Opinión
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Todas las cosas prosperan a su hora;
no pierdas la serenidad
Su-Tunpgo.
En la discusión intraétnica de los colombianos de ancestrÃa africana, quizá uno de los aspectos que hasta hoy no se ha analizado en debida forma es el relacionado con la connotación polÃtica y jurÃdica de ser reconocido o auto reconocerse como negro o como afrocolombiano. Son muchos los que no aceptan definirse o ser definidos como negros, con el argumento de que ese fue el nombre con el que los esclavistas europeos designaron a sus ancestros secuestrados y sometidos durante la “trata trasatlánticaâ€; otros, sostienen que la designación o definición como afrocolombianos es simplista, toda vez que Africa es la cuna de la humanidad (quizá el mayor logro de los genetistas es haber descubierto que, hace aproximadamente 144.000 años, en Africa se dio el gran salto del hombre-mono a homo sapiens), y que en consecuencia todos los colombianos somos afrodescendientes.
Sin embargo, si el problema fuera solo de tipo semántico, filosófico, histórico o antropológico, hasta serÃa importante tal calistenia retórica y todo lo demás carecerÃa de importancia; pero ocurre que en medio de esa discusión subyacen una circunstancia de tipo polÃtico y otra de hermenéutica jurÃdica de no poca monta.
Según las voces del artÃculo 2.5 de la Ley 70 de 1993, Comunidad Negra “Es el conjunto de familias de ascendencia afrocolombiana que poseen una cultura propia, comparten una historia y tienen sus propias tradiciones y costumbres dentro de la relación campo-poblado, que revelan y conservan conciencia de identidad que las distinguen de otros grupos étnicosâ€. Igualmente, el artÃculo 1º de dicha Ley expresa: “La presente ley tiene por objeto reconocer (el derecho a la propiedad colectiva) a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldÃas en las zonas rurales ribereñas de los rÃos de la Cuenca del PacÃfico (…) esta ley se aplicará también en las zonas baldÃas rurales ribereñas que han venido siendo ocupadas por las comunidades negras (…) en otras zonas del paÃsâ€.
Es claro que en Colombia son negros (“por mandato del soberanoâ€) los afrocolombianos que integran las comunidades negras; o dicho de otro modo: en Colombia son negros los descendientes de la diáspora africana que al momento de ser dictada la Carta PolÃtica de 1991 y haber sido aprobada la Ley 70 de 1993 venÃa ocupando tierras baldÃas en las zonas rurales ribereñas de los rÃos del territorio patrio, y que, además, poseen una cultura propia, comparten una historia y tienen sus propias tradiciones y costumbres.
En mi opinión, son esos y solo esos los negros de Colombia; el conjunto de sus familias asentadas en un espacio territorial delimitado legalmente conforman las comunidades definidas por la Ley, y son los únicos destinatarios de la Ley 70 o “Ley de Negritudesâ€. Los demás colombianos de ancestrÃa africana somos afrocolombianos, conjunto del que no están excluidas las Comunidades Negras.
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El pasado 26 de septiembre fue asesinado a puñaladas en la penitenciaria de Santiago de Chile el joven mapuche Julio Huentecura Llancaleo. El dirigente de 28 años se encontraba en prisión preventiva por dos causas tramitadas en Collipulli (IX región) en el contexto del conflicto mapuche del año 2000.
Huentecura fue asesinado la tarde del dÃa domingo tras ser atacado por otros internos del penal, en su mayorÃa delincuentes comunes con quienes debÃa compartir su encarcelamiento. Esto después de que el gobierno y GendarmerÃa negaran a los comuneros mapuches el trato de "prisioneros polÃticos". Huentecura Llancaleo habÃa sido detenido por la PolicÃa de Investigaciones de Chile el dÃa 12 de marzo de 2004, en la ciudad de Osorno.
Julio Huentecura, miembro de la organización Meli Wixan Mapu de Santiago, y preso polÃtico mapuche, participaba activamente de la defensa de la causa mapuche. Este compromiso le costo en varias oportunidades la cárcel y su posterior procesamiento por parte del ministro en visita Leopoldo Llanos de Temuco, acusado -junto a otros comuneros mapuche- de enfrentar a una patrulla de guardias armados de la Forestal Mininco en un fundo de Collipulli. Por esta causa, Huentecura y otros comuneros, fueron condenados en virtud de la Ley de Seguridad Interior del Estado. El mismo concepto jurÃdico que la dictadura de Pinochet usaba para perseguir y encarcelar a los Chilenos.
El cadáver de Julio Huentecura fue entregado el dÃa lunes 27 por la tarde a su familia y el parte del Servicio Medico Legal señala como causa del deceso una puñalada en el corazón.
Declaración Pública del Colegio de Antropólogos de Chile
El Colegio de Antropólogos de Chile lamenta comunicar que el domingo 26 de septiembre, a las 20 horas, fue asesinado en la PenitenciarÃa de Santiago el joven de 28 años Julio Huentecura Llancaleo, weichafe, miembro de la organización Meli Wixan Mapu de Santiago y preso polÃtico mapuche. Se encontraba en prisión preventiva por dos causas tramitadas en Collipulli.
El Colegio de Antropólogos de Chile manifiesta su pesar por el fallecimiento de este joven dirigente mapuche. De su muerte - independiente de la circunstancias especÃficas- es responsable una polÃtica de criminalización hacia el pueblo mapuche y sus demandas, constatada por diversos organismos internacionales y de Derechos Humanos. Hacemos un llamado a las autoridades de nuestro paÃs, responsables de la aplicación de leyes antiterroristas y persecuciones policiales hacia algunas organizaciones mapuche, para que reconsideren su accionar y desarrollen estrategias de participación y acuerdo social que impidan que muertes como la de Julio se vuelvan a repetir.
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“Kueanakan: Serkan kakka purpa nue ittomala, yalkan e kaya purpamal, tiwal e kaya purpamal, tiwal e kaya purpamal, sappimal e kaya purpamal, Pap tummat e kaya purpamal. Anmal it itsumalat e purpa nue ittoe, anmal tulekuet e purpa nue ittoe, anmal teopkusulmalal, unnila pel kuet apittomaloe”: Sakla, Manuel Santacruz. “Hermanos míos, escuchen la voz de los ancianos, la voz de las montañas, la voz de los ríos, la voz de las nubes, la voz de las plantas, la voz de los dioses, sobre todo la voz de nuestra memoria guerrera, la voz de la conciencia, de pertenencia a un pueblo; si no lo hacemos, esperemos la muerte”.*
En el día del idioma debemos reconocer que en nuestro país no sólo se habla el español, también existen sesenta y cinco lenguas indígenas, además de la lengua crioll de los raizales del Archipiélago de San Andrés y Providencia, el Romanés del pueblo ROM (gitano) de Colombia, y el “palenque” o criollo de las comunidades negras de la Costa Atlántica colombiana. La Constitución de 1991 (Artículos. 7-10 y 70) reconoció al país como una nación pluriétnica y multicultural, en donde la diversidad cultural que poseen los diferentes grupos étnicos, le aportan al país lenguas propias, tradiciones, culturas, valores, formas de hacer y de pensar, e historias que deben ser reconocidas y valoradas por todos, protegidas y cuidadas como el más grande de nuestros tesoros.
