comida,

la verdadera ropa,

la verdadera historia,

la verdadera vida,

el verdadero idioma,

la verdadera costumbre,

el verdadero mundo,

ustedes gozarán del progreso,

ustedes hablarán otro idioma,

la vida será fácil,

Allí no hay sufrimiento.

Oyendo esto...

el espíritu de nuestros abuelos se dormía,

El pensamiento de los entendidos se confundía,

la tradición se olvidaba.

Por eso debemos estar alerta.

Las plantas sagradas nos mostraron

el espíritu de las cosas de fuera.

Allí descubrieron la raíz de las enfermedades,

la raíz de querer ser como otros,

el camino de las cosas,

el camino del blanco,

el camino de la confusión,

el camino de la tristeza,

el camino del etnocidio,

el camino de la infelicidad.

por eso debemos estar alerta.

Todo esto ya lo sabían los ancianos

pero su corazón se dormía.

Buscando la raíz de las enfermedades,

las plantas sagradas nos mostraron el camino

a seguir: Filtrar y voltear.

Sigamos las leyes naturales,

así como el intestino hace una selección,

de lo que el organismo necesita

y lo que no sirve lo expulsa

de manera natural y sin violencia,

las cosas que vienen de fuera

las debemos filtrar.

Este filtro debe ser el corazón de la gente.

Allí se debe seleccionar

lo que sirve y lo que no sirve.

Teniendo en cuenta que lo que sirve

viene siempre en menor cantidad.

Pero no basta con filtrar

además podemos voltear esos espíritus.

Así como el espíritu de la rabia

que llevemos dentro lo podemos voltear

y sacar de manera positiva en forma de cultivo,

en forma de arte, en forma de deporte.

De la misma manera podemos voltear

los espíritus de las cosas.

una televisión para conocer el mundo

y para difundir nuestras costumbres.

una radio para comunicarnos

y para denunciar los atropellos.

un computador

para fortalecer nuestro idioma,

una página web.

Para difundir nuestro pensamiento.

El internet para establecer

lazos de solidaridad.

Discos compactos y cassettes

para transmitir la palabra de los abuelos.

Unas cosas metidas en nuestro canasto,

unas cosas ordenadas y ligadas,

unas cosas filtradas y coladas,

que nos ayuden a restablecer

el equilibrio y la armonía.

Entonces el pensamiento de nuestros

abuelos se aclaraba

y el orden regresaba.

Pero todo esto no se hará sin sacrificio,

todo esto no llegará sin esfuerzo,

todo esto no será posible sin aliados,

todo esto no se hará sin riesgos,

se trata de contraponer lo difícil a lo fácil

la creación a la destrucción.

Por eso debemos estar alerta.

Con sus 65.268 Km2 de selva, el departamento de Vaupés, nororiente colombiano, cuenta con una gran riqueza cultural, plasmada en la diversidad étnica de una región que deslumbra por su exuberancia y exotismo. Aproximadamente el 90% de la población total es nativa. Sus tierras son bañadas por los ríos Guaviare, Inírida, Guainía, Vaupés y Apaporis, siendo éstos las principales fuentes de subsistencia y transporte para todos sus habitantes.

Su economía está sustentada en la horticultura, acotando que en toda la región del Amazonas se carece de modelos de desarrollo adecuados al contexto sociocultural. Los cultivos siguen el esquema de roza, quema y siembra, en áreas donde predomina el cultivo de yuca, ñame, chontaduro, banano, ají, caimo, aguacate, piña, papaya, calabaza, lulo, marañón, dieta alimenticia que se complementa con actividades de caza, pesca y recolección de frutos silvestres.

En este departamento, los 23 pueblos indígenas existentes se han organizado a través del Consejo Regional Indígena del Vaupés (CRIVA). Actualidad Étnica entrevisto a Mateo Estrada, indígena Sirano y quien se desempeña como Secretario General de la organización. En su diálogo destacó la gran fortaleza y unidad que las comunidades han construido, pese a los problemas de orden publico que los aquejan.

¿Cuál es el panorama o la realidad que en estos momentos viven las comunidades indígenas del Vaupés?

En sentido general el Vaupés tiene grandes cosas buenas y también cosas mala. Lo bueno es que los pueblos indígenas hemos logrado la unidad frente al Estado. Somos 23 pueblos, 14 organizaciones, pero hacia fuera sólo estamos representados por el CRIVA. Es una unidad que nosotros hemos logrado mantener a pesar de los diferentes problemas que hay, y eso nos ha servio tanto para defender la institución frente a la guerrilla como frente a todos los entes que afectan en forma negativa los intereses de los pueblos indígenas. Hay cosas negativas también, por ejemplo, no hemos podido superar el proceso organizativo, basado en un sistema antiguo, un sistema parecido al sindical obrero; estamos buscando un nueva forma de organización que responda a la problemática actual. Puede ser un Consejo, un Parlamento indígena, pero estamos en búsqueda de una unidad más grande, para proyectarla y que pueda enfrentar los grandes retos que hay en la actualidad. Eso nos permitiría buscar un nuevo derrotero frente a los actores armados y también frente al narcotráfico. Esto es lo que nosotros pensamos y lo vamos ha hacer. Muy seguramente será el 8 de diciembre, cuando se realice el Congreso de los Pueblos Indígenas del Vaupés en sus 30 años de existencia.

¿Qué procesos se destacan dentro de la organización indígena?

La unidad y la erradicación voluntaria de cultivos ilícitos sin ayuda nacional o internacional, el cual se realizó entre los años 1982 y 1986. Otro gran logro es el de haber constituido el segundo resguardos indígenas más grande del país, que es el Gran Resguardo Indígena del Vaupés. Otro de los procesos interesantes ha sido el trabajo político electoral; hemos tenido uno de los primeros alcaldes mayores en Mitú, Maximiliano Veloz García (1992) y hemos logrado sostenerla. Nosotros hemos creado un sistema de gobierno a través del CRIVA. El CRIVA es como el gobierno central y las 14 organizaciones restantes son como la parte seccional.

En materia de etnoeducación y salud indígena ¿qué nos puede contar?

En materia de etnoeducación ha sido difícil, no es como en otras partes del país, porque somos 23 pueblos con 23 lenguas distintas, y en este caso no se puede utilizar el bilingüismo, tendría que ser multilinguística, lo que es muy difícil que funcione. En materia de administración educativa, a partir del Congreso anterior (agosto de 2001), estamos planteando al Ministerio de Educación Nacional que se nos entregue la administración del trabajo educativo. En materia de salud ha sido un desastre para nosotros. A nivel nacional, en el Congreso de la ONIC, todos los pueblos dijeron: no a la ley 100 y a las EPS. No obstante, muchas comunidades se acomodaron a la ley y los únicos que quedamos por fuera fuimos nosotros. Hasta el año 2001 nos afiliamos a un sistema, pero hasta la fecha el mismo no ha respondido a las expectativas nuestras, porque solamente responde a las necesidades primarias. Entonces, hemos venido diciendo que a finales de este año nosotros no vamos a firmar los convenios de la Consulta para el Régimen Subsidiado, así la gente tenga que morirse; tendrán que haber sacrificados, pero queremos que la salud y los recursos nos lleguen directamente, y que los beneficios sean para los indígenas. Esto es lo que hemos planteado, y desde la semana pasada, todas las entidades y los indígenas del Vaupés estamos en paro por salud.

¿Cómo son las relaciones de los indígenas del Vaupés con el Gobierno Central?