Artículo 7: Naa Kulubyate Ec Ne´hwe´s´a´ maa nasapa üuskiwe´n´i f´iiy hi´psa nasat´pa k´ana´wec´ac´a ha´data´ hïc´ak nwe´we, naa Kulubya kiwetewe´s´t´i.
Artículo 10: Waas yuwe´Kulubyate nasa h´ukaysahi´. Napa nasa Kiweka ´kwe´s´ yuwe´ k´a´weysaic´a. Naa nasasa c´habsu´e´z yuewetey kapiya´wa´ha.
Artículo 70: Mpakac´tepa üskiwe´nit´i isa C´Hab wala´s teec´sana´wec´a üswa´ pa´ha. C´hab wala´s ikahsa npictë´a´ maa üskiwe´ni it´ipa h´ukasat ík Kukubyatewe´s´t´i´ teec´sana´wec´a eh thegu´, sa´ k´asa maat´ipa nuyi´naki´ mte mtepa ktuthe´waá hi´pa´. (Constitución Política de Colombia en lengua Nasa Yuwe).
Colombia es uno de los países de Suramérica que cuenta con mayor diversidad lingüística aborigen, expresada en más de sesenta y cinco lenguas indígenas de muy diverso origen, habladas por 84 grupos étnicos que habitan en 22 de los 32 departamentos del país. Los raizales hablan el crioll, algunos afrodescendientes el “palenquero” o criolla y los gitanos (Rom) el romaní.
Según una investigación del Instituto Caro y Cuervo, la lengua criolla, que prevalece hoy día en la costa atlántica colombiana, es resultante de la influencia de los dialectos subsaháricos: (Arará, Mandinga, cofí, Agó, Orú, Cpacú, Coabena, Coací, Da, coaguá, Calí, Ido, Ali, Saba,, Cunirí, Bangú, Usita, Yala, Zambú y Vinda), practicadas por los pueblos del continente africano, llegados a Colombia durante la invasión española.
Los Rom, en sus desplazamientos permanentes por el mundo, han ido adquiriendo una inigualable capacidad para adaptarse al medio. Esto se hace evidente en el desarrollo del aspecto lingüístico, el cual refleja una evolución importante por la incorporación cada vez más acelerada de nuevas palabras al romanés, proveniente ellas, de las lenguas oficiales de los Estados y culturas donde los Rom han vivido o están viviendo.
El Crioll es la lengua del pueblo raizal. Aunque su base es el inglés -debido a la colonización del Archipiélago en el siglo XVII por el imperio Británico-, utiliza muchas expresiones dialectales y gramaticales africanas y propias. En el momento el esfuerzo de la etnia se concentra en construir su propia escritura crioll. "Greetins tu aal the Indian peepl a di worl, wi lov unu plenty" (Saludos a todos los pueblos indígenas del mundo, los queremos mucho).
Las lenguas indígenas en vía de extinción
A pesar de esta gran riqueza lingüística, muchos etnólogos, lingüistas y expertos en el tema estiman que durante los últimos cinco siglos pudieron hablarse más del doble de las leguas indígenas que actualmente existen, esto significa que han desaparecido más de 70 lenguas autóctonas, y con ellas sus culturas, si tenemos en cuenta que la lengua es la expresión viva de una cultura.
Esta pérdida de nuestra diversidad idiomática corresponde al proceso de exterminio de nuestra diversidad étnica, y muy especialmente de los pueblos indígenas, que se inicia con la conquista española y continúa hasta nuestros días, pues muy a pesar de las normas de reconocimiento de nuestra Constitución, la imposición de modelos y esquemas de desarrollo a sangre y fuego asfixian sus posibilidades de ser y de existir.
A nivel indígenas, actualmente hay catorce familias lingüísticas: ARAWAC (Wayuu, Curripaco, Achagua, Piapoco, Tariano, Cabiyarí y Yucuba); CARIBE (Yuco y Carijona); CHIBCHA (Uwa, Wiwa, Arhuaco y Cogui); GUAHIBO (Cuiba, Hitnu y Sikuani, TUCANO ORIENAL (Macuna, Tanimuca, Yurutí, Cubeo y Desano; TUCANO OCCIDENTAL como el Siona y Koreguaje; WITOTO como el Ocaina; CHOCO (Embera y Wounana); SALIVA-PIAROA; MACÚ- PINAVE (Nukak), y BARBACOA (Awa); QUECHUA (Inga) y TUPI-GUARANI (Cocama); BORA (Miraña); y algunos pertenecientes a familias independientes como el Andoque, Cofán, Guambiano, Kamsá, Páez, Yagua y Ticuna.
Según estudios realizados por el Centro Colombiano de Estudios de Lenguas Aborígenes –CECELA-, de la Universidad de los Andes, en el siglo XX las lenguas indígenas que han desaparecido son: el Kankuamo, de la familia Chibcha, de la Sierra Nevada de Santa Marta. Opón-carare y Pijao de la familia Caribe, del Valle del río Magdalena, y Resigaro de la familia Arahuaca, en la Amazonía:
Para Hortencia Estrada, profesora del Instituto Caro y Cuervo y experta en lenguas indígenas, “la mayoría de las lenguas o casi todas están en vías de extinción, debido a que el Español como lengua predominante ha entrado a ocupar el primer lugar en el habla de los indígenas”. Sin embargo, “los ancianos y algunas mujeres conservan aún la tradición oral al tener menor contacto con la sociedad externa”.
Otro de los principales problemas que ha contribuido a la pérdida de la tradición oral, según la profesora Estrada, es que “en las comunidades ya no quieren hablar ni los jóvenes, ni los niños su lengua natal, pues hay mucha vergüenza étnica en muchos grupos indígenas”. Esta vergüenza se explica en razón de la discriminación de que son objeto desde que nacen y al incorporarse a los distintos espacios de una sociedad mayoritariamente mestiza, que no se reconoce como discriminadora pero es profundamente excluyente.
Gabriel Muyuy, Defensor Delegado para los Grupos Étnicos de la Defensoría del Pueblo, señala que: “la tradición oral en los pueblos aborígenes se ha debilitado por la falta de una educación propia y apropiada, que se acople a los intereses culturales indígenas”. El Gobierno en gran medida “no ha brindado el apoyo necesario para implementar la etnoeducación en los sistemas educativos nacionales”, y , “ aunque en los pueblos aborígenes se esté presentando una falta de difusión tradicional histórica, los medios de comunicación también están haciendo de las suyas, con programación apropiada a sus intereses y no a los de los pueblos indígenas”.
Si bien el panorama idiomático de nuestra nación es múltiple, heterogéneo y miles de colombianos se expresan mediante sistemas lingüísticos propios, debemos empezar a crear conciencia nacional sobre la importancia de promover el habla de las lenguas propias y crear los espacios propicios para ello, de validarlas como nuestras lenguas y darles el status que se merecen. Pero ante todo, de respetar la vida de las etnias, porque al paso que vamos van a desaparecer no sólo las lenguas, sino también las etnias.
* Traducción Abadio Green Stocel.
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La semana anterior y de manera un tanto privilegiada, publicamos el texto de la renuncia del Director de la Dirección de Etnias del Ministerio del Interior, Jesús MarÃa RamÃrez. Más allá de ocuparnos de los nombramientos y renuncias de funcionarios del presidente Uribe, nos interesa sobremanera este caso, primero, por tratarse de la entidad que encarna las polÃticas para dichos grupos y segundo, por los términos de dicha renuncia, el cual nos permite abordar en principio varias situaciones: 1) Los palos de ciego de la FiscalÃa, que al igual que en otras ocasiones lo ha hecho contra dirigentes polÃticos y sociales, presentó en este caso a los dirigentes indÃgenas de la AIC como “defraudadores de los recursos de la salud de los indÃgenas en beneficio de paramilitares†-en medio de un gran show publicitario-, para luego tener que dejarlos en libertad por falta de pruebas, sin que se produzca rectificación alguna, 2) la “raquÃtica†institucionalidad del Estado para responder a las demandas de los grupos étnicos, 3) la constante de violación de los derechos humanos de miembros de comunidades indÃgenas y negras y la indolencia de la fuerza publica para protegerlos, 4) las manifestaciones de corrupción de funcionarios y algunos dirigentes indÃgenas y negros que despilfarran los recursos de transferencias o de fondos educativos destinados a miembros de sus comunidades y 5) la sistemática pérdida de territorios de fronteras alejadas, mientras saquean y destruyen nuestros recursos naturales.
No vamos a tocar en este escrito el tema de la Fiscalia y el tema de fronteras, que serán motivo de próximos artÃculos. El primer tema, por la cantidad de denuncias de detenciones arbitrarias a que han sido sometidos lideres indÃgenas y miembros de muchas comunidades, principalmente en el sur del paÃs; el segundo, por el interés que suscita la situación de los Pueblos IndÃgenas ubicados en las fronteras y que en muchas ocasiones se encuentran en situación de desplazamiento.
Pero si hay algo que nos preocupa en el texto de renuncia de Jesús RamÃrez, es el reconocimiento de que “la actual institucionalidad resulta raquÃtica para atender a las demandas de los grupos étnicos, velar por sus derechos y coordinar de manera adecuada la acción del Estadoâ€. Esa institucionalidad raquÃtica se expresa en una reducida planta de funcionarios –13 personas-, para atender las demandas de un millón de indÃgenas, cerca de 10 millones de afros, 30 mil raizales y aproximadamente 3 mil gitanos, distribuidos a todo lo largo y ancho de la geografÃa nacional. Se expresa en el bajo perfil de la Dirección de Etnias, en la práctica una División del Ministerio del Interior, que tiene por encima la jerarquÃa del Viceministro del interior, del Secretario del Despacho y del Ministro del Interior, desconociendo lo plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo que le daba el estatus de ConsejerÃa a la entidad responsable de atender los asuntos de las etnias.. Y se expresa además en un exiguo presupuesto, que sin incluir los recursos para cubrir la nomina de los funcionarios, muchos de los cuales están allà porque los cogió el retén social, cuenta para este año con unos 580 millones de pesos, 130 para atender demandas de comunidades negras y 450 para cumplir obligaciones del Estado relacionadas con la masacre del Nilo.
Por supuesto que los recursos de esta Dirección no son los únicos que el Estado asigna a los Grupos Étnicos, pero surge entonces el interrogante: ¿Qué papel tiene esta entidad que maneja la polÃtica, si no cuenta con los recursos para su implementación? Por eso no compartimos el interés de algunos sectores en personalizar el debate, calificando la actuación o la conducta de un funcionario. Creemos, recogiendo las declaraciones hechas públicas por el presidente de la ONIC con posterioridad a la renuncia, que el problema es más de fondo y tiene que ver con la carencia de una respuesta institucional, coherente, con disponibilidad de recursos y con estructuras competentes, capaz de satisfacer las demandas de las diferentes etnias y de dar cumplimiento a los compromisos suscritos por el gobierno colombiano frente a dichos pueblos.
Preocupa en el escrito el reconocimiento de una situación precaria de los derechos humanos, principalmente de negros e indÃgenas, “...por las manos criminales de paramilitares y guerrilleros. Porque creo que la fuerza pública no hace lo suficiente para protegerlos. Porque tiemblo cuando leo sobre la paramilitarización de este paÃsâ€. No es extraño para este medio esta aseveración, pues cada semana asistimos y reseñamos con pesar y rabia estos hechos. Lo grave es el llamado de atención que hace el Señor RamÃrez sobre la indolencia de la fuerza publica para proteger a comunidades indefensas. Y no se trata de esgrimir cifras, datos estadÃsticos sobre la disminución o aumento de dichas violaciones. Se trata es de la urgencia de implementar una polÃtica integral en materia de derechos humanos para los grupos étnicos, que como resultado del incremento del conflicto armado en sus territorios, les afecta de manera particular. Posiblemente las cifras en materia de homicidios e incluso de desplazamiento forzado han disminuido. Pero ello no significa que la situación de derechos humanos de las comunidades haya mejorado. En el caso de los cuatro pueblos indÃgenas de la Sierra la situación es particularmente grave y comunidades como los Arahuacos y los Kogui que no eran vÃctimas de la acción directa de los actores armados e incluso del Estado, hoy padecen una crisis humanitaria de grandes proporciones, sus comunidades son asediadas constantemente por los actores armados y confinados en sus territorios, sin posibilidades de acopiar productos básicos y de primera necesidad, siendo cada vez más vulnerables a todo tipo de enfermedades, principalmente la tuberculosis.