El Estado no nos ha puesto ni nos pondrá cuidado, porque nosotros no le interesamos al Estado. En muchos casos hemos manifestado y denunciado la construcción de una carretera por parte de la guerrilla en la parte de Mitú, cuyo objetivo es conectar con el Brasil. Se ha manifestado ese problema y no nos han puesto cuidado, y el problema es que los que están trabajando en esa gran obra son lo propios indígenas, yo diría casi en calidad de esclavos. Nosotros advertimos hace dos años al entonces presidente Andrés Pastrana de que se estaban nuevamente iniciando los cultivos de coca. En la actualidad, se han comenzado a ver grandes sembrados de coca en diferentes partes del Vaupés, son de 10, 15, 30 hectáreas y nosotros esperamos que el Gobierno pueda algún día resolver eso. De lo contrario, el único responsable será el presidente, porque él esta advertido, pero en una carta nos respondió diciendo: <<gracias indios por eso>>, y de esto se ha dejado constancia por escrito.

¿Cuál es el mensaje que Usted quiere dejar a las comunidades?

Que sigamos en nuestro proceso de construcción de unidad para que de esta forma podamos fortalecernos y poder resistir desde la organización a todos los intereses mezquinos que habitan en la cabeza de algunos. También quisiera manifestar que existen muchas instituciones, ONGs, algunos funcionarios del Estado y ,sobre todo, la cooperación internacional, que han querido trabajar con nuestros pueblos, apoyando y fortaleciendo el trabajo desde las bases, eso es fundamental. Es el reclamo que hago, que estos intentos positivos para fortalecer los pueblos indígenas aterricen desde las bases para fortalecer una nueva propuesta para las regiones y para la atención de los pueblos indígenas de Colombia.

Si hay un sector contra el cual esta guerra se ha ensañado de modo particularmente feroz ese es el de los indígenas. Asesinados, desplazados o sitiados en sus pueblos por paramilitares y guerrilleros, emberas, kankuamos, arhuacos, paeces y muchas otras tribus están pagando un macabro precio por el conflicto armado. Nada más urgente que atender con firmeza sus reclamos de protección.

Desde mucho antes del secuestro de los ocho extranjeros por parte del Eln, la Sierra Nevada de Santa Marta viene siendo el centro de una guerra cuyas principales víctimas son las cuatro etnias que la habitan: arhuacos, kankuamos, koguis y wiwas. Esa guerrilla ha intentado utilizar el secuestro para 'llamar la atención' sobre la terrible situación de los indígenas. Lo hace mañosamente, pues por culpa del Eln y de los demás grupos armados están como están los nativos de la Sierra.

Una reciente reunión promovida por los arhuacos, y un consejo de seguridad indígena con la Ministra de Defensa y altos militares, a fines de septiembre en Valledupar, confirman lo que denunció una resolución de la Defensoría del Pueblo hace más de un año sin que se hayan tomado verdaderas medidas de emergencia. Homicidios, reclutamiento forzoso, retenes, 'vacunas', chantajes para desviar dineros de transferencias y desplazamiento son el pan de cada día para los indígenas de la Sierra Nevada. Los cuales se quejan, también, de bombardeos del Ejército contra sus territorios sagrados y de severos controles sobre el ingreso de alimentos.

La más tremenda cuota la han puesto los kankuamos, de la zona de Atánquez, en disputa entre 'paras' y guerrilleros. Hay denuncias de 53 asesinatos y más de 150 familias desplazadas en lo que va del año. El Gobierno, hasta ahora, ha anunciado la creación de un escuadrón móvil de la Policía y una unidad especial de la Fiscalía y el DAS y la posibilidad de montar un batallón de alta montaña, pero los crímenes siguen.

En otro lado del país, en el bajo Atrato, una oleada de suicidios, varios de ellos de niños, entre los indígenas emberas, puso de presente la terrible situación que se vive a lo largo del principal río del Chocó, que se disputan a muerte los grupos irregulares. Otra guerra ajena en la que chamíes, tules, waunanas, katíos, emberas y comunidades negras están poniendo los muertos y el sufrimiento, a extremos tales de perturbación de su mundo que los llevan al suicidio.

Otro informe de la Defensoría, sobre el norte del Cauca, habitado por 120 mil paeces, habla de 54 asesinatos, 5 masacres y 2 desplazamientos masivos en esa zona, entre septiembre del 2000 y enero del 2002. Todo el país recuerda la atroz masacre del Alto Naya, que cobró un centenar de víctimas y desplazó a 4.000 personas, muchas nativas. O el asesinato de cuatro líderes indígenas en dos poblados del Darién panameño. Y las muertes a bala de Augusto Lana Domicó, gobernador de Porremia (Córdoba), en abril, y de Gabriel Cartagena, candidato a la alcaldía de Riosucio (Caldas), en junio. Y el desplazamiento de casi 400 guahíbos de los alrededores de Betoyes (Arauca) por combates entre la guerrilla y los paramilitares, en julio.

Lista interminable. A la que deben añadirse el drástico racionamiento de vituallas y combustible por parte de los actores armados y las fuerzas oficiales que sufren muchas comunidades, y su miseria y abandono ancestrales. Y el hecho alarmante de que la presión de las fumigaciones está empujando la coca hacia el Amazonas, el Vaupés, a lo largo del Apaporis y el Caquetá y Guaviare adentro, donde frágiles comunidades, que han tenido escaso contacto con el blanco, padecen la brutal llegada de la civilización cocalera.

Los indígenas resisten. Medidas como la Guardia Indígena del Cauca, que protege los territorios de todos los actores armados; el Proyecto Nasa, ganador del Premio Nacional de Paz en el 2000; la idea de crear una policía indígena en la Sierra Nevada, entre otros, son una muestra de ello.

Iniciativas que no deben estar solas. El Gobierno y, en especial, el Ministerio del Interior, responsable de asuntos indígenas, están en mora de reunir el Consejo Nacional Indígena y decretar un plan de emergencia para blindar a los grupos más amenazados, atender los puntos de más alto riesgo y proteger a las pocas comunidades que aún no tienen la guerra encima.

La ruptura de los diálogos de paz en el Caguán y el posterior fortalecimiento de la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico en el gobierno Uribe, han definido una nueva fase del conflicto colombiano y de la dinámica del mismo en la Amazonia Colombiana.

Los departamentos amazónicos (Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés) se han convertido en escenarios de la guerra. La población de esta región y, particularmente los cerca de cien mil indígenas amazónicos, sufren mayores impactos de las acciones de los actores armados.

Nuevas lógicas de guerra

La guerrilla, los paramilitares y las fuerzas armadas han avanzado en posiciones y estrategias militares en la Amazonia. En la lógica de la solución del conflicto por la vía armada, todos los grupos han redefinido sus acciones. El crecimiento del número de efectivos desplegados, la mayor presencia en la región y la implementación de normas represivas y controles, configuran un escenario de agudización del conflicto en la Amazonia y, por ende, de mayores impactos sobre la población civil.

La guerrilla

El levantamiento de la zona de distensión en el Caguán, generó la redefinición de la presencia guerrillera en la Amazonia. El repliegue de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, se realizó sobre territorios amazónicos, con nuevas estrategias de control territorial y de relacionamiento con la población civil. La expansión sobre la Amazonia se caracteriza por:

- Nuevas formas de financiación: Además de los ingresos provenientes de la producción de cocaína, las FARC han avanzado en actividades extractivas como la explotación de oro, especialmente en el departamento del Caquetá.