Lo que evidencia esta nueva realidad es un cambio de estrategia en esa polÃtica de asedio, control territorial y en ocasiones aniquilamiento de algunas poblaciones indÃgenas, polÃtica en la cual han coincidido malignamente paramilitares y guerrilleros, ante la mirada indolente del Estado, tal y como se deduce del escrito de renuncia. Por ello, el reconocer como legitimo el “espacio para la resistencia civil y desarmada y que la misma es una opción válida para los pueblos indÃgenas y demás sectores sociales organizados que la abracen con sinceridad†es una expresión de respeto para unas comunidades, en las cuales el Estado ha reconocido su prerrogativa para la defensa en el control propio de sus territorios. No cesaremos en afirmar que una acción drástica del gobierno en las Mesas de Negociaciones de Santafé de Ralito frente a la responsabilidad de los paramilitares en los crÃmenes cometidos contra los indÃgenas principalmente en la Sierra Nevada y la Guajira en el ultimo perÃodo, deberÃa tener como consecuencia lógica una disminución ostensible de dichas violaciones. Mientras el gobierno no asuma una posición de defensa de la integridad y vida de las comunidades indÃgenas de esta región, serán tan responsables como los grupos paramilitares de las violaciones cometidas.
El otro tema que preocupa es el relacionado con las manifestaciones de corrupción de funcionarios y algunos dirigentes indÃgenas y negros que despilfarran los recursos de transferencias o de fondos educativos destinados a miembros de sus comunidades. Este es un tema que a nadie debe escandalizar. Asumir la defensa de los derechos de los grupos étnicos no significa en modo alguno desconocer sus defectos y vicios, los cuales adquieren visos de corrupción en muchas ocasiones, tal y como lo han reconocido muchos dirigentes. Estas prácticas, aprendidas en muchas ocasiones de la clase polÃtica tradicional, tiene dos manifestaciones: una, como resultante del manejo de recursos de transferencias –Sistema General de participaciones-, que colocó en la mayorÃa de los casos a lideres indÃgenas sin ningún tipo de formación en la administración publica a administrar recursos, los cuales resultaban en muchas ocasiones como una alternativa de solución a problemas de la comunidad, la cual disponÃa de dichos recursos de acuerde a practicas tradicionales. No siempre fue asÃ, y en muchas ocasiones, lideres aviesos, amparados en “usos y costumbresâ€, se apropiaron de recursos destinados a satisfacer las demandas de las comunidades, principalmente en regiones del Sur del paÃs y la Guajira.. No obstante, tenemos que asegurar como asà lo ha hecho la propia ContralorÃa General de la Nación, que en la medida que se han venido desarrollando labores de capacitación a los lideres indÃgenas, el manejo de dichos recursos ha mejorado. No obstante, la prerrogativa de los alcaldes municipales en la administración de los recursos del Sistema General de Participaciones, ha contribuido a la implementación de practicas corruptas en muchas regiones. Son muchos los casos detectados, principalmente en Nariño, Tolima y la Guajira y asà lo corrobora las medidas de aseguramiento de las que han sido objeto alcaldes de los municipios de Uribia y Riohacha. El caso de los fondos para la promoción de programas educativos es especial, pues en el caso del Fondo Alvaro Ulcué para las comunidades indÃgenas, se ha evidenciado que el mismo ha sido utilizado de manera fraudulenta, favoreciendo a campesinos e incluso no indÃgenas en Nariño, Tolima y algunos departamentos de la Costa Atlántica. En el caso de las comunidades Afrocolombianas, también se ha denunciado una verdadera piñata como lo reseña el Señor RamÃrez, favoreciendo los intereses de algunos de sus lideres. El otro tema es el de la representación polÃtica a diferentes niveles, el cual en algunas oportunidades nada tiene que envidiarle a las practicas clientelistas para acceder a los espacios de representación popular. Si a esto agregamos esa conjunción en el ejercicio del poder que se presenta en varias regiones, donde se confunden en unos únicos espacios y dirigentes la autoridad del Cabildo, a veces la autoridad de la organización y la autoridad municipal, pues los resultados no siempre son los mejores. Y no lo son, no por la carencia de legitimidad para el ejercicio del poder local, sino por la concentración del “monopolio del poderâ€, que no permite diferenciar la acción polÃtica de la institucionalidad indÃgena, con la acción gubernamental de la autoridad local.
Todos estos elementos, de alguna manera se develan en el texto de renuncia y tienen que plantearnos otros interrogantes que consideramos prioritarios, tanto en la agenda del gobierno como de los mismos grupos étnicos: ¿Con ese estado del arte planteado a modo de radiografÃa de la realidad de los grupos étnicos y de la realidad del Estado para acometer esta tarea, cual es el modelo de entidad estatal viable para cumplir estas funciones? ¿Cómo plantear a partir de ahora una relación propositiva etnias–gobierno? ¿Cuál es el perfil requerido para manejar este caballito de batalla? ¿En qué va a quedar el proceso iniciado en la Mesa de Concertación del finales de Julio y para lo cual hay plazos perentorios? El gobierno y las organizaciones de los grupos étnicos tienen la palabra y ojalá lo hagan con la sensatez y la madurez que la sociedad colombiana reclama. Será una buena señal, en tiempos de zozobra.
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Con la esperanza en un nuevo amanecer -expresada en la poesÃa declamada por un niño indÃgena-, y con la promesa de más consultas realizadas en buena fe, por parte del presidente de ECOPETROL, de un delegado de Presidencia de la República y del Director de la Oficina de Etnias del Ministerio del Interior, se pretendÃa dar inicio formal este viernes 10 de septiembre al proceso de Consulta Previa con las comunidades indÃgenas U´wa del departamento de Arauca para la exploración del Bloque Catleya, a cargo de ECOPETROL en asocio con las compañÃas HOCOL y REPSOL.
A esta reunión asistieron aproximadamente 200 indÃgenas U´wa, los lÃderes de las organizaciones y las Autoridades Tradicionales, lo mismo que representantes de la DefensorÃa del Pueblo, la ProcuradurÃa, la OIT, el Ministerio de Minas, la ONIC, del grupo Permanente para las Cuestiones IndÃgenas ante la ONU, delegados de Arauca y Saravena.
Al concluir la reunión, los indÃgenas propusieron suspenderla por un plazo de dos meses mientras ellos estudian los documentos y propuestas gubernamentales y de la empresa como también para que la contraparte estudie las propuestas indÃgenas que fueron presentadas hoy.
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Algunos de los grandes acontecimientos que le cambiaron el rumbo – y el genio- a la humanidad no tuvieron buena ni mala prensa. Es más: no tuvieron ninguna. Y si las cosas que suceden nadie las cuenta, simplemente no sucedieron. Asà de simple.
512 años después del descubrimiento ojalá Don Cristóbal Colón y los suyos (me refiero a la gente de las carabelas) se encuentren bien de salud, muy a la diestra de Dios Padre, a cuyo lado deben estar sin haber tenido que pagar el largo peaje del purgatorio. Entiendo que el purgatario –no solo el infierno, como dirÃa Sartre- son los demás, en este caso los marineros que casi lo sirven en paella a los tiburones de la Mar Océana en protesta porque nada que aparecÃan las tales Indias 70 dÃas después de haber zarpado de puerto español.
DifÃcil saber qué estarÃamos haciendo un dÃa como hoy, tan lejos de Colón y tan cerca de la reelección - promovida por el uribismo- y del USApresidente Bush que después de sacar los perros a hacer pipà en los Jardines de la Casa Blanca anuncia algún despropósito invasor.
Menos mal que Don Cristóbal nunca supo que tacó burro y que no descubrió las Indias. Pero le fue mejor porque descubrió unas indias espléndidas que desde entonces llevaban encima el teléfono estético 90-60-90 sin el 2 adelante.
La vida no fue del todo fácil para Colón: sólo pudo dar la noticia de su hazaña a su regreso a Europa, meses después, en abril de 1493. Y la dio mal porque, como decÃa, creyó que habÃa llegado a las Indias. Para colmo de males dio trasnochada la noticia porque ya se le habÃan anticipado los que se vinieron adelante con el deseo de quedarse con el pan y con el queso del descubrimiento de la nueva vÃa para viajar a la India. “Eso de las Indias es cuento viejoâ€, le dijeron cuando regresó.
Y como nadie sabe para quién trabaja, ni siquiera Colón, se necesitaron diez años para que el florentino Américo Vespucio “desfaciera†el entuerto geográfico y aclarara que su paisano habÃa descubierto un nuevo mundo. En vez de viajar hacia el norte, como lo hizo Colón, Vespucio viajó hacia el sur de lo descubierto y se encontró con el resto de América.
Es decir, que les debemos a dos italianos haber sido descubiertos y llamarnos América. Justo es aclarar que don Américo no le puso conejo a Colón: simplemente, a unos frailes alemanes se les ocurrió sentar la doctrina de que quien habÃa “descubierto†que Colón y sus poco alegres muchachos habÃan llegado a un nuevo mundo y no la India, merecÃa darle el nombre a las nuevas tierras. Y nos quedamos en América, por don Américo. Fácil.
DifÃcil imaginar la alegrÃa tan grande que le dio a Colón cuando Rodrigo de Triana, horqueteado en el mástil de La Pinta gritó: “!Tierra!â€, ese 12 de octubre de 1492. Me han dicho que agregó: “joderâ€, pero los historiadores remilgados no se ocupan de expresiones como éstas que son la historia detrás de la historia. Si detrás de todo hombre hay una gran mujer (la reina Isabel en este caso), detrás de todo gran suceso suele haber algún madrazo.
Triana gritó tan duro lo de “!Tierraâ€Â¡ que hasta los pájaros de a bordo (Colones con plumas) se asustaron. Muchos tuvieron que ir luego donde el otólogo de la tribu. Por cierto, ni los pájaros ni el viento, sus manos derechas en la empresa del descubrimiento, han recibido homenaje alguno de agradecimiento ni en el pasa, ni en las erratas de la historia. Hilando delgadito, el verdadero descubridor de América fue el viento. La gracia de Colón radicó en saber de qué lado soplaba ese viento para que lo llevara al oeste navegando siempre por el este.
Sin confirmar sà lo digo: me han dicho que el afán de Triana no era tanto llegar pronto sino ganarse los 10.000 maravedÃes que sus graciosas majestades habÃan prometido a quien primero avistara tierra firme. Por cierto que la reina lucÃa en las veladas palaciegas joyas falsas, hechizas, compradas a la carrera en el mercado de las pulgas después de que empeñara las originales para financiar su utopÃa. Mejor no preguntarle a Colón por qué, finalmente, se quedó con los maravadÃes que eran para Triana.
Noticias del descubrimiento
Me habrÃa gustado mucho haber estado presente el dÃa D, del desembarco de Colón y los suyos en estas vÃrgenes tierras. Siempre me he sentido “chiviado†(desinformado) con esa noticia que no se dio a tiempo. Para llenar ese vacÃo algún dÃa les pregunté al entonces presidente de la Academia Colombia de Historia, Germán Arciniegas y a un grupo periodistas colombianos y españoles cómo habrÃan titulado la noticia del descubrimiento.
“Colón desmiente a Platónâ€, respondió el maestro Arciniegas que habrÃa titulado. Con estos agregados: “No hay tal mar tenebroso. El camino está abiertoâ€.
El poeta DarÃo Jaramillo Agudelo comentó en su oportunidad: “Si voy en una de las carabelas, el tÃtulo serÃa: ‘Llegamos a Cipango’. Si estoy en la isla GuanahanÃ: ‘Los marcianos llegaron ya’â€.
Ignacio RamÃrez, director de la agencia virtual Cultural Cronopios, respondió que un verso de la Balada de la loca alegrÃa de Barba Jacob, está que ni mandado a hacer para titular: “La muerte viene, todo será polvoâ€.
Germán SantamarÃa, director de la revista Diners, habrÃa titulado: “¡Tierra al otro lado de la mar océana!â€.
Antonio MartÃnez, ex delegado de la agencia Efe en Colombia, y fundador del diario La Tierra que circuló en Tunja hace algunos años, habrÃa titulado a ocho columnas de las viejas: “Confirmado: se puede ir al este por el oesteâ€.
El veterano José Luis Iglesias, periodista español de la agencia de noticias DPA, con sede en Hamburgo, Alemania, sugirió este despliegue para primera: “Carabelas del almirante Colón descubren tierraâ€.
El párrafo de entrada
También les solicité a estos colegas que redactaran el lead o párrafo de entrada de semejante noticionón.