- Intensificación del reclutamiento: Se ha incrementado el reclutamiento voluntario y forzado de jóvenes, no sólo de combatientes sino de mano de obra para la construcción de vías clandestinas y para la realización de actividades agrícolas.

- Construcción de vías: Es alarmante la construcción de nuevas carreteras en la Amazonia. El mejor ejemplo de la expansión de vías de comunicación implementadas por la guerrilla es la carretera Calamar-Caruru, cuyo destino final será la ciudad de Mitú, en el Vaupés. En áreas de reserva forestal y resguardos indígenas, se deforesta para la construcción de nuevos corredores para la guerra.

- Presencia y control de nuevos territorios: La expansión territorial de las FARC se presenta sobre territorios indígenas que no habían registrado este tipo de conflictos. Esta presencia está acompañada por la imposición de normas, el control de los ejes viales (especialmente ríos) y la restricción a la movilización de personas y mercancías.

- Creación de nuevos bloques: Para su fortalecimiento en la región, no sólo se ha aumentado el número de combatientes, sino que se han creado nuevos frentes, como el caso del Putumayo, en donde opera un “grupo élite” encargado de combatir a los paramilitares. Como resultado de esto, se han presentado fuertes y prolongados combates que impiden que la población civil pueda movilizarse en las zonas de enfrentamiento (se destaca el enfrentamiento presentado en La Hormiga, Putumayo, en enero).

Los paramilitares

Pese a las negociaciones entre el gobierno, a través de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, y las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, la actividad de los paramilitares sigue realizándose en la región, especialmente en el departamento del Putumayo, también con estrategias de guerra más radicales.

- Asesinatos selectivos: Para evitar la reacción de la opinión pública y de organismos de defensa de derechos humanos, los paramilitares han disminuido la realización de masacres colectivas. Sin embargo, no solo continúan los asesinatos selectivos, sino que éstos se efectúan cada vez con más crueldad para lograr el efecto “ejemplarizante” sobre la población civil. Las ejecuciones con inyecciones de veneno, el descuartizamiento de las víctimas y la presencia de testigos para relaten lo que sucede con los colaboradores de la guerrilla, son la constante de las acciones paramilitares en la zona.

- Control territorial: Se mantiene, y se ha intensificado, la restricción a las “remesas” (abastecimientos) que se llevan a las zonas rurales, en donde la guerrilla hace presencia.

- Detenciones y desapariciones: Además de los asesinatos selectivos, se han incrementado las retenciones de líderes, dirigentes y civiles en general. Estas personas son interrogadas, torturadas y, posteriormente, desaparecidas. La mayor parte de las desapariciones no se denuncian por miedo. Se presume que estas personas son asesinadas y botadas a los ríos y/o carreteras, sin que sean recogidas pues esto también está prohibido. Otros, son mantenidos en cautiverio como guías o “informantes” de los paramilitares.

- Imposición de normas y códigos de conducta: En los territorios que controlan los paramilitares se imponen normas que restringen la libre movilización y la libertad personal. Existen horarios para movilizarse, limitaciones a la vestimenta (minifaldas por ejemplo), tipos de cortes de cabello (los hombres no pueden llevar cabello largo), actividades controladas (prostitución). Todo esto impuesto por la fuerza y sostenido por el miedo permanente de la población civil.

Fuerzas Armadas

Las fuerzas armadas han incrementado su presencia en la zona, bajo la nueva política de seguridad democrática. Para ello se han fortalecido las bases militares en la Amazonia y ha aumentado el pie de fuerza. Aunque no se disponen de datos exactos, se sabe que en zonas como Tres Esquinas, en Caquetá; La Pedrera, Amazonas; y Mitú, en Vaupés, se cuenta con más efectivos y armamentos.

- Carnetización: La estrategia de seguridad democrática ha llevado a la implementación de mecanismos de control sobre la población civil, como la carnetización que realiza la policía en Mitú. Allí los habitantes deben dar una información personal para obtener un carnet que les permita movilizarse dentro del casco urbano. Este carnet es solicitado en los controles que realiza la fuerza pública.

- Minas antipersonales: Para la protección de la base militar de Mitú, las fuerzas armadas tienen tres anillos de seguridad y se han sembrado minas antipersonales. Pobladores han sido víctimas de las minas y aunque se han intentado registrar y denunciar los casos en las instancias pertinentes, no ha sido posible que se defina la responsabilidad de las fuerzas armadas.

- Red de informantes: Si bien la red de informantes se plantea como estrategia para resguardad la seguridad ciudadana, la población civil teme porque se realicen señalamientos sin la debida información, con lo cual se genera más sensación de inseguridad, particularmente en zonas como Putumayo, en donde el rumor y las acusaciones son motivo de represalia por cualquiera de los grupos armados.

En estas condiciones, los pueblos indígenas amazónicos están viviendo una etapa de violencia y conflicto. No entienden porque son víctimas de una guerra ajena y objetivo de los actores armados. Sus rituales y armas mágicas, las del trueno y el rayo, el tabaco y el yagé, no son suficientes para proteger a sus gentes, territorios y lugares sagrados.

Las violaciones más visibles sobre los pueblos indígenas son:

· Hostigamiento y cercamiento militar a las comunidades

· Enfrentamientos armados en medio de su territorio, afectando la vida cotidiana

· Pérdida de autonomía y control social interno

· Imposición de normatividad, autoridad y gobierno mediado por la lógica de la guerra

· Restricciones de acceso a zonas de abastecimiento de caza, pesca y recolección.

· Impactos a lugares sagrados (tránsito de grupos, deforestación, extracción).

· Amenazas por “estar involucrados o ser auxiliares” con uno u otro actor armado

· Asesinato de autoridades tradicionales y líderes comunitarios

· Masacres

· Reclutamiento de jóvenes indígenas en todos los bandos

· Desplazamiento forzado de población

· Pérdida de territorios y nuevos conflictos interétnicos y con otras poblaciones no indígenas

· Siembra de minas antipersonal o abandono de artefactos explosivos en territorios indígenas.

La guerra en la Amazonia afecta la vida individual y colectiva de los pueblos indígenas y sus estructuras sociales, políticas, económicas y culturales; los 54 pueblos que aún habitan la Amazonia colombiana están en riesgo de extinción y con ellos, la cultura y el conocimiento ancestral.

Aldhu hace un llamado a la comunidad internacional para trabajar en la defensa de los pueblos de la selva, acorde con el compromiso de la humanidad con la protección de la vida y la diversidad cultural.

El presente documento hace parte de las reflexiones presentadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Colombia, en su “Informe Nacional de Desarrollo Humano 2003 (INDH), El Conflicto, callejón con salidas”, que a lo largo de sus cuatro grandes partes, compuestas por 19 capítulos, aterriza a los lectores en la realidad que viven indígenas, afrocolombianos, campesinos, niños, mujeres, ancianos, y en general la población civil en medio de la agudización, expansión y degradación de un conflicto armado que nos ha desangrado por más de 40 años.

Es así como se abordan temáticas tan importantes como: 1) La interpretación comprensiva sobre le carácter, dinámica y expresiones esenciales del conflicto armado en Colombia; 2) Un análisis de la relación entre el conflicto armado y el desarrollo humano; 3) Una descripción –con algún detalles- de las políticas, programas o medidas concretas que, a la luz de lo anterior, serían más útiles para atenuar o corregir los daños y facilitar la solución del conflicto armado y; 4) El papel que podrían desempeñar el sistema cultural -sistema educativo y medios de comunicación— y los actores distintos del Estado colombiano —sociedad civil y comunidad internacional— en la construcción de soluciones.