Iglesias “envÃo†el siguiente despacho: “Plugo a Nuestro Señor Todopoderoso que las naos de Castilla enviadas a buscar la ruta de las Indias y de las islas de Cipango y Cathay por el poniente, al mando del Almirante Mayor de la Mar Océana, don Cristóbal Colón, en esta jornada encontrasen tierra, muy caliente y poblada de gente desnuda y papagayos y árboles muy verdes que nunca antes vieron ojos de cristianos, después de navegar 70 dÃas y andar muchas leguas, para mayor gloria y beneficio de la Santa Fe y la Reina Nuestros Señoresâ€.
Ignacio RamÃrez: “Llegaron por el mar, pero vienen del cielo. Tienen hambre y sed. Dice ser hijo de un cardador de lana. Se llama Cristóforo Colombo y un pueblo se quedará con la gloria y la desdicha de su nombre. Ese pueblo se llamará Colombiaâ€.
Germán SantamarÃa: “El mar no termina en una gigantesca catarata ni en una olla de fuego sino en la tierra de muchas islas, encontradas por Cristóbal Colón y sus carabelas después de navegar sin rumbo por la mar océanaâ€.
Antonio MartÃnez: “San Salvador, Cipango (hasta ayer GuanahanÃ, dÃa 12 del mes de octubre del año del Señor de 1492.- Con la bendición del Señor Dios Todopoderoso y para mayor honra de sus SerenÃsimos y Muy Altos PrÃncipes Rey y Reina, nuestros Señores Fernando e Isabel, el Almirante Mayor de la Mar Océana Don Cristóbal Colón ha pisado hoy, según jura él, las fabulosas tierras de Cipango, del oro y las especias, que creÃamos ya nunca jamás encontrar tras diez semanas de navegación. Pero el Gran Khan no estaba a recibirnos. Cuando el almirante tocó tierra en barca armada y con la bandera real, sólo vimos gente menuda y desnuda –y sin oro- que dixo que aquella tierra se llamaba GuanahanÃâ€. Y colorÃn colorado: el cuento del descubrimiento por fin ha sido contado.
* Tomado del diario digital Cronopios.
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Un dÃa soleado, por el descuido de un niño, se incendió la gran casa Yanomami que cobija a todo el pueblo de la aldea. En pocos minutos las llamas destruyeron todo. Nadie gritó al niño. Nadie fue acusado de «falta de responsabilidad». En medio de las carreras por el incendio, una yanomami vuelve a su casa en llamas para buscar algo. Cuando reaparece, envuelta en humo, trae un papagayo asustado, mudo y aturdido. Al adentrarnos en la vida de los pueblos indÃgenas descubrimos muchos gestos semejantes de ternura pedagógica y convivencia socioecológica que forman parte de una alteridad extraña y una sabidurÃa profunda. En conjunto configuran –en comparación con la sociedad dominante- la lógica de otro proyecto de vida, que ya existe. El «otro mundo», además de ser una herencia y un sueño, es una construcción del dÃa a dÃa, también en los territorios indÃgenas. Y de este «otro mundo» que ya existe, nosotros, pastores de la aurora de ese «otro mundo que es posible», podemos aprender algunas lecciones para conducir el rebaño de sueños y luchas al aprisco de un mundo nuevo.
1. Prioridad de la vida Escoger un papagayo como «objeto de valor» preferencial de una casa en llamas, es algo que nos sorprende. Bartolomé de Las Casas nos relata el discurso de un cacique que, ante de la inminente invasión de los españoles, cuestiona los valores de la sociedad colonial. En el relato, el cacique explica a su pueblo por qué«los cristianos» están matando tanta gente: «Tienen un Señor muy grande -dice el cacique Hatuey- a quien mucho quieren y aman. Este Señor es el oro». Hoy serÃa el oro negro, el petróleo. Y el cacique manda tirar el oro de la aldea al rÃo. Cuando peligra la vida, se salva al papagayo vivo y se desprecia el oro muerto. Los franciscanos de la primera hora de la conquista elogiaban el desprendimiento» de los indios. Pero ese «desprendimiento» de los pueblos indÃgenas no era una cuestión de «virtud» o de «moral», sino de su «proyecto de vida». Al salvar al papagayo, la yanomami, como persona en medio de su pueblo, no es más virtuosa que muchas personas de nuestra sociedad. Lo que marca la diferencia entre la sociedad indÃgena y la sociedad no indÃgena no es la elección entre dos señores, sino la elección de un Señor o de ningún señor. Su «buen sentido» fundamenta una lógica de la vida que no se deja imponer opciones equivocadas. Las sociedades indÃgenas rechazan las falsas alternativas entre anarquÃa y señorÃo, entre igualdad y libertad, entre felicidad y justicia. Viven la «coincidencia de los opuestos», la igualdad en libertad, la felicidad con justicia, el consenso en la diversidad, la fiesta en el trabajo.
2. PedagogÃa comunitaria Para la sociedad indÃgena, «tiempo» no significa «dinero». Los indÃgenas saben «perder» tiempo con el crecimiento de sus hijos. Desde que nace, el indio está bien amparado como individuo en su comunidad, y es educado para vivir en comunidad. El niño que nace es de todos. La comunidad indÃgena no deja a nadie caer en la marginación social. Entre los 5000 xavantes, nace cada año una aldea nueva, con más de 250 niños, sin «menores abandonados». Los niños no son una rémora para la prosperidad del pueblo, sino causa de alegrÃa y bienestar social y ecológico. En la iniciación xavante, por ejemplo, el significado simbólico del agua tiene gran importancia. El «agua viva» de los rÃos está habitada por los buenos espÃritus. El «agua muerta» -el agua estancada de los lagos- está habitada por los malos espÃritus. En ese contexto, la lucha por la conservación de los rÃos es una lucha vital, ecológica y espiritual por conseguir la presencia de los buenos espÃritus. La adolescencia es considerada la fase más importante de la vida. Los wapté (adolescentes) son el centro de varias ceremonias, ritos y leyendas. Su función social más importante es ejecutar los cantos en las varias horas marcadas del dÃa y de la noche para alegrar la comunidad. La vida en comunidad no reprime la espontaneidad, ni la libertad individual. «Aman a sus hijos extraordinariamente (…) y no les imponen ningún género de castigo», cuenta Fernán Cardim de los Tupinambas del siglo XVI (1584). La educación indÃgena no ata al individuo al mundo productivo y competitivo del mercado. La educación no es estresante porque no es fuente de renta, ni apunta al lucro. Prepara para la vida y para la alteridad que es la libertad de ser respetado en su diferencia. Cierto dÃa, una profesora-misionera entre los Munky, dijo a una mujer indÃgena: «Escucha, tengo una cosa que enseñarte». La mujer miró a la profesora y le dijo: «¡No! ¡No me digas cosas de ésas!».