Es por esto que el PNUD, decidió dedicar este Informe al problema acuciante del conflicto armado, ya que, como lo dice el Secretario General de la ONU, Kofi Annan “La tarea esencial de la ONU es velar por la seguridad humana”.

A partir de 1996, la expansión y degradación del conflicto en los 46. 530 km2 del Chocó fue concomitante con la titulación colectiva de la propiedad a comunidades afrodescendientes en 47 de 93 territorios del Pacífico colombiano. La expansión y degradación ha afectado a todo el departamento a pesar de que 45,2% de sus 410 mil habitantes (b) se concentra en tres ciudades (Quibdó, Istmina y Riosucio) y no ha distinguido entre los afrocolombianos (90%), los mestizos (6%) y los indígenas (4%).

La diócesis de Quibdó lo dijo sin rodeos: en el Chocó hay una disputa territorial entre grupos insurgentes y grandes capitales. Legales e ilegales, se subraya en este Informe. Unos y otros quieren obligar a la población a tomar partido en la confrontación armada, niegan la vida de quienes les contradicen, y destruyen la cultura y la convivencia tradicional de las comunidades.

Es una disputa por negocios como un posible puerto de aguas profundas en el Golfo de Tribugá y cultivos ilícitos, o por corredores geoestratégicos para megaproyectos transnacionales y el comercio clandestino de narcóticos y de armas.

El Chocó seduce a los grupos armados como cazadores de rentas. Según la Defensoría del Pueblo, el departamento aporta al país 69% de la pesca marítima, 70% de la materia prima para la industria pulpera, 42,2% de la madera aserrada, 8,1% del platino, 18% del oro y 13,8% de la plata. En el Chocó se localizan yacimientos estratégicos para las industrias siderúrgica, electrometalúrgica y aeroespacial y para la producción de energía nuclear como bauxita, manganeso, cobalto radiactivo, es-taño, cromo y níquel. Son negocios que se suman a la extracción intensiva para exportación de tagua, quina, pieles y raicilla del siglo xix; a la explotación minera de la estadounidense Chocó Pacífico en la región del San Juan durante el siglo xx; a la pesca artesanal de especies de aguas someras como el camarón, o a los bosques intervenidos con agricultura migratoria al despuntar el tercer milenio, según Fenalco.

La del Chocó es una disputa armada que ha enseñado geografía a punta de titulares de prensa. Ayer, desde Carmen de Atrato, Lloró y Bagadó (en el alto Atrato y el Andágueda); hoy desde Condoto, Istmina, Novita, Sipí, San José del Palmar, Litoral de Lloró y Litoral de San Juan (en el alto, medio y bajo San Juan). Mañana desde el litoral Pacífico, a partir del bajo Baudó hasta Bahía Solano, pasando por Nuquí y alto Baudó.

La otra semana desde Juradó, en límites con Panamá, donde las FARC tienen su punto de llegada en el corredor que comunica a Antioquia con el mar, utilizando los ríos Jiguamiandó y Salaquí. Quizá, en quince días, desde los límites de Riosucio y Mutatá en donde hacen presencia las AUC, según el Observatorio para los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario de la Vicepresidencia de la República. O en un mes, desde los límites del Chocó, Risaralda y Valle donde se mueven los frentes Hernán Jaramillo y Benkos Biohó del ELN, o desde la ensenada de Utría que, según las autoridades, es territorio de la llamada Resistencia Cimarrón. O tal vez, desde los alrededores de San José del Palmar por donde opera el ERG, o desde el valle del río San Juan, influenciado por el Bloque Calima de las AUC.

Los ríos han sido el eje del poblamiento, la explotación del suelo, la vida productiva y la identidad social colectiva, pero hoy los navegantes desconfían o sienten miedo porque en las lanchas y canoas no se transportan sólo los pregoneros de saberes, bienes y servicios tradicionales sino también estafetas de secuestradores, sobrevivientes de masacres, pirómanos de camiones y de bosques, y los enemigos de quienes los fuerzan a ser sus amigos. Las masacres, asesinatos se-lectivos, amenazas de muerte, ocupación de sus territorios y la destrucción de sus bienes y enseres por parte de grupos armados, o bombardeos, atropellos e inacciones de la fuerza pública, provocan desplazamientos o rupturas de densas redes familiares y formas asociativas que caracterizan a las comunidades afrodescendientes.

Hay retenes que se erigen como el Muro de Berlín sobre suelos aluviales ricos en yacimientos minerales metálicos y no metálicos franqueando el paso a mineros artesanales que no conocen fusiles sino bateas, almocafres, barretones, mates y canaletes. Hay bloqueos fluviales que echan a perder el comercio de plátano, arroz, caña, maíz, banano, borojó y chontaduro.

Hay hostigamientos y enfrentamientos que expulsan a los nativos y, por tanto, agravan la tala intensiva e indiscriminada de los bosques causada por empresas que por sobre-explotar especies maderables, desincentivan el aprovechamiento sostenible de la diversidad existente y no aportan conocimiento y tecnología para mejorar los usos domésticos tradicionales.

La inseguridad disminuye la ventaja comparativa de ser la región costera colombiana a la que más se acerca la corriente de Humboldt proveniente del sur, cargada de nutrientes, alimentos y recursos transzonales de alto interés comercial. La inseguridad vulnera el potencial socioeconómico del ecoturismo en Nuquí, Bahía Solano, Acandí y Ungía, en donde los nativos y múltiples actores regionales han encontrado opciones de desarrollo en el Parque Katíos, Capurganá y Sapzurro.

Y con inseguridad se ponen también en riesgo los cuatro corredores ambientales detenidos en el plan de desarrollo departamental como áreas de manejo especial por sus características económicas, ambientales y sociales: Darién-Katíos, Farallones del Citará, Serranía de los Paraguas y Parque Natural de Utría, según el Ministerio del Medio Ambiente.

El conflicto armado enrarece el ambiente político y social requerido para los consejos comunitarios que, por mandato constitucional y legal, son hoy nuevos actores político-administrativos con territorio, población y recursos. Éstos están investidos como máxima autoridad en 36% del territorio chocoano.

Las urgencias de la confrontación bélica no han deja- do espacio para crearles —mediante la ley orgánica de ordenamiento territorial— un régimen especial que, a juicio del Ministerio del Interior, es necesario para su fortaleza institucional, el cumplimiento pleno de sus atribuciones, la participación en los ingresos corrientes de la nación y la capacidad de interlocución con el Estado central, bajo la figura de un Estado unitario.

Mención especial ameritan las comunidades de paz que, con el apoyo de organizaciones nacionales e internacionales, retornaron a sus territorios con un claro compromiso de neutralidad y transparencia en sus relaciones con los actores armados y la fuerza pública. El retorno y permanencia de algunas de estas comunidades no ha estado exento de traumas y tensiones desde su conformación en 1977 (San José de Apartadó y San Francisco de Asís), en 1998 (Natividad de María) y en 1999 (Nuestra Señora del Carmen). Entre 1996-2002, no menos de 106 de sus integrantes fueron asesinados y 19 desaparecidos, muchas viviendas quemadas, varias escuelas cerradas y bloqueadas las vías de comunicación para vulnerar su seguridad alimentaria. Un ejemplo de presión son las bases paramilitares instaladas en San José de la Balsa, la cuenca del Cacarica, Tumaradó y otros puntos del Atrato (Resolución Defensorial n° 25).

Con excepción del desplazamiento, no existen registros sistemáticos sobre actos de violencia política contra los afrocolombianos. De acuerdo con la RSS, 18% de los desplazados entre enero de 2000 y junio de 2002 eran afrocolombianos. Otra fuente, el Sistema de Información sobre Población Desplazada por la Violencia (RUT), de la Conferencia Episcopal de Colombia, considera que en el período 2000-2001, 43% de los desplazados pertenecían a esa etnia, pero el RUT tiene una cobertura menor que la RSS.

La población afrocolombiana ha sido tradicionalmente pacífica y es refractaria al encuadramiento que pretenden imponerle los armados. Se resiste al sectarismo político en mayor medida que los blancos y mestizos. Es explicable, en consecuencia, que prefiera abandonar sus asentamientos, antes de someterse a las presiones y exacciones de tales grupos.

* Para una visión integral del impacto del conflicto en las comunidades afrocolombianas se recomiendan las memorias del Foro El Chocó también es Colombia, marzo de 2003, de la Fundación Hemera, con el apoyo de la Embajada de Suecia y la OIM.

(a). Director ejecutivo de la Fundación Hemera.

(b). Cifra ajustada según censo 1993.

 

Aunque desde hace mucho tiempo las noticias sobre la violencia en Colombia producen hastío en la comunidad internacional, el viaje del presidente a Europa disparó aun más las alarmas por la situación de los Derechos Humanos. Fueron varios los funcionarios de alto nivel de las Naciones Unidas y de la Unión Europea que visitaron previamente nuestro país recopilando información de primera mano. Luego en Europa, el presidente tuvo que afrontar situaciones bastante incómodas de rechazo y preocupación por la situación de los derechos humanos en el marco de su política de seguridad. 

 

 

Se aproximan varios acontecimientos que agitarán el tema en América Latina: el Congreso Internacional por los Derechos Humanos que ya no se realizará en Colombia sino en Ecuador en protesta por la posición del gobierno ante las ONG; la Cumbre Unión Europea-América Latina, que se realizará en Mayo. Dado el reciente protagonismo político de los indígenas en países como Ecuador y Bolivia, por una parte, y la importancia que se da en Europa a la situación de los indígenas en el continente americano, por otra, el tema de las violaciones de los derechos de estos pueblos tendrá amplia audiencia en esos dos escenarios internacionales. 

  

 De particular importancia para los pueblos indígenas de Colombia es la visita del doctor Rodolfo Stavenhagen, eminente sociólogo, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Derechos y Libertades Fundamentales de los Indígenas quien llegará el 7 de marzo. El informe del Relator al Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, será de mucha importancia, máxime si se tiene en cuenta que a final del presente año se cumple el Decenio de los Pueblos Indígenas del Mundo (1995-2004), por lo cual la Asamblea General de la ONU hará un balance de la situación de estos pueblos, en el cual la situación de los indígenas colombianos será quizás la más preocupante por la forma en que durante este decenio se han violado sus derechos en el contexto del conflicto armado.

 

Mientras continúe la guerra, difícilmente podrá garantizarse el respeto por los derechos humanos, a pesar de la voluntad que al respecto pueda expresar cualquier gobierno. Desafortunadamente, en este momento, nada parece apuntar hacia la paz en este momento. Por el contrario, los combates arrecian y el acuerdo humanitario se enreda cada vez más y lo mismo puede ocurrir con el proceso de desmovilización de los paramilitares. Los indígenas paeces de Tacueyó en el departamento del Cauca han estado resistiendo en medio de los combates entre las FARC y ejército durante las dos últimas semanas, congregándose en un círculo de banderas blancas que rodea al caserío. En los últimos dos meses las FARC han incrementado al doble sus acciones de guerra con respecto al mismo período del año pasado, y si sus ataques de la semana pasada en Neiva y Santa María (huila), corresponden al inicio de una contraofensiva, la situación va a ser espantosa. De todas maneras, es muy posible que tarde o temprano se produzca dicha contraofensiva. La compra de los tanques españoles, así no sirvan para la guerra interna sino para apuntarlos hacia Venezuela (como si no fuera suficiente con el conflicto interno), son otro ingrediente más del peso de la militarización.

 

Los costos humanos, económicos y ambientales (se suman las asperciones aéreas a los cultivos ilícitos) hacen de esta una guerra insostenible a mediano plazo, a no ser por la chequera de los Estados Unidos, con su correspondiente cuenta de cobro en soberanía nacional y ventajas en todo tipo de negociación económica y política con nuestro país. Con el dinero que el Estado, la guerrilla y los paramilitares gastan en la guerra, habría de sobra para tener cobertura total en servicios sociales para la población más necesitada. 

 

Si bien el conflicto durante el gobierno pasado se caracterizó por su atrocidad contra la población civil por parte de todos los actores armados, evitando la confrontación directa, a partir del presente gobierno el conflicto entró en una nueva etapa, de confrontación militar, en la que se van a producir muchas bajas de combatientes tanto en la guerrilla como en los paramilitares y en la fuerza pública, como lo demuestran las siguientes cifras de la semana anterior: 21 paramilitares muertos en Casanare, 17 de las FARC y 10 soldados en Antioquia, 12 solados en el Huila, mas los muertos que se estarán sumando por los combates en Tacueyó (Cauca) y en otras regiones del país. Podría pensarse que está bien que se maten entre ellos en vez de victimizar la población civil. Pero todos ellos también son colombianos y hacen parte del costo humano de la guerra, que podría menguarse si se le diera oportunidad a otras alternativas para enfrentar el conflicto armado y los problemas estructurales del país.

 

La arremetida de la fuerza pública contra la insurgencia ha tenido un efecto positivo en términos de la disminución de tomas de pueblos, masacres, secuestros masivos, etc., y en darle a la ciudadanía una sensación de seguridad. Pero estos logros han sido contrarrestados por otro tipo de acciones, como las redadas masivas (otra especie de pescas milagrosas), que si bien pueden contribuir a desvertebrar redes de apoyo a la insurgencia, tienen en palabras del Procurador General y muchos juristas, visos de ilegalidad, restan credibilidad a la justicia, violan garantías judiciales, terminan deslegitimando las instituciones y le proporcionan más evidencias a la crítica internacional.

 

El Dr. Michael Fruhling -Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia- presentó en el Seminario sobre Alternatividad Penal en Barcelona, España la semana pasada, una propuesta en el sentido de “conformar una comisión extrajudicial que, en condiciones de independencia e imparcialidad, esclarezca los factores políticos, sociales y económicos que contribuyeron al conflicto armado interno y a la crisis de derechos humanos”.

 Si bien la guerra no mengua sino que por el contrario tiende a intensificarse, la sociedad civil , apoyada internacionalmente, está dando los pasos para que todas estas barbaridades no terminen quedando en la impunidad. Un factor positivo de la globalización, que los guerreros civiles y militares, oficiales o ilegales, deberían tener en cuenta, es el surgimiento de tribunales internacionales a donde a la larga pueden ir a parar.

 

También los pueblos indígenas, en uso de su jurisdicción especial que les reconoce la Constitución Política de Colombia en su artículo 246, están dando pasos en esa misma dirección como lo demuestra los juicios públicos que han hecho contra las FARC, el ELN y el ejército, lo mismo que con la creación de la Escuela del Derecho Propio “Cristóbal Secué Tombé”, por parte de los indígenas del Cauca, cuyo lanzamiento será los días 11 y 12 de marzo.