La escuela del «otro mundo» nacerá en el momento exacto en que el «tengo una cosa que enseñarte» sea sustituido por la actitud del «tenemos algo que aprender juntos», con relaciones igualitarias entre nosotros, también en el saber. En una sociedad donde uno sabe lo que todos pueden saber, y donde uno tiene lo que todos pueden tener, la sabidurÃa y la propiedad no se transforman en instrumentos de dominación.
3. Solidaridad preinstitucional En la sociedad tradicional de los pueblos indÃgenas se aprende, desde el nacimiento, que la solidaridad con la vida es responsabilidad de todos. Por eso no puede ser tercerizada para el Estado u otras instituciones. La llamada sociedad nacional creó para cualquier calamidad de la vida una institución especializada, desde los bomberos hasta la Cruz Roja. Y la posibilidad de poder delegar la responsabilidad por el prójimo a instituciones, crea muchas veces irresponsabilidad individual. «¿Para qué pagamos impuestos?», preguntan los ciudadanos «modernos». En las sociedades indÃgenas no existe un orfanato para menores, ni un asilo para los ancianos, ni un hospital para los enfermos, ni una cárcel para los criminales, ni un burdel para apaciguar la libido sexual de los hombres.
La sociedad indÃgena sabe resolver todos los «problemas» que llevaron a «sociedad civilizada» a fundar estas casas de caridad y reclusión que separan a los individuos de la comunidad y que se convierten en fuentes de lucro en la red de privilegios y de poder. El proyecto de vida del mundo «tradicional» produce una solidaridad inmediata y preinstitucional. Tras esa solidaridad está la experiencia de que la vida es vida en red, donde unos tienen necesidad de otros. La vida del otro es necesaria. Todos son necesarios. Y desde muy pronto, el niño aprende en su aldea que no sólo el vecino, sino también los animales y las estrellas, las plantas y los árboles, los espÃritus y las almas, forman parte de esa red de la vida donde las fronteras entre «sujeto» y «objeto» todavÃa no están marcadas por la dominación. Cuando, hace algunas décadas, los antropólogos llegaron al pueblo Mynky, encontraron una comunidad que, antes de cortar un árbol, pedÃa permiso al árbol.
4. Festividad estructurante En el centro de la vida del pueblo guaranà está la fiesta. Cuando los misioneros del siglo XVI prohibieron o redujeron las fiestas, los guaranÃes dejaron de cultivar sus plantaciones. La sociedad guaranà no vive para producir, sino que produce y trabaja para vivir. Los ejes de su cultura son la raza, el canto y la danza. El «otro mundo» de los pueblos indÃgenas es un mundo festivo y ritual, centrado en la persona y en la comunidad, en la gratuidad recÃproca y en el compartir. En la fiesta se reparte el alimento y se transforma el espacio. El tiempo se detiene. Y son sobre todo las mujeres las que reparten el alimento. Irradian la alegrÃa de convivir. La festividad invade toda la vida. Los guaranà no sólo trabajan para poder festejar, sino que trabajan festejando. Ciertas actividades del trabajo, de la caza o de la construcción de la vivienda, las realizan los guaranÃes en forma de colaboración comunitaria. El jesuita Cardim cuenta en sus «Tratados de la tierra y de la gente del Brasil» que los guaranÃes, cuando decidÃan hacer una plantación mayor, ofrecÃan mucho vino, lo que sustituÃa cualquier pago. AtraÃda por el vino, toda la comunidad participaba y trabajaba hasta diez horas por dÃa. Este trabajo comunitario –el mutirão, o puxirum- tenÃa un carácter festivo y gratuito. Sobrevivió hasta hoy en las comunidades rurales.
«Puxirum» significa lo que es: la reciprocidad de las manos abiertas. La fiesta es una de las condiciones de igualdad social. En la fiesta, la «divina abundancia» es socializada en el capricho estético (adornos preciosos, pinturas corporales, artesanÃas) y en el exceso de comida y bebida. La fiesta de todos es la instancia crÃtica de la sociedad de consumo privilegiado, donde es difÃcil realizar una fiesta como Navidad, una fiesta patronal, o una celebración de un nacimiento, casamiento o defunción, sin que ronde el fantasma de una factura comercial. Donde el lucro se sobrepone a la gratuidad de la fiesta y de los ritos, éstos no producen ya renovación o renacimiento, sino que se vuelven inserción en el mercado y reproducen desigualdad. «Pobre», en la sociedad de los guaranÃes es aquel que no puede practicar la reciprocidad de la fiesta; «pecador» es aquel que o quiere practicar la reciprocidad, porque recoge y produce para acumular y con eso impide la realización de la fiesta. La «Tierra sin males» es la tierra de la divina abundancia, que permite hacer la fiesta. Al trabajo comunitario le corresponde la propiedad comunitaria de la tierra. Por pertenecer a Dios, la tierra no puede ser vendida. La tierra indÃgena no es para producir lucros. Para los pueblos indÃgenas, la tierra es tierra madre, tierra mujer madura, tierra para vivir y para engendrar hijos.