 

* Las opiniones emitidas son responsabilidad del autor.

1. Presentada en el Seminario Internacional sobre Experiencias de Alternatividad Penal en Procesos de Paz, realizado la semana pasada en la Escuela de Cultura de la Paz  (ECP) de la Universidad de Barcelona, España.

Posteriormente al viaje, las presión internacional ha continuado de manera muy notoria, como lo demuestran los siguientes hechos de los últimos días: la visita de la iraní, Premio Nobel de Paz; la visita del relator especial de Naciones Unidas sobre Libertad de Prensa; la visita del alcalde de Roma, acompañando las ceremonias conmemorativas del segundo aniversario del secuestro de Ingrid; las denuncias de UNICEF de que hay 11.000 niños participando en los grupos armados; la audiencia del presidente Chirac a la hija de Ingrid, en la cual expresó que la vía armada no es la solución para el conflicto colombiano y que Francia estaría dispuesta a acoger guerrilleros que salgan de las cárceles si se llega a un acuerdo humanitario; incluso –y muy significativo- las críticas del Consejo de Estado de los Estados Unidos al gobierno colombiano por subvalorar las violaciones de los Derechos Humanos y por los nexos de la fuerza pública con los paramilitares.

El Congreso de Colombia, aprobó un polémico proyecto de acto legislativo de reforma política, el cual transformó 15 artículos de la Constitución Política, pese a la oposición del gobierno de Uribe frente a temas como el voto preferente, manifestada hasta el último momento.

La reforma establece una serie de normas que regulan la organización y la financiación de los partidos políticos, los cuales, en adelante, deberán contar con una votación superior al 2% del total de los sufragios para conservar su personería jurídica o existencia legal.

El proceso de reforma política se desarrolló por varias vías: de una parte, mediante un proyecto de acto legislativo que involucraba necesariamente al cuerpo legislativo, en el cual las bancadas uribistas han constituido una mayoría; de otra, mediante la realización de un referendo cuyo cuerpo buscaba la legitimación del articulado a través de la expresión de la voluntad popular.

A propósito del Referendo, el pasado miércoles la Corte Constitucional declaró inexequibles siete de sus artículos, entre ellos los referidos a la prórroga del período de los actuales mandatarios locales y regionales, el desmonte de las personerías municipales y la penalización de la dosis personal de droga.

Frente al fallo de la Corte, el Senador indígena por la Alianza Social Indígena (ASI), Jesús Enrique Piñacué Achiqué, conversó con Actualidad Étnica sobre esta pronunciamiento.

¿Qué opinión le merece el pronunciamiento de la Corte Constitucional en relación con el texto del referendo?

Ya estaba prevista la idea de que se declararía inconstitucional la prórroga de los periodos para los mandatarios locales y regionales, lo de las personerías y la penalización del consumo personal. No obstante, también esperábamos que no pasara el punto que tiene que ver con el congelamiento de los salarios, porque tenemos reparos muy importantes, que parten de nuestro compromiso de clase, lo que nos exige mantenernos solidarios. Sobre los demás puntos, el pronunciamiento de la Corte no es un pronunciamiento que nos sorprenda. Yo creo que está ajustado a la regla, y permite tener confianza en el ejercicio de la política, toda vez que hay alguna gente desde el pueblo que está tratando de revisar estas acciones. Eso es bueno.

De todas maneras el Procurador General, en su concepto, había dicho que por lo menos catorce artículos de ese referendo deberían ser declarados inexequibles. ¿A pesar de que el presidente de la Corte dice que fueron muy importantes las apreciaciones del Procurador, qué razones cree usted que primaron para que no se tuviera en cuenta en su totalidad el concepto de la Procuraduría?

Hubo motivaciones de orden político que agenciaron el que la iniciativa resistiera el examen de la Corte Constitucional, porque en estricto derecho la Procuraduría tenía la razón. Sin embargo, ese es el resultado y ahora nos toca evaluar la decisión que, como ciudadanos, tenemos: acompañar la abstención activa o acompañar algunas iniciativas del referendo. En lo personal, me mantengo en la posición de la abstención.

¿Si hilamos un poquito más delgado en relación con los intereses puntuales de los pueblos indígenas de Colombia?

El efecto político, en todo caso, es el mismo que están presumiendo quienes vienen construyendo dinámicas de poder desde la construcción de partidos y movimientos políticos. Pero de manera más específica, dentro del ámbito de la cosa indígena, creo que es bueno señalar que nos están poniendo un escenario nacional en el que el ejercicio de la política impone unas circunstancias que hacen que, más allá de respaldar o no el referendo, se termine avalando la dinámica y el ejercicio de gobierno del presidente Uribe. De manera que el referendo, a la larga, en términos políticos sí tiene la finalidad de robustecer el ejercicio de gobierno que la administración Uribe está agenciando. En ese sentido, los pueblos indígenas se ven seriamente afectados, porque la filosofía de la seguridad democrática alcanzaría, si el pueblo así lo decide, una dimensión de legitimidad mayor de la que tenemos hoy, y esa legitimidad mayor tiene unos efectos complicados. Por ejemplo: con legitimidad popular, sumada a la que ya tiene al interior del Congreso, abre posibilidades de fortalecer iniciativas como la reforma constitucional que le da vida al Estatuto Antiterrorista. Creo que en este momento se están revolcando en sus tumbas todos los liberales de este país que tenían convicciones en términos de derechos ciudadanos y de derechos fundamentales. Desde esa perspectiva, el efecto y la suerte para los pueblos indígenas es negativa.

¿Quiere decir que hay como una deliberada complementariedad entre el fallo de la Corte respecto a la ley del referendo y la misma reforma política?

La reforma política avanzó en dos direcciones: una por el referendo, cuyo protagonista esencial fue sin duda el Ejecutivo; otra por el acto legislativo que agenciaron los liberales oficialitas. Aquí hay que comprender cómo hay un litigio político por posiciones, pues a la larga el partido liberal logró posicionar su interés. Esa afirmación podría variar un poco con el fallo de la Corte Constitucional, porque preocupa la contradicción en ciertos aspectos. Por otro lado, la reforma política disminuye las posibilidades de éxito de aquellos movimientos nacientes que, decididamente, están cultivando el escenario democrático para poder influir y decidir en los escenarios de poder. En tal sentido, la reforma limita a quienes podrían avanzar en este desafío, robusteciendo la legitimidad de quienes desde las armas terminan promoviendo cambios sustanciales e incluso la toma del poder. Esa reforma política, además, al ser interpretada por el Consejo Nacional Electoral en el sentido de que los movimientos no van a perder la personería jurídica, también pone en conflicto a quienes, estando en la franja de los independientes y confiando en que ello no iba a ocurrir, venían promoviendo la posibilidad de conformar un gran movimiento político, al que le estábamos apostando con fuerza. El pronunciamiento le quitó cierto peso a éso, le restó fuerza a la decisión con la que íbamos de construir una gran propuesta política nacional, funcionando en un solo gran proyecto político. A lo anterior hay que sumarle aspectos que generan molestias, como la propuestas de aplazar las elecciones hasta diciembre, promovida por el partido Conservador y que parte de las preocupaciones que ellos tienen. Frente a eso los Independientes como el oficialismo Liberal hemos reaccionado en contra. En fin, el ambiente no sólo pone en riesgo a los partidos tradicionales, sino también a los independientes y, de pronto, mucho más a los partidos tradicionales.