5. Modernidad universal El «otro mundo» indÃgena no es un mundo «pre-moderno», si no consideramos la modernidad como idéntica al capitalismo y al desarrollo etnológico. Los cronistas del siglo XVI hablan constantemente de la abundancia de alimentos que encontraron en las aldeas guaranÃes, sin máquinas agrÃcolas, sin abonos quÃmicos y, al principio, sin herramientas de hierro. El «otro mundo» de los pueblos indÃgenas reivindica las verdaderas conquistas civilizatorias de la modernidad para todos, a saber, la autodeterminación y la participación, la igualdad de derechos y la pluralidad de las culturas, el equilibrio de las cuestiones éticas frente al individuo y a la colectividad, la articulación entre la solidaridad de la comunidad y la responsabilidad de cada persona con los contemporáneos y las futuras generaciones. La modernidad no significa «incorporación de lo diferente a lo mismo», sino la convivencia de muchos modos de ser que se encuentran como herencia y promesa en el continente latinoamericano. Las sociedades indÃgenas no necesitan pasar por el «pecado original» de la productividad capitalista, de la alienación consumista y de la especialización cientifista. El conocimiento indÃgena sobre la flora y la fauna es enciclopédico. Lévi-Strauss advirtió, hace tiempo, que existen dos modos diferentes de pensamiento cientÃfico: uno más intuitivo, que mezcla saberes desde un abordaje holÃstico, y otro que se distancia, desmonta el objeto en partes, crea especializaciones y «disciplinas»… La sabidurÃa de los pueblos indÃgenas, muchas veces calificada como «magia», permite, en relación a la «ciencia», no sólo un acceso paralelo a la naturaleza, sino también un acceso con menos efectos colaterales, con menos «locuras». ¿No es una «locura» vender cigarrillos con el aviso de que esos mismos cigarrillos son dañinos para la salud? La construcción histórica del «otro mundo» se da en un contexto de luchas sociales y racionalidad vivencial. La lucha indÃgena apunta a la ruptura que significa transformación de los sÃntomas de una patologÃa social -considerada «providencial»- en sufrimiento histórico, con causas y causadores identificables. El movimiento indÃgena es la memoria y la consciencia de una lucha que procura desmantelar la red de privilegios, de prestigio y de hegemonÃa del latifundio de la tierra, del capital financiero, de los medios de comunicación y del saber. Los pueblos indÃgenas, junto con los otros movimientos sociales, luchan no por el paraÃso terrestre, sino por un mundo donde todos tengan las mismas oportunidades para vivir y donde vivir signifique un alegre con-vivir con la vecindad, con responsabilidad social y ecológica hasta los confines del mundo.
El Conflicto armado en los Territorios Indígenas: un factor de negación del Estado Social de Derecho
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Según un informe presentado por la organización Diálogo Interamericano (DI) en Estados Unidos, el racismo contra 180 millones de afrodescendientes en América Latina continua, pese a los esfuerzos realizados en las últimas décadas para eliminarlo.
Sin embargo, el documento asegura que Brasil y Colombia, con una población afro aproximada de 45 por ciento, y 26 por ciento, respectivamente: “son los únicos paÃses que escapan al oscuro panorama del racismo contra los negros en la regiónâ€.
Sobre Colombia asegura que es el único paÃs que ha asignado curules a legisladores afrodescendientes en la Cámara de Representantes.
Por su parte, Brasil: “ha desarrollado muchas iniciativas de protección para los afrobrasileños, incluyendo enmiendas a la Constitución que proscriben el racismoâ€.
Pese a esto, hay paÃses como Panamá, Venezuela y República Dominicana que, aunque con un gran porcentaje de población afro: “no han impulsado polÃticas para resolver el problema de la discriminación racialâ€.
De igual forma, en paÃses como Costa Rica, con 2% de población negra, y Perú con un 5%, se han presentado proyectos de ley a favor de esta etnia, “pero éstos ni siquiera han sido sometidos a votación†aclara el informe.
Y si bien el documento anota que las leyes no son suficientes: “sin instrumentos legales que garanticen la inclusión polÃtica, económica y social, la lucha por la igualdad no tendrá éxito".
“La discriminación racial está en todas las prácticas sociales e institucionales de América Latina. Las personas de origen africano raramente disfrutan de sus derechos. Carecen de representación polÃtica y de igualdad de oportunidadesâ€, concluyó.
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Hace siete u ocho años caminé la posible ruta de la carretera Panamericana entre Chigorodó, Urabá y Yavisa ,Panamá. Entre esos dos puntos habrá 150 kilómetros, de los cuales faltan 25 para unir las dos puntas. El problema es que parte de este último trayecto atravesarÃa el Parque CatÃos, declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad en razón de su gran riqueza ambiental.
Numerosas organizaciones mundiales defensoras de flora y fauna se han opuesto con mucha fuerza y poderosos argumentos a la construcción de la vÃa. Es más, ni a los EE.UU. ni a nuestros vecinos centroamericanos les gusta la idea. A los gringos porque facilitarÃa la migración hacia el norte, y a los segundos porque colombianizarÃamos la región; un alto cacao panameño dijo que la construcción de la carretera equivaldrÃa a que el paÃs recuperara a Panamá. Por mi lado, sostuve una agria discusión con el sacrificado Guillermo Gaviria, porque yo consideraba que romper el llamado Tapón del Darién no sólo acabarÃa con el parque, sino con las comunidades negras y mestizas.
Toda vÃa valoriza la tierra y, por tanto, estimula la concentración de la propiedad y la expulsión de colonos y campesinos. Sin embargo, estaba lejos de imaginarme que a la vuelta de pocos años, los paramilitares habrÃan de sacar a la gente y repoblado con sus fieles la región. En las cuencas de los rÃos Cacarica, Salaquà y Juradó, zonas por donde pasarÃa la Panamericana, los Castaños “limpiaron†la región, terminaron por saquear los cativales y se posesionaron de las mejoras hechas a punta de hacha por los pobladores.
Hoy, la construcción de la carretera es un proyecto que los presidentes Uribe y Torrijos están a punto de convenir. Para los antioqueños es un antiguo sueño; para los panameños, un temor superado después del Plan Puebla Panamá que Uribe quiere prolongar hasta el Putumayo. Los dÃas de vida del Tapón están contados y sin duda alguna su destrucción total serÃa el proyecto estrella de la reinserción, cocinada a espaldas del paÃs en Santa Fe de Ralito.
En la práctica, el proceso de sustitución de las ya entresacadas selvas del Darién por cultivos de palma aceitera y ceiba tolúa ya está en marcha. A los nuevos terratenientes no les interesa exactamente la propiedad sobre la tierra; su estrategia es el control del mercado; no se afanan por el tÃtulo, que consideran una mera formalidad al comprobar dÃa a dÃa que la fuerza de hecho es la verdadera interpretación de la ley cuando predomina la impunidad. La palma es el cultivo por excelencia del nuevo modelo. Todo está calculado para que la agricultura por contrato se imponga y la nueva clase se afiance a costa del trabajo campesino. En este sentido, no hay excepción posible.
Dado que la oferta es lo que llaman inelástica, la parte del león, la controlan los grandes empresarios que refinan –no que extraen– el aceite.
Los parceleros terminarán trabajando por salarios inferiores a los legales, pues quedarán endeudados después de siete u ocho años que tarda en dar sus primeros frutos comercializables la susodicha palma y porque los grandes empresarios pondrán el precio que convenga a sus intereses. Los terratenientes ya han reconvertido la ganaderÃa extensiva y el saqueo forestal en grandes empresas comercializadoras de aceite de palma y de madera. La carretera Panamericana es la herramienta de este proceso, que tampoco traerá la pazâ€.