Por el contrario a lo que mucha gente piensa - que con la reforma se pone en riesgo la presencia de los independientes en los escenarios de decisión – los independientes hoy debemos apostarle a la idea de consolidarnos como una propuesta política de oposición a los dos partidos tradicionales, para construir un establecimiento conveniente a la necesidad nacional. Estuvimos diez años agenciados por una Constitución que nos permitió acceder a escenarios de poder. Ahora, diez años después, nos toca asumir el compromiso de cohesionarnos bajo un compromiso programático. Tenemos que asumir el compromiso de estructurar una organización política fuerte y asumir el compromiso de superar, incluso, fragmentos radicales que se oponen a la posibilidad de construir procesos políticos más democráticos.

 

En el marco del seminario internacional Las amenazas a la democracia en América Latina: terrorismo, debilidad del estado de derecho y neopopulismo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, invitado especial, volvió a sorprender por sus declaraciones, desdichadamente no sobre lo que mejor sabe hacer, que es literatura, sino sobre aquellos movimientos sociales que en Latinoamérica se vienen configurando como resistencia a políticas como la integración económica de la región a través de instrumentos como el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) o las estrategias que fundamentan la lucha contra las drogas en atacar a los productores, campesinos, indígenas y negros, considerados por propios y extraños como el eslabón más débil de la cadena, mediante una agresiva destrucción de los bosques y selvas, territorios sometidos a una indiscriminada fumigación que pone en “jaque mate” a las comunidades étnicas y campesinas.

 

El autor de obras tan fascinantes como La ciudad y los perros (la corrosión de los valores en el colegio militar Leoncio Prado), Casa verde (metáfora de una selva que esconde bajo su follaje, entre otras cosas, el tráfico ilícito de productos que vulneran el equilibrio de las comunidades indígenas) o La fiesta del chivo (historia que representa el siniestro accionar del célebre dictador Rafael Leonidas Trujillo en República Dominica), señaló el peligro que para la democracia representan los movimientos indígenas en Perú, Bolivia y Ecuador, toda vez que las luchas reivindicativas que encarnan se pueden constituir en la punta de lanza de desordenes políticos y sociales.

 

De acuerdo con su teoría, la reacción que tienen las comunidades indígenas frente a la fumigación de sus territorios ancestralmente sagrados, la incorporación de indígenas, negros y campesinos a dinámicas agrícolas que apuntan a que todas las familias produzcan determinados productos especializados – los otros llegarían directamente de Estados Unidos – o que tengan que abandonar sus tambos y cementerios sagrados para que sobre ellos se construyan hidroeléctricas y represas, son reacciones incompatibles con el desarrollo, la modernización y la posibilidad de alcanzar la civilización.

 

"En Bolivia se quejan que las empresas quieren llevarse el gas. En Perú, los arequipeños se levantaron para que dos empresas extranjeras no se llevaran la electricidad”, sostuvo el escritor, quien no dudó en indicar que "el indigenismo de los años 20, que pareció haberse quedado rezagado, es hoy en día lo que está detrás de fenómenos como el señor Evo Morales, en Bolivia. En Ecuador hemos visto operando y, además, creando un verdadero desorden político y social".

 

Desde esa perspectiva, la fórmula para el escritor arequipeño es muy sencilla­: combatir esos gérmenes de desestabilización. Es por ello que sus recomendaciones no pueden ser otras que acabar con decisión esas manifestaciones que impiden alcanzar la civilización, la moralidad y, como olvidarlo, el desarrollo.

 

¿La manera de atacarlos?. Según él, con buenas ideas. Según los líderes indígenas, con políticas represivas y violentas, es decir, muerte.

 

¿Quién tiene la razón?

 

La visión que plantea Mario Vargas Llosa no sorprende a los indígenas. Desde hace más de un año ellos saben por el Departamento de Estado de los Estados Unidos que sus protestas son consideradas como prioridad en Latinoamérica, porque sus manifestaciones son consideradas como el principal elemento que puede poner en riesgo la seguridad nacional de cada uno de los países de la región. Evidentemente, la caída del presidente Sánchez de Lozada es la confirmación de que los pronósticos del Departamento de Estado no eran infundados.

 

No obstante, la percepción que tienen los indígenas sobre la manera en que se combaten esos focos de resistencia y desestabilización tampoco es infundada. Mientras el señor Vargas Llosa cerraba el seminario internacional, más de 60 líderes representantes de las 84 etnias que tiene Colombia se reunían en Bogotá en el Taller nacional para apropiación de la directriz para la atención integral y diferencial de la población indígena víctima del conflicto armado – organizado por la Red de Solidaridad Social y la dirección de Etnias del Ministerio del Interior – para discutir estrategias que los ayude a enfrentar lo que se puede señalar como un etnocidio.

 

Mientras el señor Vargas Llosa defendía la democracia, los indígenas Kankuamos – etnia que ha tenido que enterrar a más de 60 miembros en lo corrido del año – Wiwas, Arhuacos y Koguis de la Sierra Nevada de Santa Marta narraban con lágrimas y desolación la manera como las FARC EP y las AUC los exterminan para controlar militarmente una zona donde se proyecta varios megaproyectos, como la construcción de una hidroeléctrica en el río Guatapurí.

 

Mientras el señor Vargas Llosa ensoñaba a los asistentes del seminario con un discurso clamando por la civilización y el desarrollo de Latinoamérica, los indígenas del Putumayo contaban como los grupos de autodefensa torturan a niños y mujeres, con prácticas tan demenciales como las que Abbes García utilizaba durante la Era Trujillo.

 

Como es natural, las reacciones de varias de las organizaciones indígenas más importantes de Ecuador, Perú y Bolivia no se han hecho esperar tanto. Por ejemplo, el presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN) de Ecuador, Pedro de la Cruz, sostuvo: “El nazismo está muy lejos de tener algo que ver con la lucha del movimiento indígena y campesino, que durante mas de 500 años ha sido explotado y marginado, y que lo único que persigue  es la reivindicación de sus derechos para vivir como seres humanos diversos, en un espacio digno para participar democráticamente en la conducción de los países”.

 

Finalmente una anécdota: tuve la oportunidad de compartir con una de las principales dirigentes indígenas del Vaupés las declaraciones de Vargas Llosa, las cuales fueron reproducidas y distribuidas con prontitud por las distintas organizaciones indígenas. Las comentamos mientras ella me narra como las disminuidas familias de pueblos como el Miraña o el Cubeo se están desplazando en su totalidad hacia el Brasil por causa de la guerra y del hambre. Le cuento que en los últimos meses he leído algunos de los libros de un escritor que tiene reconocimiento y prestigio, que me gustan mucho las historias, que no comparto sus concepciones políticas y su defensa al modelo económico. Ella, que me escucha con esa tranquila pasmosa que caracteriza a los indígenas, me dice con rabia: “no trate de justificar a ese cabrón”.

En el marco del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas que se adelanta en Ginebra, en su 21º período de sesiones, la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras del Ecuador (FENOCIN) presentó ante la Comisión de Derechos Humanos una reflexión sobre el panorama de los pueblos ecuatorianos en el contexto de la mundialización.

En nombre de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras del Ecuador (FENOCIN), permítame expresar nuestro sentir en referencia al tema de los pueblos indígenas y la mundialización.

Los indicadores sobre la crisis de los indígenas y campesinos ecuatorianos – en los últimos años –son muy elocuentes: en el área rural se encuentran dos de cada tres pobres, según el Informe de Pobreza del Banco Mundial, en tanto la Secretaría Técnica del Frente Social, señala que casi el 70% de indígenas están bajo la línea de pobreza (1994). Con la crisis progresiva de estos años, la pobreza debe llegar al 80% de indígenas.

Esta cruda realidad, consideramos, tiene raíces en el proceso de globalización y de neoliberalismo que de manera hegemónica se van imponiendo en nuestro medio:

A esto responde la imposición de una moneda mundial como el dólar, la creciente intervención de organismos financieros internacionales (BM, FMI, OMC), las políticas gubernamentales impositivas (centralismo, privatizaciones), una cultura de consumo masivo, un sistema jurídico subordinado a los poderosos (corrupción de la banca) y un mayor poder político-militar de los principales Estados propulsores del capitalismo (EE.UU.), entre otros aspectos.

En el Ecuador de los años recientes es visible y evidente que el Estado se ha convertido en un instrumento del poder económico para beneficio de sectores minoritarios y de los capitalistas nacionales y extranjeros. La naturaleza es tratada como un insumo más para obtener ganancias y aumentar la productividad (manglares, bosques, petróleo). La competencia es la clave para el buen funcionamiento del sistema sin importar la condición de las personas y trabajadores (hay que producir más y barato, hay que exportar para tener éxito y recursos). Se impulsa la competencia y especialización de las empresas y productores, de acuerdo a las necesidades del mercado y no de las reales necesidades y conveniencias de nuestra población.

No estamos de acuerdo con este rumbo y modelo que en lo económico, político y social, se promueve y - es más - se impone pero no solo en nuestro país sino en todos. Quisiera presentar algunas propuestas que consideramos principales para enfrentar estas exigencias:

  • Que tengamos claro todos, que el bienestar de cada sector social depende del bienestar de las otros y que las oportunidades de cada uno dependen del conjunto.
  • Que los Estados se comprometan con el conjunto de la sociedad, regulando la competencia y la relaciones sociales, sobre todo redistribuyendo recursos y apoyando –solidariamente- a los sectores más pobres y mayoritarios.
  • Que se trabaje prioritariamente en los espacios locales y regionales, para lograr un "desarrollo a escala humana".
  • Que la naturaleza -nuestra pachamama- se la respete, preserve y mejore, ya que es la base material de la sociedad y condición de existencia de la vida misma.
  • Que se privilegie la interculturalidad, la solidaridad, la convivencia y complementaridad entre sectores sociales y personas.
  • Que se promuevan y defiendan los derechos humanos, a partir de la idea de comunidad y los valores de justicia social.

Si pensamos que la mejora de la calidad de vida de las personas y las comunidades tiene que ver –exclusivamente- con el crecimiento económico y la acción del mercado, como plantea la globalización desde los intereses del neoliberalismo, los pueblos indígenas aparecemos intrascendentes, más bien como consumidores y mano de obra barata.

Sin embargo, si asociamos "desarrollo" con equidad social, participación comunitaria, convivencia, saberes propios, manejo y preservación ecológica, satisfacción de las necesidades humanas básicas, libertad de expresión, etc., nuestra presencia y capacidades se convierten en un factor estratégico y vital para los países.

Los pueblos indígenas, a pesar de sufrir una pobreza muy grande, contamos con recursos como la inteligencia, imaginación, historia, sentido de identidad y patrimonio cultural. Y la experiencia nos enseña que los pueblos con fe en sí mismos, que saben de dónde vienen y cuya seguridad personal y orgullo colectivo se basan en esta misma conciencia, son los más preparados para llevar a cabo los cambios que sus sociedades requieren.

Si la identidad es un valor que aflora en quienes están seguros de sus acciones, actitudes y capacidades, podemos afirmar que de nuestra parte existe una voluntad de relacionarnos con otros grupos y con otras identidades de la sociedad.

Y, si el futuro tiene que ver con quienes necesitan –irremediablemente- mejorar las condiciones de vida y disponen de recursos para lograr la prosperidad a lo largo del tiempo, de forma autónoma y solidaria, los pueblos indígenas somos el mayor activo que tienen los países para construirlo con identidad, inteligencia e imaginación.

 

Colombia tiene 40 millones de habitantes, pero no tiene conciencia de que algunos de ellos pertenecen a pequeñísimos pueblos, de entre 20 y 7.000 personas, con culturas e idiomas propios, que corren el riesgo de desaparecer.

 

Es, por ejemplo, el caso de los nukaks, los cuales, desde su primera salida a la civilización, cuando llegaron al pueblo de La Libertad (Guaviare), en 1988, han perdido la mitad de su población y hoy son solo 400. Es un pueblo sin ancianos, pues solo se cuentan 6 personas mayores de 40 años. Su territorio coincide en parte con el enorme parque nacional del mismo nombre, en Guaviare, en el cual, según datos satelitales, hay 1.464 hectáreas de coca. Cuarenta nukaks, 10 por ciento de todos los que viven sobre la faz de la tierra, son, además de desplazados, sedentarios: por culpa de la guerra debieron huir y asentarse cerca de San José del Guaviare, lo que rompió con la esencia de su cultura, el nomadismo.

 

Su situación y la de las 84 etnias que habitan la Amazonia colombiana acaban de ser documentadas en un informe y un foro recientes, realizados por la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos. Trescientos indígenas de la región han sido asesinados por la guerrilla y los paramilitares en los últimos cinco años; 1.725 han sido desplazados; 41 están desaparecidos; 6 han sido víctimas de minas antipersonales. La coca y sus secuelas están entrando en sus regiones, que son teatro a menudo de operaciones militares y bloqueo de alimentos y combustible, y viven, en algunos casos, bajo la tiranía de los grupos armados ilegales.

 

Además de las lacras 'normales' de la civilización, la Amazonia peligra por el conflicto armado. No solo se trata de casi media Colombia por su superficie. Ya es de cajón hablar de la importancia ambiental y de la biodiversidad de esa región. Además de su fabulosa y aún inexplorada riqueza natural, allí viven, entre pueblos como los taiwamos, que cuentan con solo 22 personas, y los witotos, que en la región apenas pasan de 7.000, cerca de cien mil personas, depositarias de culturas y tradiciones únicas en el mundo.

 

En total, según el estudio, 12 etnias están seriamente afectadas y 22 en alto riesgo. Si bien las zonas más impactadas están en Putumayo, Caquetá y Guaviare y en el piedemonte, los otros tres departamentos de la Amazonia -Guainía, Vaupés y Amazonas- también sufren los efectos del conflicto.

 

El país y el Estado no pueden observar impávidos este 'efecto colateral' de la guerra (también de la guerra contra la droga), que está empujando a la guerrilla y al narcotráfico -seguidos de algunos frentes paramilitares- cada vez más selva adentro, con desastrosas consecuencias para el medio ambiente y los indígenas.

 

Estudiosos del tema llaman al Gobierno a interactuar con las comunidades indígenas como lo que realmente son: gobiernos locales y entidades de derecho. La ley les ha dado autonomía y garantías, con frecuencia formales. Faltan estudios que permitan responder mejor a sus particularidades. Medidas especiales de protección y acompañamiento, respetuosas de sus culturas, están en mora de ponerse en práctica. Falta, en resumen, que el Estado deje de vivir a espaldas de la mitad de Colombia.